Palomas reales: los estándares obligatorios para universidades
La
semana pasada escribí
acerca de la moratoria para la creación de nuevas universidades. La mayor parte
de los lectores y especialistas
parece estar en contra de dicha moratoria;
pero, paralelamente, mencionan
la importancia de regular -mediante estándares- a las universidades. Además,
las acreditaciones ya son obligatorias en el caso de las carreras de educación,
medicina y derecho. Como mencioné en alguna de mis respuestas, yo no soy tan
entusiasta en relación a los estándares obligatorios. Si bien es una medida
menos restrictiva -y posiblemente más eficaz- que una mera prohibición, no creo
que esté exenta de problemas. No pretendo, sin embargo, agotar la discusión con
un post, sino solo propiciar el
debate..
Ahora los dejo con algunos problemas que
encuentro en la imposición de estándares obligatorios:
i. Los estándares obligatorios pueden
desincentivar la innovación
“Nasruddin
llegó a ser primer ministro del rey. En cierta ocasión, mientras deambulaba por
el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real.
Hasta
entonces, Nasruddin jamás había visto semejante clase de paloma. De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras,
las alas y el pico del halcón.
“Ahora
pareces un pájaro como es debido”, dijo. “Tu cuidador te ha tenido
muy descuidado”" (Anthony de Mello,
S.J. en “El canto del pájaro”).
Desde mediados de la década de los
ochenta, hasta mediados de los noventa, Guido Calabresi fue
decano de Yale, considerada hoy la mejor facultad de Derecho de los Estados
Unidos. En una entrevista concedida a Themis (está
en su número 52, de 2005), Calabresi dijo que parte del éxito de su facultad se
debió al hecho de que comenzó a contratar profesores de otras carreras para
dictar cursos de derecho. Por ejemplo, el curso “historia del derecho”, ya no
sería dictado por un abogado conocedor de historia, sino un historiador. Lo
mismo con análisis económico del derecho o sociología del derecho. Esta
práctica no solo resultó en un ahorro para la facultad (los profesores de
derecho eran más caros), sino en el impulso de uno de los movimientos más potentes
dentro del derecho contemporáneo: el “Derecho &…” (este movimiento propugna
que el derecho no es una disciplina autónoma, sino que solo se entiende en
relación con otras). Actualmente, es casi imposible ver una facultad top de derecho que enseñe el derecho
“puro” o tradicional. Imagine un estándar que diga: “Los profesores de derecho
deberán contar con título de abogado” (en el caso de educación, existe un
estándar similar ya aprobado).
Los estándares nos plantean una manera
“ideal” de hacer las cosas basados en “cómo se hacen las cosas”, lo cual puede
tener un impacto negativo sobre las propuestas innovadoras.
ii. Los estándares pueden ser
pro-universidades establecidas
Si usted
fuera un funcionario público encargado de fijar los estándares de
seguridad de automóviles, ¿qué haría? Probablemente, comenzaría enterándose un
poco más del tema. Quizá, al cabo de unos meses, se daría cuenta de la
complejidad de la tarea. En seguida, se vería tentado a convocar a expertos de
la industria automotriz para que lo ayuden a fijar los estándares. En corto,
los estándares serían fijados por representantes de la propia industria que se
intentaba regular en primer lugar. De hecho, esto ocurrió en Estados Unidos
cuando regularon los estándares de seguridad de automóviles, como puede leerse
en “Regulation
and its Reform” de Stephen Breyer.
Esto no tendría nada de malo si no fuera
por un detalle: la industria establecida tiene un fuerte incentivo para
dificultar la entrada de competidores al mercado (Stigler).
Así, los estándares pueden ser usados más como un medio para restringir la
entrada de competidores y menos como uno para asegurar la calidad.
No encuentro ningún motivo para pensar
que las universidades serían una excepción a esto. Poner estándares
particularmente complicados de cumplir para universidades nuevas sería una
buena manera de impedir su entrada. Se nos ocurren: tener un campus de “x” tamaño; una biblioteca con
“y” libros y así…
iii. Los estándares pueden “llamar” a la
corrupción
Solo les dejo como dato una noticia
aparecida este mismo lunes 17 de diciembre: en Chile, ha renunciado el Ministro
de Justicia por corrupción asociada a la acreditación de universidades.
iv. Los estándares restringen -en lugar
de aumentar- la cantidad de información en el mercado
La educación es -en esencia- un bien de
experiencia y de consumo durable (Epstein).
Nadie te puede contar cómo es estudiar derecho o medicina; ni te pueden contar
el futuro sobre cómo te va a ir en la profesión al cabo de cinco años. Hay que
experimentarlo.
Muchas veces se utiliza la “falta de
información” como una justificación para regular por estándares.
Paradójicamente, usar estándares -al dificultar la entrada de nuevos
competidores-significa reducir la cantidad de opciones restringiendo, a su vez,
la información disponible. Una mejor manera de ampliar la información
disponible es facilitando el cambio de facultades o de universidades. Así, el
“ensayo y error” nos permitirían adquirir información.
iv. La calidad está más relacionada a la
pobreza que a la falta de información
En España, hace no mucho, prohibieron a las
personas comer de los basureros. Tuvieron que ponerles candados. Las
personas, claramente, saben que comer basura no es bueno. El problema es que no
tenían dinero para una mejor alternativa. Así, la pregunta no es si comer
basura es bueno o malo. La pregunta es si estamos mejor prohibiendo que la
gente coma basura o no.
*
* *
Por último, tampoco creemos que debamos
quedarnos con los brazos cruzados; si queremos que las cosas mejoren, todos
tenemos responsabilidad en este problema social. Sin embargo, no necesariamente
la solución debe pasar por el Estado que -al final de cuentas- no es más que un
sistema de toma de decisiones que no reemplaza a la sociedad. Así, en el ámbito
privado, existe un mercado de “información intermedia” o rankings que bien podría popularizarse en Perú, ante la demanda de
información acerca de la calidad relativa de instituciones educativas.
Podríamos ser más proactivos en procurar dicha información.