Cuando la IA aprende a comprar: cómo la alianza entre Walmart y OpenAI puede redefinir el marketing y el consumo
Pronto no serás tú quien compre.
Será la inteligencia artificial la que elija por ti.
No porque te manipule, sino porque te entiende.
La alianza entre Walmart y OpenAI acaba de abrir esa puerta.
Y aunque el anuncio suene técnico, lo que realmente cambia es algo mucho más humano: la manera en que deseamos, decidimos y confiamos.
El contexto inmediato: lo que pasó y por qué importa
El 14 de octubre, Walmart anunció una asociación con OpenAI para construir lo que denomina una experiencia de compra “AI-first”.
Doug McMillon, su CEO, lo resumió así:
“Queremos que cada interacción con Walmart se sienta natural, como hablar con alguien que realmente te conoce.”
Detrás de esa frase corporativa hay una revolución silenciosa.
Por primera vez, un gigante del retail no busca solo vender más, sino hablarte mejor.
Y no con promociones, sino con comprensión.
El modelo “AI-first shopping” combina tres ejes:
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Recomendaciones predictivas: la IA anticipa tus necesidades antes de que las expreses.
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Asistentes conversacionales: puedes dialogar con Walmart en lenguaje natural, como si fuera una persona.
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Automatización del surtido: el algoritmo decide qué reponer, cuándo y para quién, ajustando el inventario según patrones locales y emocionales.
Pero más allá de lo operativo, el cambio es simbólico: la compra deja de ser un acto racional y se convierte en un diálogo emocional.
“Del anaquel físico al algoritmo emocional.”
El supermercado ya no espera a que llegues: te hablará antes.
Y cuando lo haga, no te ofrecerá un descuento, sino una conversación sobre ti.
Una escena del futuro cercano
Imagina esto:
Alonso vive solo. Tiene una rutina apretada, trabaja desde casa y casi nunca revisa su refrigerador.
Una tarde, recibe una notificación:
“Tu leche está por terminarse. Notamos que en los últimos dos meses la repones cada 12 días. ¿Quieres que la agregue a tu pedido automático?”
El mensaje no vino de una persona.
Fue generado por un asistente conectado al inventario de su hogar, cruzando los datos de sus compras, los patrones de consumo y las lecturas del refrigerador inteligente.
Alonso responde “sí”.
Y mientras sigue trabajando, el pedido se confirma, el pago se procesa y un dron despega del centro logístico más cercano.
Nadie buscó, comparó o eligió.
Solo ocurrió.
Esa escena, tan invisible como cotidiana, contiene el futuro del consumo: una experiencia donde comprar deja de ser una decisión y se convierte en una extensión del contexto humano.
Del retail al marketing y la sociedad
Durante más de un siglo, las marcas han intentado entendernos.
Ahora, literalmente, nos leerán.
Cada silencio, cada duda, cada pausa frente a un producto virtual se convertirá en dato emocional.
Y el marketing dejará de lanzar mensajes masivos para ejecutar micro-decisiones personalizadas en tiempo real.
Los algoritmos conversacionales de OpenAI serán los nuevos mediadores invisibles entre marca y persona.
La publicidad dejará de ser interrupción para transformarse en acompañamiento.
Y eso no solo redefine la forma de vender: redefine la frontera entre elección y predicción.
“El marketing ya no hablará con personas, hablará con algoritmos que representan a personas.”
En esta nueva economía del diálogo, las marcas no se medirán por su recordación, sino por su capacidad de interpretar emociones.
La confianza —ese intangible tan frágil— será el nuevo valor de cambio.
Ecos del pasado, señales del futuro
Amazon lo intentó con Alexa.
Google lo perfeccionó con Shopping Graph.
TikTok Shop fusionó entretenimiento y compra.
Pero Walmart + OpenAI va más allá: une escala física, lenguaje natural y data emocional.
La IA ya no solo muestra lo que podrías querer: aprende por qué lo quieres.
Y eso cambia todo.
Los expertos lo llaman automatización empática:
una inteligencia artificial que no solo predice comportamientos, sino también contextos emocionales.
Si has tenido un día difícil, si cambias tu rutina, si duermes mal, el algoritmo lo sabrá antes de que lo digas.
Y esta lógica se expandirá con rapidez.
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Supermercados que no solo anticipan la lista semanal, sino que la ajustan según tu descanso, tu nivel de actividad física y el clima de tu ciudad.
(Si dormiste mal tres noches seguidas, te sugerirá más frutas y menos cafeína.) -
Bancos que analizan tus patrones de gasto y tu tono en correos o mensajes, detectando ansiedad financiera para ofrecerte una opción de ahorro o inversión antes de que la pidas.
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Marcas de moda que interpretan tus expresiones faciales en el probador virtual y ajustan los colores, las tallas y los cortes según tus microgestos de agrado o incomodidad.
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Empresas de turismo que leen el tono emocional de tus publicaciones y diseñan itinerarios que equilibran descanso, estímulo y sorpresa, según cómo te sientes y no solo a dónde quieres ir.
No se trata solo de predecir, sino de sentir por adelantado.
Cada industria enfrentará la misma pregunta:
¿cuánta empatía artificial estamos dispuestos a aceptar antes de que deje de sentirse humana?
El nuevo algoritmo del deseo
“El marketing que viene no venderá productos, venderá predicciones.”
Durante décadas, el marketing trató de medir el deseo.
Ahora lo programará.
Las marcas dejarán de observar comportamientos para empezar a moldearlos.
El riesgo no está en que la IA nos conozca demasiado, sino en que lo haga sin dejarnos margen para sorprendernos.
El deseo humano —ese impulso impredecible— es también el motor del consumo.
Y cuando todo se vuelve predecible, el placer se diluye.
Según McKinsey (2025), los retailers que adopten IA generativa podrían mejorar su eficiencia en un 30%.
Pero la eficiencia tiene un costo: la espontaneidad.
Y ese costo ya no se mide en dinero, sino en libertad.
“Lo dice McKinsey, pero también lo sentimos cada vez que una app predice lo que aún no pedimos.”
Esa frase, casi trivial, encierra la nueva tensión del marketing: cuando el dato llega antes que el deseo, la emoción se convierte en variable.
La IA podrá detectar tristeza y ofrecerte una compra “confort”.
Podrá notar ansiedad y sugerir un producto “relajante”.
Podrá reconocer euforia y empujarte hacia la recompensa inmediata.
Cada una de esas decisiones parecerá libre, pero no lo será del todo.
De la revolución del anaquel a la revolución algorítmica
Antes, el consumidor caminaba por los pasillos, explorando lo que necesitaba.
Luego vino el comercio electrónico, que transformó la búsqueda en recomendación.
Hoy, la IA conversacional cierra el ciclo: ya no buscamos, somos buscados.
El consumo se ha vuelto invisible.
Ya no elegimos entre productos, sino entre emociones programadas.
Y en esa nueva lógica, el marketing se convierte en algo más filosófico:
la gestión del deseo humano en un entorno donde las máquinas lo anticipan todo.
La ilusión de empatía artificial
La IA generativa promete comprensión, pero ofrece simulación.
Y aunque pueda sonar frío, el reto más grande del marketing no será técnico, sino moral.
Como advierte la investigadora Kate Crawford, autora de Atlas of AI:
“Cada vez que una máquina aprende algo sobre nosotros, redefine lo que entendemos por elección.”
Esa frase debería ser el espejo donde se mire el futuro del consumo.
Porque si cada decisión es predecible, ¿qué espacio queda para la autenticidad?
En los próximos cinco años, el marketing será predictivo y sensorial.
Las marcas competirán por captar emociones con la precisión de un algoritmo y la estética de un psicólogo.
El problema no será la personalización, sino la pérdida del libre albedrío como experiencia cotidiana.
Cuando la IA aprende a comprar, las marcas deben aprender a sentir
“Cuando la IA aprende a comprar, las marcas tendrán que aprender a sentir.”
Esa es la paradoja del nuevo mercado: mientras las máquinas se humanizan, las marcas corren el riesgo de deshumanizarse.
El reto no será vender más, sino recordar que toda predicción necesita compasión.
Porque la IA ya no está en las pantallas.
Está en las decisiones que aún no tomamos.
Y si algo nos distingue como especie, no es la precisión de nuestros algoritmos, sino la imperfección de nuestros deseos.
El carrito te conocerá.
Tus hábitos serán su insumo.
Y el algoritmo, su instinto.
Quizás el desafío del marketing que viene no sea vender, sino recordarnos que seguimos siendo humanos cuando compramos lo que una máquina predijo.
Soy Jorge Lazo Arias y cada miércoles encontrarás aquí información sobre marketing, a partir de analizar campañas buenas y también las no tan buenas… porque todo nos suma para conocer las novedades en el mundo del marketing y contar con aprendizajes que podemos aprovechar y aplicar en nuestro día a día.

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