ASBANC y la inclusión social
El 11 de agosto, ASBANC anunció que, a su iniciativa, se viene discutiendo en la Comisión Nacional de Inclusión Financiera la reducción de dos puntos porcentuales del IGV para pagos de cualquier compra de producto o servicio que se realice con tarjetas de crédito y débito. ¿El objetivo? Formalizar la economía.
La lógica es aparentemente bastante clara: si todas las operaciones están registradas, entonces se sabe quién está comprando y pagando y, por ende, la economía se formaliza. Según ASBANC, el éxito está asegurado: en los países donde este tipo de incentivo se ha introducido, las compras realizadas con estas tarjetas se elevaron entre 10% y 20% al año.
Adrián Revilla, el gerente general de ASBANC y el vocero que hizo pública la propuesta, es un profesional de gran trayectoria que sabe de formalización y que conoce el negocio bancario bien. Por ello, me resulta difícil atribuirle, a la propuesta que ha presentado en representación de ASBANC, la intencionalidad que señala El Comercio en su editorial.
Sin embargo, no tengo duda que la propuesta de ASBANC, si bien persigue un objetivo deseable como la formalización de las transacciones, está equivocada. La razón principal es que, al introducir a las tarjetas de crédito en su propuesta, borra con una mano (la de la búsqueda de lucro a través de un mayor endeudamiento de las personas) lo que quiere hacer con la otra (la búsqueda de la formalización de la economía).
La promoción de medios de pago distintos del efectivo hay que hacerla a través de medios como la tarjeta de débito, no con la tarjeta de crédito.
- La tarjeta de crédito no es un sustituto del efectivo sino un instrumento crediticio que le permite a las personas realizar compras con dinero que no tiene. Confundir la tarjeta de crédito con efectivo es precisamente lo que ha llevado al país a una situación de sobreendeudamiento de las familias y ASBANC hace mal en querer promover un mayor endeudamiento, especialmente considerando que solo hace poco acaban de señalar que la morosidad ha alcanzado el nivel máximo de la última década y que es un secreto a voces que las cifras de morosidad oficiales no llegan a reflejar el deterioro real de la cartera crediticia del sistema financiero (que en algunas entidades del sistema ya supera el 20%, si se incluyen castigos, refinanciaciones y ventas de cartera).
- Ni eliminando completamente el IGV se podría hacer que el costo de pagar con tarjeta de crédito sea más barato que el pagar con efectivo. Y esta es precisamente la idea original de la propuesta: hacer que sea más barato pagar con plástico que con efectivo. Para todas aquellas personas que no pagan el íntegro de su deuda al fin del ciclo de facturación (la mayoría), comprar con tarjeta de crédito siempre será más caro que en efectivo por la tasa de interés y las comisiones que cobran los bancos. Por ejemplo, el banco líder del mercado ofrece a sus clientes que se endeudan con tarjeta de crédito una tasa de interés máxima de 137.88% anual.
Es decir, al haber introducido a las tarjetas de crédito en su propuesta, ASBANC ha cometido tres errores:
- En primer lugar, ha desnaturalizado una propuesta válida para promover el uso de las tarjetas de débito.
- En segundo lugar, le ha dado la razón a El Comercio y a la gran mayoría de la población que piensa que a las entidades financieras solo les importa su beneficio económico de corto plazo y no el bienestar de largo plazo de sus clientes.
- En tercer lugar, ha perdido una gran oportunidad para articular en una propuesta de política los objetivos de impulsar una bancarización de los pagos en la economía y de promover un manejo de finanzas personales sostenible en el país.
Como resultado de ello, en lugar de haber generado adhesiones a una propuesta razonable, ha despertado rechazo y temores.
Soy un convencido tanto de la importancia de promover medios de pago distintos del efectivo en el país como de la urgencia de que los peruanos recuperen el control de sus finanzas personales. Si la propuesta de ASBANC se hubiera enfocado solo en las tarjetas de débito, este post habría sido dedicado a apoyarla. Sin embargo, al haber incluido a las tarjetas de crédito, ha colocado al país en la posición de elegir entre lo importante y lo urgente. En mi opinión, para el Perú de hoy es mejor tener transacciones en efectivo de personas solventes y en control de sus finanzas personales que transacciones con dinero plástico de personas que viven esclavas de sus deudas. ¿Usted qué piensa?