¿Inclusión social en 60 días?
El viernes pasado la empresa Southern Perú a través de un pronunciamiento de su Presidente Ejecutivo propuso una pausa de 60 días a la situación de violencia, que se vive en el Valle del Tambo y que ya se extendió a Arequipa, para socializar el proyecto Tía María y despejar las dudas existentes sobre el mismo.
Tras leer el pronunciamiento del Sr. González Rocha y las opiniones de algunos analistas que señalan que existe una tecnología anti-proyectos mineros que se está diseminando en el país, vale la pena preguntarse si resulta creíble que los problemas en Tía María se puedan reducir a un problema de información de la ciudadanía o a la conspiración de unos pocos contra la inversión privada.
Los seres humanos tenemos la tendencia a sobresimplificarlo todo, pues pensar o sacar conclusiones sobre la base de información a veces escasa, confusa o contradictoria es costoso. En mi opinión, lo ocurrido en Conga, lo que viene sucediendo en Tía María y la gran cantidad de conflictos sociales en curso o latentes son resultado de que como país durante los años de alto crecimiento perdimos toda capacidad de reflexión sobre lo que hacían nuestras instituciones públicas y privadas con el contrato social que rige las relaciones entre todos los miembros de la sociedad peruana.
- En el caso de las instituciones públicas, nos compramos un enlatado de reformas que prometía prosperidad económica y social, a cambio de baja inflación, bajo déficit fiscal y liberalización comercial y financiera. Las políticas de inclusión social no solo no formaban parte del paquete de prescripciones de política sino que eran mal vistas por la autodenominada tecnocracia. La capacidad de reflexión respecto de cómo usar la política económica para proteger a las familias peruanas y al mismo tiempo promover el aprovechamiento responsable del potencial productivo del país fue prácticamente tercerizada. Hoy, varias décadas después, el FMI, la misma institución a la que le compramos el enlatado, ya ha aceptado que quizás no sea tan necesario tener una inflación tan baja o una situación de superávit fiscal. También ha hecho notar recientemente que la liberalización financiera, bajo ciertas condiciones, puede generar más daño que beneficio para una economía. No cabe la menor duda que las reformas económicas de los noventa tuvieron un impacto positivo sobre el país. Sin embargo, el efecto no deseado de la aplicación mecánica de recomendaciones de entidades como el FMI, fue el adormecimiento de la capacidad de reflexión (y, por ende, acción) tanto de los gestores de política como de los propios analistas económicos, quienes terminaron comprándose la idea de que el crecimiento económico lo puede todo. Conga y Tía María han terminado demostrando que esto no es así.
- En el caso de las instituciones privadas, los empresarios optaron por enfocarse en generar utilidades para sus accionistas, olvidándose de que las empresas no existen solo para eso. Olvidaron que el propósito de una empresa es mucho mayor e incluye producir bienes y servicios que satisfagan necesidades económicas y sociales; crear empleo de calidad; generar utilidades para sus accionistas y otros inversionistas; y realizar una contribución positiva al entorno social y físico de la zona donde opera. El hecho de que la CONFIEP tenga un nivel inferior de aprobación al de la CGTP es un indicador de cuánta distancia se ha generado entre la población y el empresariado precisamente durante los años de mayor bonanza económica del país.
En este contexto, considero que es altamente improbable que el problema de Tía María se resuelva en los próximos 60 días. ¿Cree Usted que será posible conseguir en 60 días lo que no se ha podido en varios años? Y, si bien el futuro país no dependerá de si se ejecuta o no Tía María, sí depende de que como sociedad sepamos extraer algunas lecciones de la situación actual.
- La primera es que debemos derrumbar el mito de que un rol más activo del Estado en la promoción de un desarrollo económico inclusivo, así como un rol de las empresas menos enfocado en las utilidades, no es aconsejable pues una organización no debe perseguir más de un objetivo al mismo tiempo. Aun cuando esta objeción suena muy razonable, creo que todos constatamos en nuestra vida diaria que es errónea. Por ejemplo, un político debe aprender a balancear presiones e intereses, un profesor debe aprender a combinar en sus clases los hechos con el análisis de conceptos abstractos, y un ama de casa debe aprender a manejar las demandas excluyentes de sus hijos a quienes quiere por igual con un presupuesto apretado.
- El segundo reto pendiente es recuperar la capacidad de reflexión al interior del sector público y vencer el temor a la acción proactiva del Estado en materia de prevención de conflictos sociales sobre la base de la construcción de relaciones de confianza con la población. Limitar la política de relacionamiento con los gobiernos locales a la estrategia de la zanahoria y el garrote es una bomba de tiempo que explota a través de conflictos como Conga o Tía María.
- El tercer reto pendiente es conseguir que cada vez más las empresas peruanas adopten un modelo de gestión más genuinamente comprometido con la sociedad. Los líderes gremiales podrían jugar un rol muy importante en esta tarea.