En el año 2000, los países miembros de las Naciones Unidas se comprometieron con alcanzar para el año 2015 ocho objetivos, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El balance al inicio del 2015 es positivo:
- Algunos objetivos como la reducción del número de personas viviendo con menos de US$1.25 por día a la mitad se han conseguido, principalmente gracias a que en China la proporción de la población que vivía en esas condiciones se redujo de 60% en 1990 a 12% en 2010.
- Otros objetivos que prácticamente se han cumplido tienen que ver con aquellos en los que el sector público ha jugado un papel importante como el incremento del acceso a agua potable; y los programas de salud para combatir la malaria y la tuberculosis.
- Sin embargo, no todos los objetivos serán alcanzados. Algunas metas como la desnutrición y la mortalidad infantil no se cumplirán en el 2015.
¿Qué lecciones dejan estos 15 años de trabajo en todo el mundo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio?
- En primer lugar, fijar objetivos comunes es bueno para organizar mejor los esfuerzos y recursos financieros de los gobiernos y las agencias de cooperación hacia las áreas en las que se puede generar mayor impacto positivo para la población.
- En segundo lugar, fijar objetivos ambiciosos para temas específicos puede parecer utópico al inicio pero puede servir de ancla efectiva para alcanzarlos. Por ejemplo, el primer objetivo en alcanzarse en el año 2010; es decir, 5 años antes del cumplimiento del plazo, fue el de reducir a la mitad el número de personas viviendo en pobreza extrema en el mundo, objetivo que en el año 2000 era considerado utópico. Gracias a este avance, hoy el objetivo de eliminar del mundo la pobreza extrema en los próximos 15 años—es decir sacar de la miseria a casi mil millones de personas que todavía viven con menos de US$1.25 por día—es una meta alcanzable.
- En tercer lugar, las experiencias de los últimos 15 años han permitido generar una gran base de conocimiento respecto de lo que funciona y lo que no funciona en materia de desarrollo económico y esto, de cara al futuro, ayudará mucho para guiar las acciones de los gobiernos respecto de qué es lo que deben empezar a hacer, dejar de hacer o hacer más, en términos de sus programas de desarrollo económico y social.
Sin embargo, al igual que toda acción coordinada que requiere la movilización de recursos financieros importantes, en el caso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que los sucederán a partir del 2016, existe siempre una amenaza latente de burocratización de las operaciones y de captura de estas por intereses privados. Por ello es que tiene tanta importancia la forma en que se concluyan en setiembre de este año las negociaciones entre los países en desarrollo y las agencias de ayuda internacional para determinar los objetivos que se fijarán de cara al 2030.
Actualmente, el centro de la discusión es cuántos y cuáles objetivos fijar. Los avances hasta el momento no lucen bien: si antes se tenían 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio con sus correspondientes 21 Metas Específicas de Desarrollo del Milenio, hoy la propuesta que está sobre la mesa es migrar a 17 Objetivos y 169 Metas Específicas.
¿Por qué un incremento tan grande de objetivos y metas?. No existe una respuesta única de los expertos a esta pregunta:
- Algunos señalan que el incremento se justifica porque los objetivos que se están trazando son más ambiciosos que los Objetivos de Desarrollo del Milenio originales;
- Otros indican que este incremento en el número de objetivos y metas responde a la presión ejercida por múltiples lobbies para que se establezcan metas que activen gastos que finalmente beneficien a sus industrias; y
- Finalmente, hay quienes señalan que la multiplicación de objetivos y metas es vista con agrado por los países en desarrollo, los que esperarían que estos mayores objetivos y metas vengan acompañados de más financiamiento para sus países de las agencias de cooperación.
¿Qué es lo peor que puede pasar? Que se cierren las discusiones muy cerca de donde están ahora. Si esto ocurre, es posible que en 15 años no se puedan ver resultados tan buenos como los de los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio.
¿Qué es lo mejor que puede pasar? Que las discusiones se concluyan fijándose pocos objetivos y un número de metas razonables sobre las cuales los países puedan organizarse, actuar y evaluar su desempeño; y las agencias de cooperación puedan organizar programas de apoyo que sean altamente efectivos. Esto es algo perfectamente posible de conseguir si existe la voluntad política de hacerlo. Según el think-tank británico, Instituto para el Desarrollo Internacional, existen 18 metas de las 169 que hoy están en la mesa de discusión en las que cada dólar invertido generaría 15 dólares o más de retorno, principalmente en las áreas de salud, educación y energía.
¿Qué lecciones puede extraer de este proceso el Perú para el futuro de sus programas sociales?
Primero, la necesidad de concentrar sus esfuerzos en pocos objetivos de alto impacto.
Segundo, la necesidad de medir el retorno de cada sol invertido en cada programa social para poder priorizar mejor.
Tercero, la necesidad de contar con mecanismos de monitoreo y evaluación simples, efectivos y costo – eficientes.
En el futuro cercano, el éxito de los programas sociales en el Perú y en el resto de países en desarrollo no debería medirse en función de si generan algún impacto positivo o no sobre las poblaciones objetivo, sino en función de si generan todo el impacto que deberían.