La mujer, el crecimiento y la inclusión social
Los países desarrollados son aquellos que consiguen implementar políticas que son al mismo tiempo económicamente inteligentes y éticamente correctas. El empoderamiento de la mujer es una de estas políticas en las que el Perú todavía tiene mucho por avanzar, según lo señala el último informe de Proexpansión titulado “El empoderamiento de la mujer: inteligente y correcto”.
Sin lugar a dudas, Perú ha avanzado enormemente en materia económica. Si bien en términos de riesgo país, Perú se acerca mucho a los países de primer mundo, en términos de la brecha de género medida por el indicador del Foro Económico Mundial, Perú todavía tiene el look de un país tercermundista. Por ejemplo, si bien Perú tiene el mismo nivel de riesgo para un inversionista extranjero que Islandia, en términos de igualdad de género en la sociedad y la economía, ambos países tienen un desempeño totalmente opuesto. Mientras Islandia es el líder mundial, Perú se ubica en el puesto 80, dentro del último tercio de calificación mundial. En el año 2010, Perú se ubicaba en el puesto 60.
Empoderar a la mujer es económicamente inteligente. Según un estudio de McKinsey & Company, solo en Estados Unidos, el PBI sería un 25% menor de no tener a mujeres en la fuerza laboral. A su vez, Kavin Daly del Goldman Sachs señala que si se eliminase la brecha de género en el trabajo, los PBI’s de Estados Unidos, Europa y Japón podrían aumentar en un 9, 13 y 16% respectivamente.
Una mayor presencia de las mujeres tanto en la esfera privada como pública tiene la capacidad de asegurar la sostenibilidad del crecimiento pues las mujeres destinan una mayor proporción de los ingresos que los hombres a la familia y este hecho se traduce en más servicios de salud y nutrición para los niños. También, una mayor presencia de las mujeres en la actividad empresarial genera un valor agregado considerable pues introducen en los negocios creatividad, diversidad, innovación y mayor productividad, tal como lo reportan estudios del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Según el estudio titulado “Women Matter: Women at the top of corporations” (Las mujeres importan: Las mujeres en la cima de las corporaciones) de McKinsey & Company, las empresas que tienen a más mujeres en sus directorios, superan de lejos a las empresas que no lo hacen en términos de retorno sobre el patrimonio y otros indicadores de desempeño. En términos de ganancias operativas, según dicho informe, son 56% más rentables que sus pares. Es decir, más mujeres en las empresas no solo significan más mano de obra y más producción sino, como señalan estos autores, probablemente, “mejor” producción.
Empoderar a las mujeres también es políticamente inteligente. De hecho, poco a poco, la historia parece comenzar a validar lo que señala Helen Fisher en su libro “The First Sex: The Natural Talents of Women and How They Are Changing the World” (El primer Sexo: Los talentos naturales de las mujeres y cómo ellas están cambiando el mundo), en el cual señala que cada vez será más evidente que el funcionamiento de ciertos sectores de la economía requerirán más de talentos propios de la mujer. Un ejemplo claro es lo ocurrido en la última pugna entre parlamentarios demócratas y republicanos en Estados Unidos por la aprobación del presupuesto nacional. En medio de este impasse, fueron precisamente mujeres de ambos bandos las que acercaron posiciones, motivando que la revista Time, titulara una nota “Women are the only adults left in Washington” (Las mujeres son los únicos adultos que quedan en Washington).
Empoderar a la mujer es también éticamente correcto: según el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, “las mujeres realizan el 66% del trabajo en el mundo, producen el 50% de los alimentos que se consumen pero solo generan el 10% de los ingresos y poseen el 1% de los activos”. O, en palabras, de Robert Zoellick, ex presidente del Banco Mundial: “Una motivación para el empoderamiento de la mujer es básicamente por una cuestión de justicia y decencia. Las jóvenes merecen tener las mismas oportunidades que los jóvenes de liderar vidas productivas … empoderar a las mujeres es de economías inteligentes”.
¿Qué pueden hacer los países para empoderar más a la mujer? Una de las discusiones más interesantes de la última reunión de Davos fue la titulada “Crecimiento impulsado por el género” (Gender-driven growth). En este debate se discutieron muchas de las distintas políticas que un país podría seguir para empoderar económicamente a las mujeres en la sociedad. Sin embargo, la medida que capturó la atención de la discusión fue la que establece cuotas femeninas al interior de las empresas.
Sobre el particular, Carlos Ghosn, Chief Executive Officer de Renault-Nissan Alliance señaló que no es suficiente esperar que las empresas cambien voluntariamente. Por eso, Nissan Motors Japan introdujo cuotas que incrementaron la participación de las mujeres en altas posiciones al triple del promedio nacional. En sus palabras: “Una cuota fuerza una acción. Una acción fuerza un entrenamiento”.
Asimismo, Christine Lagarde, Managing Director del Fondo Monetario Internacional se mostró a favor de las metas explícitas que permitan a la mujer avanzar en sus carreras profesionales. En pleno debate, Lagarde confesó haber estado durante mucho tiempo en contra de este tipo de medidas. Específicamente señaló: “de un momento a otro me di cuenta de que a menos que tengamos metas claras – si es que no son cuotas – no vamos a poder avanzar lo suficiente”.
Sheryl Sandberg, la Chief Operating Officer de Facebook también resaltó que existen barreras culturales y estructurales que permanentemente impiden que las mujeres avancen en el ámbito laboral. En sus palabras: “El liderazgo está asociado con expectativas masculinas”; “Cuando las mujeres toman acciones que las colocan en posiciones de liderazgo, no nos gustan”. Para ella, revertir este sesgo es crucial no solo para los negocios sino también para asegurar la seguridad y protección de la mujer en el mundo en desarrollo.
¿Funcionarían las cuotas de género en el Perú?