¿Puede el pragmatismo de los países nórdicos ayudar a la inclusión social en Perú?
La historia económica de los países nórdicos―Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, Islandia―es un claro ejemplo de que para alcanzar altos niveles de desarrollo económico y social es mucho más importante el pragmatismo que la ideología.
En los países nórdicos coexisten empresas privadas líderes en sus industrias con un estado grande y eficiente. El sector público intercambia roles, dependiendo del caso, con el sector privado pues no importa quién provea los servicios sino que estos sean accesibles y de calidad para los ciudadanos.
Los políticos, los analistas y los ciudadanos en los países nórdicos no pierden el tiempo-como si lo hacemos en el Perú-discutiendo si el Estado debe ser grande o chico, si debe cumplir algún rol empresarial o no, o si las empresas privadas deben ser reguladas con rigor o tratadas con guantes de seda. En lugar de perderse en estas discusiones, se enfocan el ciudadano, actúan y cumplen con darle a la población seguridad, predictibilidad y oportunidades de acceso a servicios de clase mundial y a mercados de alto poder adquisitivo.
Tres ejemplos vinculados a aspectos que todo ciudadano aspira para su familia, independientemente de su sexo, raza, religión, ideología o condición social:
- Empleo. Dinamarca es un ejemplo de que la mejor manera de promover un mercado de trabajo dinámico es a través de la flexibilidad laboral. En dicho país, es bastante sencillo contratar y despedir personal. En Dinamarca, en lugar de enfrascarse en discusiones ideológicas que solo planteaban soluciones extremas (por un lado, la introducción de rigideces laborales excesivas; y, por otro lado, la desprotección total de los trabajadores), optaron por un modelo que le aseguraba a las empresas flexibilidad en la contratación y despido de los trabajadores y, al mismo tiempo, a los trabajadores, la posibilidad de reinsertarse en el mercado laboral en iguales o mejores condiciones. El programa de apoyo y formación a los desempleados es uno de los mejores del mundo y les permite a los ciudadanos, que atraviesan por una transición laboral por ya no ser requeridos en sus centros de trabajo, mejorar su empleabilidad y relanzar sus carreras cuando las situaciones así lo requieren. Los daneses entendieron que flexibilizar el mercado laboral no es un objetivo en sí mismo para la sociedad sino un fin para promover empresas más prósperas y trabajadores más productivos y felices con su rol en la sociedad.
- Salud. En Dinamarca y Noruega, la administración de los hospitales públicos está en manos de empresas privadas. ¿Qué rol juega el Estado? Define los estándares de atención, supervisa su cumplimiento y asegura que la competencia mantenga precios competitivos en el sector. ¿Significa esto que debe privatizarse completamente la provisión de servicios de salud? No. Lo único que significa esto es que no todos los hospitales del país deben ser públicos. ¿Sería posible pensar en que los hospitales Guillermo Almenara o el Edgardo Rebagliati algún día sean manejados por operadores privados que compitan? Esto es lo que ya ocurre en Dinamarca y Noruega. Y es que al ciudadano no le importa en realidad quién sea el que le provea el servicio sino que este sea accesible y de calidad. España es probablemente el caso más reciente de un país que acaba de ser abofeteado por la realidad: tras apostar con inversiones millonarias por la salud pública administrada por operadores privados, hoy está en pleno proceso de transferir la administración de hospitales a empresas de salud privadas. ¿Debe la salud pública administrada por operadores privados ser más cara para los ciudadanos? No. Si el Estado hace bien su trabajo promoviendo la competencia, no solo debe gastar lo mismo o menos por los servicios de salud sino que, en todos los casos, debería obtener mejor calidad en los servicios. Y los mayores beneficiados deberían ser los ciudadanos.
- Educación. Finlandia tiene el sistema educativo más prestigioso y exitoso del mundo, gratuito y obligatorio desde que un niño nace hasta que concluye un doctorado si así lo desea. Los principios sobre los cuales se ha diseñado el sistema educativo finlandés, más allá de algunas diferencias de método dignas de una discusión más amplia, son tres muy simples: primero, se fijan estándares que se desean alcanzar en términos de rendimiento para los alumnos de distintos niveles; segundo, se mide el desempeño en pruebas aplicables a los centros de enseñanza de todo el país sin distinción y con resultados de difusión pública; y, tercero, se asegura el acceso a niveles de educación más avanzados a todos aquellos estudiantes que cumplan satisfactoriamente con los requisitos académicos vigentes. Así, Finlandia asegura un estándar mínimo de su mano de obra y es capaz de cumplir la promesa de oportunidades de crecimiento en función del talento y el esfuerzo de sus ciudadanos. ¿Tienen que ser todos los colegios privados? No. Pero tampoco tienen que ser todos públicos. Lo que sí deben tener todos es un estándar que debe hacerse cumplir y el rol al que el Estado no puede renunciar es al de hacer transparente la calidad de los centros educativos a través de pruebas de aplicación y difusión general.
Gracias a este tipo de soluciones pragmáticas y no ideológicas, en Dinamarca, Finlandia y Noruega viven las poblaciones más felices del mundo, según el World Happiness Report 2012. Gracias a estas soluciones, ha sido posible construir no solo un entorno económico próspero y sostenible sino también asegurar bajos niveles de corrupción, igualdad de género, salud física y mental, bienestar familiar y cohesión social.
¿Podría el Perú aprender algo de los países nórdicos que pueda ayudarlo a forjar una mayor inclusión social? Sí. La clave es contar con un Estado fuerte y un sector privado comprometido con la inclusión social, ambos capaces de cooperar e intercambiar roles cuando sea necesario. Si el país consigue eso, tendremos familias más felices y una economía más próspera para las próximas generaciones.