Impacto del ciclo político en la BVL
Escribe: Paulo Betancourt, Vicepresidente de Trading Renta Variable de Credicorp Capital.
Cada proceso electoral en el Perú no solo redefine el mapa político, sino también el humor del mercado financiero. La Bolsa de Valores de Lima (BVL) y el tipo de cambio se convierten, una vez más, en los termómetros de la incertidumbre. La volatilidad, las expectativas y la confianza de los inversionistas se mueven al compás de los discursos, las encuestas y los posibles resultados. Pero ¿hasta qué punto el ciclo político determina el rumbo del mercado accionario y del dólar?
En los últimos veinte años, la relación entre política y mercado ha sido innegable. En 2011, el temor a un cambio de modelo económico provocó fuertes caídas en la bolsa y presiones cambiarias. El S&P/BVL Peru General retrocedió más de 20% en semanas. En 2016, la contienda entre candidatos con visiones económicas previsibles ofreció calma: la BVL cerró con ganancias moderadas y el tipo de cambio estable.
En 2021, la incertidumbre política llevó a la bolsa a caer más del 7% en una semana, mientras el dólar superó los S/4.10 por primera vez en su historia. Muchos inversionistas institucionales redujeron posiciones locales, mientras los retails optaron por esperar mayor claridad.
Estos episodios demuestran que la BVL es sensible al contexto político. Más allá de los fundamentos macroeconómicos o del desempeño empresarial, la percepción sobre la estabilidad institucional y el respeto a la inversión privada puede mover los precios de las acciones con rapidez. El tipo de cambio actúa como barómetro de confianza: cuando crece la incertidumbre, aumenta la demanda de dólares; cuando se estabiliza el panorama, el sol recupera terreno.
Durante las elecciones, el comportamiento del dólar reflejó el impacto de las expectativas. Rumores y encuestas alteraban las probabilidades de continuidad económica, generando movimientos abruptos. Sin embargo, una vez definido el resultado y asegurada la estabilidad macro, el mercado cambiario tendía a normalizarse, confirmando que buena parte de la presión era emocional y no estructural.
Curiosamente, los periodos de mayor turbulencia política suelen convertirse en oportunidades para quienes mantienen una visión de mediano plazo. Tras el ajuste de 2011, por ejemplo, el mercado se recuperó impulsado por el cobre y el crecimiento minero. Lo mismo ocurrió tras las elecciones de 2021: luego de la caída inicial, varias acciones peruanas con sólidos fundamentos —particularmente en sectores mineros, bancarios y de consumo— registraron rebotes significativos.
Con el calendario político acercándose a un nuevo proceso electoral, las miradas vuelven a la BVL y al tipo de cambio. El mercado reacciona con antelación, ajustando posiciones según encuestas y promesas. El foco estará en tres elementos: compromiso con la estabilidad macroeconómica y fiscal, respeto al marco institucional y al rol del sector privado, y señales de gobernabilidad y reformas que favorezcan la inversión.
Si el discurso político transmite continuidad y prudencia, el mercado podría reaccionar moderadamente. De hecho, el entorno internacional podría jugar a favor: expectativas de recorte de tasas por parte de la Reserva Federal y recuperación del precio de los metales básicos—en especial del cobre— generan condiciones externas más benignas para los activos peruanos.
En ese escenario, la BVL podría revertir parte del rezago acumulado en los últimos años y captar flujos de inversión. Por el contrario, un discurso populista podría amplificar la volatilidad y mantener al dólar bajo presión.
En un país donde la política cambia rápido, pero las oportunidades estructurales permanecen, el desafío es mantener una mirada serena. La historia muestra que el mercado peruano ha sabido adaptarse y recuperarse. La BVL, pese a su tamaño y liquidez limitada, sigue reflejando una economía con pilares sólidos: baja deuda pública, reservas internacionales altas y un sector minero competitivo. En ese sentido, los movimientos provocados por el ciclo político suelen ser más una cuestión de percepción que de fundamentos.
En última instancia, más allá del dólar o del índice bursátil, la variable que realmente mueve al mercado es la confianza. Y esa —como el sol peruano— puede debilitarse temporalmente, pero siempre encuentra la forma de volver a brillar.

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