IA: la nueva aliada del trading en el mercado peruano
Escribe: Paulo Betancourt, Vicepresidente de Trading Renta Variable de Credicorp Capital.
Hace algunos años, hablar de inteligencia artificial (IA) sonaba a ciencia ficción. Hoy la podemos ver en todas partes: en el celular que usamos para buscar direcciones, en las recomendaciones de series y hasta en los asistentes virtuales que responden nuestras preguntas. Y el mundo de las finanzas no es la excepción, pues cada vez más la IA se convierte en una aliada para quienes invierten en bolsa.
Lo interesante de esta tecnología, que parecía reservada para Wall Street o para gigantes tecnológicos, es que también empieza a encontrar espacio en mercados más pequeños como el peruano. Y aunque la Bolsa de Valores de Lima (BVL) tiene características propias —menos liquidez, fuerte dependencia de los metales y gran sensibilidad a la política local— la IA ofrece herramientas valiosas para quienes buscan entender mejor el mercado y tomar decisiones con mayor seguridad.
Hasta hace poco, invertir en la bolsa combinaba principalmente dos enfoques, el análisis fundamental y el análisis técnico, y ambos métodos requieren experiencia, paciencia y, muchas veces, una dosis de intuición. En esa línea, la IA no viene a reemplazar esto, sino a potenciarlo; procesando datos en segundos, encontrando relaciones que el ojo humano no ve y sugiriendo escenarios futuros con mayor precisión. En palabras simples, permite pasar de depender solo del instinto a contar con tecnología que ayuda a reducir la incertidumbre.
Por ejemplo, imaginemos a un inversionista interesado en acciones mineras como Southern Copper o Buenaventura. Un algoritmo entrenado con precios del cobre, variaciones del tipo de cambio y titulares de la prensa local podría anticipar cómo reaccionarán estas acciones en los próximos días. Lo que a una persona le tomaría horas de cálculos y lecturas, la IA lo resuelve en segundos. Y justamente el mercado peruano tiene peculiaridades que lo hacen un campo interesante para aplicar inteligencia artificial.
Por un lado, está la gran influencia de los metales. El precio internacional del cobre o del oro suele marcar el ritmo de varias de las acciones más importantes de la BVL. Aquí, un modelo de machine learning puede cruzar información de la Bolsa de Metales de Londres con datos locales y anticipar cómo impactará en Lima una caída o subida de estos commodities.
Por otro lado, está la política, siempre presente en la vida económica del país. Cambios de gabinete, anuncios regulatorios o debates sobre los retiros de fondos de AFP generan volatilidad en la bolsa. Herramientas de procesamiento de lenguaje natural pueden analizar miles de noticias y publicaciones en redes sociales para medir si el sentimiento general es optimista o pesimista, y así anticipar cómo podría reaccionar el mercado.
Asimismo, también hay espacio para usar IA en la construcción de portafolios más balanceados. En lugar de depender solo de fórmulas tradicionales, un algoritmo puede sugerir combinaciones que mezclen acciones de la BVL, bonos soberanos y ETFs internacionales, ajustando riesgos, según el perfil del inversionista.
Finalmente, está la detección de operaciones atípicas. En un mercado pequeño como el nuestro, a veces aparecen movimientos bruscos en acciones de baja negociación. Un modelo de IA puede identificar patrones extraños y alertar sobre posibles irregularidades, protegiendo tanto a inversionistas minoristas como a reguladores. La tecnología no es un lujo, sino una herramienta que, adaptada a nuestra escala, puede hacer más eficiente y atractivo el mercado local.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. La IA necesita datos, y en el Perú la información histórica es más limitada que en otras plazas. Además, implementar soluciones sofisticadas requiere inversión y talento humano capacitado, algo que todavía es escaso en la intersección entre finanzas y programación.
Y, por supuesto, está el riesgo de confiar demasiado en la tecnología. La IA no es infalible: un modelo puede equivocarse si surge un evento inesperado, como una crisis política o un fenómeno climático. Por eso, lo ideal es verla como un apoyo, no como un reemplazo del criterio humano.
A pesar de los retos, las oportunidades son enormes. La Superintendencia del Mercado de Valores (SMV) podría usar IA para reforzar la supervisión y detectar irregularidades de manera más temprana. Las casas de bolsa locales podrían ofrecer servicios de asesoría digital (robo-advisors), que ya son comunes en otros países, pero casi inexistentes en el Perú.
Además, universidades y centros de investigación podrían formar a una nueva generación de profesionales capaces de combinar finanzas con programación y análisis de datos. Estos futuros “quant traders” podrían marcar un antes y un después en el desarrollo del mercado local.
La inteligencia artificial llegó para quedarse, y en el mercado peruano puede marcar la diferencia porque no solo ayuda a procesar información con rapidez y anticipar riesgos, sino que abre la puerta a un mercado más moderno, competitivo y atractivo.
Para los inversionistas, significa pasar de depender únicamente de la intuición a contar con un socio tecnológico capaz de ofrecer una visión más amplia y precisa. Para el mercado en general, representa la oportunidad de dar un salto cualitativo y ponerse al nivel de otras plazas de la región.
El reto está en no quedarse atrás porque, al final, quienes incorporen la IA a su forma de invertir estarán mejor preparados para navegar la volatilidad, aprovechar oportunidades y construir un futuro financiero más sólido.

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