El riesgo electoral
Este año el riesgo electoral ha estado muy presente en los mercados. Al respecto, y a pesar de que ya hemos pasado las elecciones en India, Sudáfrica, México, el parlamento europeo, Reino Unido y Francia -solamente por mencionar algunos casos relevantes, de hecho, en el mundo emergente ya se llevaron a cabo una docena de elecciones- todavía nos falta la elección de Estados Unidos (EE. UU) en noviembre. Revisando un reporte encontré un dato muy interesante: el 2024 es un año con elecciones que impactarían a 4 billones de personas que, de manera conjunta, representan más del 60% del PBI global.
¡Y vaya que hemos visto sorpresas en este frente a lo largo del año! Por ejemplo, en el caso de India, las encuestas daban un número muy alto de sitios en el Lok Sabha o también llamada cámara baja del Parlamento para la Alianza Democrática Nacional, liderada por el partido de Narendra Modi, asegurando así una mayoría. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados, lo que generó incertidumbre y una elevada volatilidad en la bolsa de este país (el Nifty 50 cayó 5.93% luego de los resultados, su peor caída en los últimos 4 años). De la misma manera, en el caso de México no hubo sorpresas con respecto al ganador (en este caso ganadora, Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista) y eso estaba completamente descontado en los mercados. Sin embargo, lo que no era esperado fue su alto grado de respaldo y la fuerza que tuvo a nivel parlamentario. Esto último cambió el panorama político y el lunes, post elecciones, vimos una caída cercana al 6% en la bolsa mexicana, una depreciación de casi 4% en su moneda y un impacto muy importante en los precios de los bonos del gobierno de dicho país. En el caso de India, la bolsa de valores se ha venido recuperando y ahora se encuentra en nuevos máximos, pero la volatilidad que se dio en torno a esta elección fue bastante elevada. Mientras que, en el caso de México, tanto el mercado de acciones como el tipo de cambio aún se encuentran en niveles inferiores a los vistos previo a la elección. Como leí hace unos días en un reporte de un banco extranjero: en ambos casos, ni habiendo salido ganador el/la candidato(a) que se esperaba, se pudo evitar una fuerte volatilidad en el mercado.
Este tipo de sucesos y reacciones de mercado no han sido exclusividad de los países emergentes. Por ejemplo, en el caso de las elecciones para el parlamento europeo, lo que se gatilló -ante una estrepitosa derrota de su partido ante la extrema derecha- fue una inesperada convocatoria a elecciones anticipadas por parte del presidente francés Emmanuel Macron. Las mismas se llevaron a cabo y el resultado final fue un inesperado repunte de la izquierda que, si bien eliminaba el riesgo de la derecha como fuerza mayoritaria en el parlamento, ahora trae la incertidumbre por el bloqueo que se pudiera generar en el gobierno. Más allá de eso, los mercados reaccionaron a esta convocatoria anticipada (y fuerza mostrada por los partidos de extrema derecha) eliminando todas las ganancias acumuladas en el año para la bolsa francesa y con un impacto relevante en los bonos del gobierno de ese país. A pesar de que los resultados finales fueron mejor a los esperados inicialmente, los activos franceses (acciones y bonos) siguen mostrando un efecto negativo por lo sucedido.
Ahora, ¿qué se podría esperar de las elecciones en EE. UU? Revisando datos de los procesos electorales llevados a cabo en dicho país desde 1968 se pueden encontrar varias cosas interesantes. Por ejemplo, en escenarios similares al actual (un demócrata de incumbente); solamente en tres ocasiones los demócratas permanecieron en el poder, mientras que en cuatro oportunidades cedieron la posición a un republicano. Asimismo, se observa que los años electorales suelen presentar rendimientos especialmente más altos en el tercer trimestre del año (vs. la tendencia histórica), aunque generalmente compensados por un primer semestre no tan positivo (a diferencia de lo que hemos visto este año, con un retorno del S&P 500 mayor a 15% durante los primeros seis meses). Sin embargo, cuando se trata de procesos más cerrados, el periodo septiembre-noviembre tiende a presentar correcciones más pronunciadas. Por otro lado, la data muestra que, luego de la elección, mayormente se materializa la típica fuerza de diciembre y enero en los mercados. Tomando en consideración que el candidato republicano, Trump, es actualmente el favorito en las encuestas, ello implicaría[1] un dólar más fuerte entre septiembre y noviembre (+3.2% para el índice DXY[2]) y que continúe esa tendencia durante su mandato. De la misma manera, este resultado favorecería el desempeño de sectores como consumo discrecional, energía, tecnología, bienes raíces y empresas de servicios públicos.
Más allá de lo que diga la historia (se piensa que Mark Twain es el autor de la frase “la historia no se repite, pero muchas veces rima”[3]), hay que estar atentos a la evolución de estos eventos, tomar las medidas preventivas del caso (incorporar seguros en los portafolios, medir nuestra exposición total, etc.), evitar la especulación y, sobre todo, mantener la calma. El no hacer esto puede tener efectos importantes en nuestro portafolio, pero eso ya será materia de una siguiente columna.