La Fed: ¿sólo un replanteamiento de los escenarios?
Miércoles 18 de diciembre, el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC) presidido por Jerome Powell, trajo abajo las expectativas del mercado respecto a mayores ganancias corporativas y menores tipos de interés; así, en la tarde de dicho día el mercado terminó, como se dice en rojo casi en su totalidad, con retrocesos en las valorizaciones de importantes corporaciones componentes del Índice Industrial Promedio Dow Jones, que agrupa a las 30 empresas de mayor calificación de la economía estadounidense, y que ya venían experimentando descensos en las últimas 10 jornadas.
La Tabla 1 muestra una revisión en las expectativas, de miembros y presidentes del Fed, sobre variables de alto impacto; que si bien, los mercados especulaban no tan positivamente sobre ellas, no se esperaban un cuadro de este tipo.
El enfoque estuvo centrado en la tasa ¨Target¨ promedio de los Fondos Federales del Fed y la inflación. Para la primera, el prometió de tipos de interés se replanteó hacia arriba de 3.4% a 3.9% para el 2025, y para el 2026 de 2.9% a 3.4%; por su parte, la inflación del PCE (Índice de Precios del Gasto de Consumo Personal), tomada hoy en consideración para el análisis de la Fed, las expectativas, también, se revisaron al alza, pasando de 2.2% a 2.5% para el 2025, y por encima de 2% para el 2026.
De otra parte, las perspectivas sobre el crecimiento del PBI y la Tasa de Desempleo no fueron, tampoco, halagüeños. En efecto, un PBI con tendencia decreciente, que a largo plazo se encuentre por debajo de 2%, lo ideal hubiese sido con tendencia creciente hacia un 3%; y una tasa de desempleo en 4.3% para el 2025 y 2026, no resultan prometedores para la renta variable de EE.UU.
Pero este cuadro se hace más complicado para los objetivos de una estrategia de inversión y portafolio. En efecto, si apreciamos el telón de fondo en que subyacerían dichos portafolios, nos encontramos frente a riesgos mayores; los cuales se puede descomponer en tres aspectos de tipo estratégico.
Uno de estos es ya conocido, la política comercial del futuro gobierno de D. Trump, la misma que es el principal instrumento guerra, que se empleará bajo la figura de guerra “comercial” contra China; esto para consolidar el poder hegemónico de EE. UU. a nivel mundial, y que si bien por sí solos acarrearan un ajuste de precios, no inflación; la naturaleza inflacionaria de la política se encuentra en cómo se financiará, ¿será recurriendo a la creación de dinero a través de la Fed?, de ser afirmativa la respuesta, esto plantearía el tema de un rebrote inflacionario, y surgimiento de tensiones entre Trump y Powell. El miércoles durante la clásica rueda de prensa que ofrece la Fed a los medios, se observó a un Powell con ánimo de hacerse respetar. Sabemos que Trump es de la idea de bajar tipos de interés y con intenciones de limitar la autonomía de la Reserva Federal.
Un segundo aspecto, es el manejo del déficit público de los EE. UU, que ha alcanzado cifras máximas. Este se encontraría afectado por la reducción de la tasa de impuesto a la renta que forma parte del esquema estratégico de Trump para hacer de nuevo a EE. UU. la gran nación. El éxito de esta política tributaria dependerá de la elasticidad de la inversión respecto a generar ingresos y tributos que contrarresten la reducción del impuesto a la renta, dentro de un marco de protección arancelaria. Para ello, Trump parte de una condición necesaria, llegar a una paz negociada en Ucrania, y la reducción de la “ayuda” militar a dicho país. Existe incertidumbre si la política arancelaria a seguir cubrirá la reducción de la carga tributaria proveniente del impuesto a la renta.
Un tercer aspecto, es la fragilidad con que se deja a los aliados de Europa, particularmente a Alemania y Francia, ambos países hoy quebrados económicamente, y cargando con Ucrania. Esta situación, trae riesgos, puesto que no sólo representan menores ingresos para las compañías estadounidenses que mantienen negocios con la Unión Europea (UE); sino que, el fortalecimiento de EE. UU. afecta al euro haciéndolo que este se debilite frente al dólar USA. Pero Europa por sí misma seguirá acarreando con los efectos adversos de la guerra en Ucrania, y su asociación incondicional a la administración estadounidense, que les significa continuar con el problema del costo de la energía, y la dependencia futura del gas proveniente de EE. UU. y que se almacenará en Ucrania.
No olvidemos a China; mirar a este país, por principio, es mirar el fruto del árbol prohibido. China viene recuperándose respecto al 2022; sin embargo, el crecimiento del PBI se espera, de acuerdo con el FMI, en alrededor del 4.2% (aún bajo); su sistema bancario requiere fortalecerse, se encuentra deteriorado. Pero China, no es exactamente una economía de mercado, el dirigismo que ejerce el Estado comandado por un solo partido, el Partido Comunista, impide realizar reformas que rompan con el modelo actual, y ofrezca confianza a los inversionistas.
La complejidad estructural de la que hemos tratado hará que este año se manifieste mayor volatilidad en los llamados mercados. Hoy las expectativas de mayor rentabilidad en EE. UU. es algo que aún persiste, no en sí sólo por su resiliencia y capacidad de innovación; sino, porque el resto del mundo no se percibe mejor.
Consideramos por ello que los portafolios deben no sólo diversificarse, sino, encontrase balanceados, con renta variable de compañías con potencial en EE. UU. (algo Japón), en un mercado con precios considerados hoy como “altos” y por ello con riesgo de reversión; pero estas posiciones se pueden compensar con activos de renta fija del Tesoro de los EE. UU, ETF del oro e incorporar opciones financieras, manteniendo una porción importante en liquidez.