¿Quiénes contaminan más? ¿Las empresas o las ciudades?
Se trata de una pregunta que quizás está mal planteada ya que las actividades de la mayoría de las empresas se desarrollan en las ciudades y no se puede distinguir completamente entre los impactos de estas y aquellas. En una ciudad, por ejemplo, los domicilios y las empresas descargan su desagüe al mismo sistema de alcantarillado y envían sus residuos, en principio, al mismo relleno sanitario.
En buena cuenta, las grandes áreas de territorios que ocupan las ciudades y el gran número de sus habitantes –ambos en aumento– generan múltiples impactos ambientales y contaminación que a lo largo de los años siguen un proceso acumulativo negativo. En el caso peruano, las ciudades cuentan con muy limitados sistemas de gestión de residuos sólidos y de tratamiento de aguas servidas(1).
Aquí algunos datos vinculados a la contaminación en las ciudades peruanas:
- De acuerdo a las cifras del INEI cada limeño, en promedio, genera 0.89 kg por día de residuos. Se trata de una gran cantidad de basura que debería disminuir; sin embargo, el problema más grave no es ese, sino la falta de infraestructura para su disposición final. De las 1,750 municipalidades que informaron el 2014 sobre el destino de los residuos que recolectaron, solo 554 indicaron que los disponían en rellenos sanitarios, otras 1,239 informaron que simplemente los disponían en botaderos ilegales, mientras que 53 indicaron que los vertían directamente a un río, laguna o al mar (cifras del INEI).
- La Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Arequipa recibió más de 500 denuncias por contaminación en el 2014. La mayoría de ellas por emisiones de humos, contaminación sonora y el uso indebido de tierras agrícolas.
- El pasado diciembre El Comercio informó que la playa Carpayo del Callao fue considerada la más contaminada de Sudamérica por la organización Ocean Conservancy.
Podría hacer una lista interminable de información y notas periodísticas sobre contaminación en las ciudades peruanas y la contaminación industrial; sin embargo, ese no es el fin de esta nota. Lo que me interesa es poner en el tapete el tema de la priorización ambiental, porque la contaminación en nuestro país es grande y nuestros recursos son pocos. Por lo tanto, deben ser utilizados eficientemente destinándolos para atender primero los problemas ambientales prioritarios.
Hay, entonces, una pregunta que es más importante que la anterior: ¿cuáles son los problemas ambientales de atención prioritaria en el Perú? Porque la contaminación es diversa y ocurre en el aire, en el agua y en el suelo; además de que tiene muy diferentes fuentes, tanto naturales como vinculadas a la actividad del hombre –domicilios, industrias, comercios, actividades agropecuarias, vehículos privados y de transporte público, etc. –.
Son muchísimos los problemas ambientales que aquejan a nuestro país y exigen un ineludible trabajo científico de priorización pendiente por parte del Estado. La severidad, la dimensión y la urgencia son factores que deberían determinar la prioridad para atender unos problemas antes que otros.
Sin embargo –y acá viene el problema de fondo– creo que la “politización” de lo ambiental ha hecho que la ciencia no determine la prioridad en la acción ambiental tutelar del Estado peruano, sino la coyuntura. Una coyuntura de conflictos socio-ambientales irresueltos, de un Estado que no ha adoptado una política ambiental en los hechos y de una institucionalidad gubernamental fragmentada con entidades públicas que no comparten los mismos objetivos.
(1) Lima sería, a partir de este año, la ciudad de excepción en cuanto al desagüe. Según fuentes oficiales, con la puesta en marcha de la planta de tratamiento de aguas servidas de Taboada, además de la planta de La Chira, el 100% de las aguas residuales de la ciudad serían tratadas antes de ser vertidas al mar.