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Lorenzo de la Puente

Foto del autor: Lorenzo de la Puente

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La Costa Verde es para las personas, no para los vehículos

Esta semana apareció una nota en los medios anunciando barreras burocráticas y legales que estarían impidiendo el buen desarrollo de la Costa Verde. Por su lado, las autoridades competentes se han defendido pero no contribuyen a mejorar este espacio vital de Lima. Incluso, en uno de sus recientes editoriales, El Comercio la ha llegado a llamar “costa de nadie“.
En materia de bienes colectivos, como en todo en la vida, los problemas no se pueden solucionar mediante la creación de entidades públicas, si es que no existe una decisión compartida entre los involucrados y concretada a través de la autoridad competente. Precisamente, esa decisión (una decisión política) es la que hoy hace falta para salvar a la Costa Verde de un futuro similar al del valle de Lima. 

Son más de cinco alcaldes distritales los que tienen jurisdicción sobre ella, además de la alcaldesa de Lima, la “Autoridad del Proyecto Costa Verde”(APCV) y, respecto del área acuática, la Dirección General de Capitanías y Guardacostas.
De una mesa redonda convocada por El Comercio, cuyos textos fueron transcritos el pasado sábado 25 de enero, he extraído las siguientes citas que pretenderían diagnosticar el problema de este bello lugar que nos ha regalado la naturaleza:
Jorge Muñoz (alcalde de Miraflores): “falta de liderazgo”
Salvador Heresi (alcalde de San Miguel): “lamentable actitud pasiva”
Maritza Zuta (Municipalidad de Barranco): “toda la zona es de riesgo”
Gustavo Dángelo (presidente de la APCV): “vacíos de responsabilidad”
Javier Sota Nadal (presidente de EMAPE): “individualismos”
Jorge Ruiz de Somocurcio (arquitecto y urbanista): “problemas de gestión”
Los políticos y funcionarios públicos a veces tienden a echarse la culpa entre ellos para salvar responsabilidad y, en ese trance, los problemas se agravan y las soluciones no llegan. 
A continuación quiero listar algunos criterios que, desde una perspectiva urbanista y ambiental, deberían tener presente las autoridades para definir el futuro de la Costa Verde.

1. Se trata del único espacio natural que existe en la ciudad. Con una belleza que no se compara a ningún otro sitio que rodee la gran Lima, es un lugar muy especial para disfrutar y beneficiarse de la naturaleza.

2. Toda actividad que se piense desarrollar en la Costa Verde debe estar subordinada a una prioridad: las actividades de recreo de los habitantes de Lima. Para todas las demás actividades ya están los espacios de una Lima hecha por el hombre.

3. No debe ser utilizada como solución al desastre del transporte en Lima, ocupándola con una avenida que sigue creciendo y que está a punto de convertirse en una autopista que separará el mar de la ciudad.

4. Debe facilitarse el acceso peatonal, tanto en verano como en invierno. ¿No se podría acaso instalar funiculares a lo largo de ella?

5. Las municipalidades distritales deben poner servicios higiénicos suficientes para todos los que visiten las playas de la Costa Verde.

6. En cada una de las playas se deben entregar en concesión pequeñas áreas de servicio, sujetando tal derecho a precios que estén al acceso de todos. 

7. Las municipalidades distritales deben prestar servicios de seguridad y limpieza de las playas, fomentando entre los usuarios una cultura de respeto a este espacio público.

8. En una ciudad de las particularidades de Lima, la Costa Verde no debe ser ocupada por centros comerciales ni infraestructuras que perjudiquen el entorno natural que la caracteriza. Para grandes inversiones en infraestructura ya está la selva de cemento. 

9. Lo que ha ocurrido con los valles de Lima, “borrados” por el crecimiento urbano desordenado, no debe repetirse en la Costa Verde.

10. De hacerse un plan de desarrollo para la Costa Verde, éste deberá pasar por una Evaluación Ambiental Estratégica en la que puedan participar todos los ciudadanos preocupados por ella. De no ser así, tal plan será ilegal. 
Y permítanme un comentario final. Recuerdo cómo cambió el parque de El Olivar cuando la Municipalidad de San Isidro decidió devolver ese espacio público a los ciudadanos. Costó esfuerzo y tiempo, pero hoy ya no hay prostitución ni ladrones en el lugar, sólo familias y amigos que disfrutan de él.
Con la Costa Verde podemos hacer lo mismo, pero las autoridades municipales deben dejar de ser un obstáculo (por su pasividad).

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