¡Bienvenida la época de vacas flacas!
A mí no me contraría tanto que vayamos a entrar en una época de vacas flacas. Lo digo teniendo presente el impacto adverso que nuestra descentralización y la convulsión social han causado en el entorno de la minería formal, y pensando también en el “lado positivo” que tendría una significativa disminución de las inversiones. Porque si fuera que la lógica de los últimos años ha sido que a mayor inversión mayor conflicto; entonces, tendríamos que darle la bienvenida a una época de vacas flacas.
Porque si las personas que utilizan los proyectos mineros para “hacer política” creando conflictos socio ambientales, buscando poder y futuros cargos públicos, ya no van a poder hacerlo; bienvenida la época de vacas flacas.
Porque si algunos políticos de “pancarta antiminera” y los “antimineros de oficio” -no los de convicción- ya no van a recibir “ingresos” y por tanto dejarán de manipular a la población; bienvenida la época de vacas flacas.
Porque si algunos alcaldes y presidentes de gobiernos regionales ya no utilizarán el dinero del canon minero para construir estatuas de Jesús con su fisonomía, levantar costosos monumentos a la maca y al puma, construir inmensos sombreros de concreto en las plazas, alzar millonarios obeliscos a la biodiversidad y replicar a la Estatua de la Libertad de Nueva York; bienvenida la época de vacas flacas.
De otro lado y viendo el problema con una perspectiva distinta, si el Estado no va a poder mejorar la Administración pública para atender la creciente demanda de procedimientos administrativos, ocasionando problemas a las empresas, tal como sucede en la DIGESA, la ANA, el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Energía y Minas; bienvenida la época de vacas flacas.
Igualmente, si el Estado no va a poder disminuir el excesivo tiempo que se toma para otorgar los permisos, perjudicando así a los proyectos de inversión -algunos permisos que deben ser otorgados en treinta días, como la autorización de tratamiento y vertimiento de aguas, son entregados en ocho meses-; bienvenida la época de vacas flacas.
Porque si el Estado está tan abrumado por los conflictos contra la minería que no puede definir una eficaz política de ordenamiento territorial -un orden plasmado realmente en el territorio, con un catastro nacional integrado- logrando así que las inversiones no lleguen de cualquier manera a cualquier lugar de la República; bienvenida la época de vacas flacas.
Si en el actual entorno de conflicto el Gobierno nacional no puede imponer su autoridad -ius imperium- para hacer valer los títulos habilitantes que otorga a los inversionistas al interior del país, tal como paso con Conga, bienvenida la época de vacas flacas.
En resumidas cuentas, ¿de qué nos sirve seguir recibiendo más y más inversiones si es que los problemas de fondo no sólo no se resuelven sino que se agravan? Creo que antes que más inversión minera, los peruanos necesitamos reflexionar sobre lo ocurrido hasta el momento y, de ser necesario, replantearnos la relación entre Estado, industria extractiva y ciudadanos.