Presidente imperial en casa, emperador en el extranjero. La política exterior estadounidense con un poder ejecutivo sin restricciones
La ofensiva de Trump contra el gobierno federal ha mermado la capacidad de los estados estadounidenses. Su menoscabo de los derechos constitucionales básicos y su hostilidad hacia la inmigración han hecho que EEUU sea inhóspito para los visitantes que enriquecen el país y contribuyen a su productividad e innovación. Su desprecio por las normas y las leyes ha debilitado la credibilidad estadounidense y lo ha convertido en un socio internacional poco fiable, e incluso en una amenaza temible.
Trump gobierna tras el desmantelamiento casi total de los controles y contrapesos en el poder ejecutivo, al menos en política exterior y seguridad nacional. Desde los atentados del 11-S, el Congreso ha otorgado a la presidencia cada vez más poder en asuntos exteriores y la Corte Suprema se ha mostrado reticente a imponer restricciones significativas.
El resultado es que Trump puede hacer prácticamente lo que quiera en cualquier tema, incluso mínimamente relacionado con la política exterior o la seguridad nacional: enviar a no ciudadanos a campos de prisioneros en El Salvador, imponer aranceles radicales, desmantelar los compromisos de ayuda exterior ordenados por el Congreso, intimidar a aliados, cortejar a autócratas, aceptar regalos lujosos de las monarquías, desplegar militares en las calles e incluso reunir a las fuerzas armadas en un desfile para su cumpleaños.
La autora
Con estas palabras Elizabeth N. Saunders inicia el artículo en Foreign Affairs del pasado 16 de junio de 2025. Ella es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia. Sus intereses de investigación y docencia se centran en la seguridad internacional y la política exterior estadounidense, incluyendo la presidencia y la política exterior, y la política del uso de la fuerza.
También fue profesora en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y miembro en la Brookings Institution. Tiene una licenciatura en física, astronomía y astrofísica por la Universidad de Harvard; una maestría en relaciones internacionales por la Universidad de Cambridge; y un doctorado en ciencias políticas por la Universidad de Yale.
Dictador y emperador
Afirma Saunders que los politólogos que estudian las autocracias reconocen esto como lo que es: la política exterior de un dictador. Sin restricciones, el presidente es funcionalmente equivalente a un dictador en el ámbito de la seguridad nacional: alguien capaz de convertir cualquier impulso en política a su antojo. Aunque Trump no puso en marcha el proceso que ha liberado a la presidencia de esta manera, ahora es su mayor beneficiario.
La incapacidad del Congreso para exigir responsabilidades a Trump por la insurrección del 6 de enero y la decisión de la Corte Suprema de otorgar a los presidentes una inmunidad generalizada en 2024 destruyeron las restricciones restantes. La presidencia estadounidense ha sido imperial durante mucho tiempo. Pero no fue hasta el segundo mandato de Trump que un presidente intentó realmente actuar como un emperador.
Daños y destrucción
La autora señala que es difícil cuantificar la magnitud de la destrucción que la segunda administración Trump ha causado en la maquinaria de la política exterior y la seguridad nacional. Pero vale la pena catalogar tres amplias categorías de daños que, en conjunto, conducen a una sola conclusión: Trump ha diezmado la diplomacia estadounidense.
Trump ha devastado la capacidad de los estados estadounidenses. Mediante el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), se ha desmantelado la fuerza laboral federal. Se han fomentado despidos y cesantías, el acoso a los empleados restantes y, en el caso de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el desmantelamiento de agencias enteras. Algunas de estas acciones fueron ilegales, pero para cuando los tribunales pudieron intervenir, muchas eran irreversibles.
Confianza soslayada
Trump también ha erosionado la confianza y la buena voluntad hacia EEUU. Los ejemplos más flagrantes se produjeron cuando intimidó a los líderes visitantes de países amigos: Ucrania y Sudafrica. Otro golpe a la diplomacia estadounidense llegó el 2 de abril, cuando Trump lanzó una bomba arancelaria sobre la economía global.
Desde entonces, múltiples tribunales han declarado ilegales muchos de sus aranceles, lo que sugiere que quizás aún quedan algunos controles sobre la política exterior presidencial. Pero Trump tiene otras vías para imponer aranceles y eludir los tribunales. Más importante aún, el daño a la credibilidad estadounidense está hecha al hacer tambalear los acuerdos existentes y las relaciones comerciales de larga data, junto con las alianzas comerciales más recientes.
Salidas complejas
Saunders señala que no habrá una salida fácil tras el ataque de Trump en su segundo mandato. No se trata solo de que la pérdida de personal sea mucho mayor en escala y alcance, con la supresión de expertos en áreas que en gran medida escaparon a la primera administración Trump, incluyendo las agencias científicas cruciales para la innovación estadounidense.
Reconstruir la pericia y la experiencia de la burocracia federal será tarea de una generación, no de una administración. Cuando, inevitablemente, lleguen las crisis, EEUU podría perder las herramientas, la competencia y la capacidad general para abordarlas.
Sin rendición de cuentas
La autora señala que esta administración hace evidente el vacío de rendición de cuentas que ha destruido los controles y contrapesos dentro y fuera del poder ejecutivo. Ahora ha demostrado cuánto poder aún puede acumular la presidencia y qué sucede cuando un líder sin interés en respetar los límites de este poder toma las riendas.
Como se comentaba antes, estas mayores prerrogativas surgieron desde el 11-S, pero los estadounidenses siguen viviendo en el orden político interno creado desde esa fecha. Con un aparato presidencial altamente militarizado que puede actuar con casi total impunidad siempre que el presidente invoque la seguridad nacional. El Congreso se ha mantenido prácticamente al margen y ni siquiera ha podido revocar las autorizaciones para el uso de la fuerza militar en Afganistán (2001) e Irak (2002).
Luego, en julio de 2024, la Corte Suprema, siempre dispuesta a controlar el poder presidencial en asuntos exteriores y especialmente deferente en materia de seguridad nacional, le dio a Trump una carta de salida al dictaminar que el presidente gozaba de inmunidad sustancial ante el enjuiciamiento por prácticamente cualquier acción relacionada con sus funciones oficiales. El fallo no solo detuvo los procesos federales relacionados con el 6 de enero, así como por su presunto manejo indebido de documentos clasificados.
Personalismo
La autora nos recuerda que los estudiosos de las relaciones internacionales solían dividir el mundo entre las democracias y el resto. Sin embargo, la última década de investigación ha dejado claras las diferencias muy reales entre los regímenes autoritarios y las implicaciones para su política exterior y decisiones de seguridad nacional. En algunas autocracias, los líderes se enfrentan a restricciones reales. Otras autocracias son dictaduras verdaderamente personalistas; en las que nada impide que el líder tome decisiones erráticas, incluyendo el inicio de guerras imprudentes.
En materia de política exterior y seguridad nacional, la presidencia presenta ahora las características de una dictadura personalista. Es improbable que cambie la tradicional deferencia de los tribunales hacia el presidente en materia de política exterior. El segundo gobierno de Trump está utilizando la política exterior como pretexto para sus acciones legalmente cuestionables como detener y deportar a los estudiantes extranjeros que participaron en las protestas universitarias de 2023.
Mal presagio
Saunders anota que el gobierno está cumpliendo mínimamente las órdenes judiciales y, en muchos casos, pisoteando el debido proceso básico con tanta rapidez que los tribunales no pueden evitar graves daños a personas e instituciones. El hecho de que funcionarios del gobierno hayan utilizado repetidamente la política exterior para justificar sus extralimitaciones demuestra que comprenden bien la libertad de acción que tienen en este ámbito.
Esta desaparición de las limitaciones impuestas al presidente es un mal presagio para la política exterior estadounidense y mundial. Los estudios sobre el personalismo presentan un panorama sombrío. Sin restricciones, incluso de las élites del círculo íntimo del líder, los dictadores personalistas son propensos a desventuras militares, decisiones erráticas y políticas contraproducentes.
Algunas características
La autora nos recuerda que muchos académicos han descubierto que los dictadores personalistas tienden a ser más agresivos militarmente. También tienden a querer más del mundo, adoptando posturas que fortalecen su propia posición nacional e internacional. Trump reflexionó sobre la compra de Groenlandia durante su primer mandato; en el segundo, ha hablado abiertamente del uso de la fuerza militar contra Dinamarca, un aliado de la OTAN, para adquirirla.
La politización de las fuerzas armadas, un proceso que también antecede a Trump, también es una seria preocupación. Los dictadores personalistas temen a las fuerzas armadas y priorizan minimizar las amenazas a su poder sobre el desempeño en el campo de batalla. Aunque las fuerzas armadas estadounidenses aún están lejos de ese punto, Trump está abusando de su posición como comandante en jefe. Por ejemplo, en respuesta a las protestas contra sus políticas migratorias desplegó la Guardia Nacional y la Infantería de Marina en Los Ángeles, a pesar de las objeciones de las autoridades locales.
Eliminar contrapesos
Saunders plantea que la erosión del sistema de pesos y contrapesos interno tiene enormes implicaciones para el mundo. EEUU, para bien o para mal, ha dominado el orden global como una democracia imperfecta durante 80 años Aceptó limitaciones a su poder al vincularse a nuevas instituciones internacionales, redactó las reglas de ese orden —que, por supuesto, fueron muy beneficiosas—.
El segundo gobierno de Trump ha hecho mucho más que retirarse de acuerdos y organizaciones internacionales. La propia naturaleza del nuevo gobierno estadounidense —irresponsable, ilegal, opaco, corrupto, arbitrario y errático— lo convierte en un socio poco propicio para la cooperación. Es difícil imaginar que Washington vuelva a la normalidad pre-Trump. Trump ha socavado la capacidad del país para desempeñar un papel significativo y confiable en el mundo.
Los gobiernos extranjeros, incluidos los de sus aliados, no se mostrarán complacientes una vez que Trump deje el cargo. Un EEUU capaz de cambiar de política a diario, tratar con crueldad a quienes sirven a su gobierno y tomar medidas imprudentes no es confiable.
Ajustar cuentas
Saunders propone que deben asumir la difícil pero esencial tarea de confrontar las violaciones pasadas de las leyes y las normas. Los funcionarios de esta administración, incluidos los miembros del gabinete, deben responder por sus acciones: ante los tribunales si cometieron delitos y mediante audiencias que evalúen sus acciones y permitan a los funcionarios electos y al público juzgar si violaron sus juramentos. Pero será crucial trazar una línea divisoria entre quienes incurrieron en conductas ilegales, poco éticas o inconstitucionales y quienes simplemente sirvieron a los objetivos políticos habituales de la administración Trump.
En segundo lugar, deben revitalizar y reconstituir las instituciones y los mecanismos de rendición de cuentas. Los presidentes deben querer garantizar controles sobre su poder; los líderes deben pensar en cómo se sentirían si un presidente de otro partido pudiera actuar sin restricciones. El Congreso puede y debe desempeñar un papel en el control del ejecutivo. Pero en una era de extrema polarización, pérdida de experiencia y cobardía legislativa, es probable que el Congreso siga eludiendo su responsabilidad de frenar los excesos del poder presidencial, finaliza la autora.

:quality(75)/blogs.gestion.pe/herejias-economicas/wp-content/uploads/sites/128/2019/08/herejias-economicas.jpg)