Una visión estadounidense de cómo terminar la guerra comercial y construir un nuevo orden económico global
Hace poco más de un mes presentamos en este espacio las propuestas de D. Rodrik (2024) y M. Pettis (2025). Estas procuraban la construcción de un nuevo orden económico internacional más consistente y plural, a la par de flexible y minimizando daños — lo más ideal—; lo cual implicaba en la práctica celebrar una reunión internacional como lo fue la conferencia de Bretton Woods en 1944. Sin embargo, la presencia de Trump condiciona que esto sea poco probable. Emily Kilcrease y Geoffrey Gertz, acaban de publicar una propuesta alternativa desde una mirada estadounidense sobre como detener la actual guerra comercial y reordenar la economía global.
El artículo de Kilcrease y Gertz se publicó en la Revista Foreign Affairs el 9 de junio de 2025. La primera autora es investigadora senior y directora del Programa de Energía, Economía y Seguridad del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense. Trabajó en la primera administración Trump y de Biden siendo Representante Comercial Adjunta para Inversiones. Él es parte del mismo programa y fue director de Economía Internacional del Consejo de Seguridad Nacional.
Antecedentes
Los autores nos recuerdan que el 2 de abril se anunció un nuevo y radical programa de aranceles destinado a reequilibrar el comercio estadounidense. Los aranceles fueron sorprendentemente altos, lo que provocó una ola de ventas en la bolsa y una fuga de activos estadounidenses, inusuales reprimendas de algunos republicanos en el Congreso e indignación diplomática en todo el mundo.
Tras una semana se anunció una pausa de 90 días en la mayoría de los aranceles específicos de cada país, lo que llevó a sus homólogos extranjeros a buscar acuerdos antes de que se agotara el plazo. Los fallos judiciales estadounidenses que cuestionan la legalidad de los aranceles del presidente han aumentado la incertidumbre. El caos en la política comercial ya ha causado daños, reduciendo el crecimiento y generando predicciones pesimistas sobre el futuro de la economía mundial.
Nueva oportunidad
Sin embargo, hay algo de cierto en la insistencia del presidente en que el sistema de comercio internacional necesita un reajuste. La desconfianza hacia el libre comercio ha aumentado en ambos partidos políticos estadounidenses. Los gobiernos de todo el mundo están cada vez más dispuestos a intervenir en sus economías para salvaguardar sus intereses nacionales. El orden comercial global liderado por EEUU se ha desmoronado. No hay vuelta atrás y en lugar de intentar retroceder el tiempo, se debería presionar a la administración para que impulse la necesaria transformación del orden comercial global.
Para Kilcrease y Gertz los aranceles disruptivos pueden generar una oportunidad a pesar del comportamiento errático del Trump. EEUU conserva ventajas estructurales arraigadas que le otorgan el poder de liderar un nuevo esfuerzo comercial. Muchos países dependen del mercado estadounidense, y pocos ven a China como una alternativa viable. La mayoría de las principales economías buscarán un acuerdo con EEUU incluso después de verse afectadas. Por lo tanto, Washington puede aprovechar sus guerras comerciales para lograr una reestructuración del sistema económico internacional.
Para lograrlo, la administración Trump debe ir más allá de asegurar simples victorias a corto plazo —como acuerdos puntuales de compra de materias primas estadounidenses o treguas arancelarias temporales— y dejar de intimidar a sus socios comerciales. En su lugar, debe construir un nuevo conjunto de reglas y normas que faciliten la integración entre Estados con ideas afines y los desvinculen de los adversarios, especialmente China.
Enfrentar el caos
Kilcrease y Gertz anotan que, tras la Segunda Guerra Mundial, EEUU lideró un proceso para crear un conjunto de normas económicas que promovían un orden comercial abierto y multilateral. El país firmó acuerdos bilaterales y multilaterales de libre comercio e inversión. Estableció instituciones como el GATT y, posteriormente, la OMC. Estos organismos y normas proporcionaron estabilidad económica y política, fomentaron los flujos comerciales y de inversión, y ofrecieron a los socios comerciales mecanismos fiables, pacíficos y legales para resolver sus disputas. A su vez Washington consideraba que el orden económico basado en normas era vital para su propia prosperidad e intereses estratégicos.
Pero EEUU ya no es la única superpotencia. China es la mayor potencia comercial del mundo en términos de bienes, tras haber ascendido alejándose de los principios del mercado y creando enormes fricciones en el orden económico global. Muchos países, incluido EEUU aplican políticas industriales, pero el abuso sistemático del sistema comercial abierto por parte de China es un caso aparte. Ahora, en lugar de un orden unipolar basado en el liderazgo estadounidense, se caracteriza ahora por la aparición de centros de poder alternativos y, en muchos países, por una priorización de las preocupaciones de seguridad sobre la eficiencia económica.
¿Reinició duradero?
Kilcrease y Gertz señalan que, si la administración Trump espera obtener una victoria en sus guerras comerciales, debe usar los aranceles como palanca para alcanzar objetivos comerciales claros y alcanzables y no objetivos mutuamente incompatibles. Se han ofrecido diversas justificaciones para los aranceles: que reindustrializarán EEUU, aumentarán los ingresos del gobierno, reducirán los déficits comerciales e inducirán a otros países a tomar medidas que los beneficien. Los aranceles selectivos podrían ayudar a la administración a lograr algunos de estos objetivos, pero no todos, y ciertamente no todos a la vez por lo que se tiene que priorizar objetivos.
Quizás el mayor desafío sea establecer la credibilidad de que cumplirá con cualquier compromiso futuro. Las guerras comerciales de Trump con Canadá y México ponen de relieve este punto, ya que los aranceles violan las normas que él mismo negoció durante su primer mandato en virtud del T-MEC de 2020. Para los autores no existe una solución sencilla para el problema de credibilidad. La administración Trump llegó al poder decidida a demostrar que sería una fuerza disruptiva que no se sujetaría a las normas vigentes. Las primeras medidas se basaron principalmente en poderes de emergencia. Este enfoque ya ha conducido a resultados ridículos, como los aranceles punitivos a las Islas Heard y McDonald, habitadas principalmente por pingüinos.
Propuesta
Según Kilcrease y Gertz el presidente cuenta con diversas vías legales para alcanzar sus objetivos. La administración podría utilizar instrumentos como la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, que aborda las prácticas comerciales desleales, y la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, que permite imponer aranceles o tomar otras medidas correctivas por motivos de seguridad nacional. Estos mecanismos requieren investigaciones basadas en hechos y la opinión pública, lo cual contradice el estilo unilateral de Trump. Sin embargo, le dan la oportunidad de descubrir y abordar consecuencias imprevistas. El ritmo más lento de éstas también brinda al sector privado tiempo para prepararse y adaptarse, en lugar de desorganizar sus cadenas de suministro de la noche a la mañana.
Washington también debe aclarar qué espera de sus aliados. Actualmente, los socios comerciales ni siquiera saben qué pueden hacer para obtener una reducción arancelaria. Los gobiernos extranjeros salen confundidos de las reuniones con la administración Trump. La opacidad de la administración se interpone en su propio camino. Un restablecimiento duradero del sistema comercial es posible, pero solo si considera a los aliados como parte de la solución y no del problema.
Moderación
Trump ha mostrado poco interés en adoptar un enfoque más deliberado y metódico en las negociaciones o en recalibrar sus medios para alcanzar fines más alcanzables. Pero el caos desatado por sus políticas comerciales ya está chocando con restricciones externas (Tribunales y el Congreso). Esta reacción podría impulsarlo hacia una vía más moderada.
Los consumidores estadounidenses están descontentos con la obsesión arancelaria del presidente y anticipan mayor inflación. Y si los tenedores de bonos del gobierno vuelven a entrar en pánico, Trump podría verse obligado una vez más a anunciar una pausa arancelaria. La administración haría bien en anticiparse a estas crecientes presiones externas adoptando un enfoque más predecible. Ajustar continuamente los aranceles indica incoherencia, quizás incluso debilidad, tanto para aliados como para adversarios.
Vía alternativa
Tras haber utilizado aranceles para sacar a sus socios comerciales de su complacencia, EEUU puede colaborar con estos países para negociar un reajuste del sistema comercial que preserve muchas de las ventajas del antiguo sistema y corrija sus deficiencias, anotan Kilcrease y Gertz. El punto de partida debería ser flexibilizar el principio de no discriminación y aceptar que la política comercial diferenciará entre los socios comerciales y permitirá que las democracias se favorezcan mutuamente. De hecho, esto simplemente reflejaría el hecho de que EEUU ya trata a China, su principal adversario geopolítico, de forma diferente a otros socios comerciales.
EEUU debería seguir comerciando con China en manufactura de bajo costo, agricultura y algunas otras áreas. Pero en sectores más estratégicos, como chips y productos farmacéuticos, Trump debería priorizar la reducción del riesgo de China, como lo hizo durante su primer mandato. El gobierno debería mantener aranceles específicos que permitan a EEUU desarrollar capacidad en estas industrias críticas. Además, Washington debería realizar inversiones significativas en manufactura nacional, investigación y diseño, coordinándose con otras economías importantes siempre que sea posible.
Socios integrados
Si China y EEUU se desvinculan parcialmente, los estadounidenses podrían sufrir algunas dificultades económicas. Para compensar la pérdida comercial, Washington deberá profundizar la integración económica con socios y aliados afines. Esto ayudará a EEUU y a sus socios a compensar las pérdidas y a aumentar la producción en sectores esenciales para una sólida base de defensa, tecnología e innovación, necesaria para la competencia a largo plazo con China. Para ello, deberán coordinar el uso de controles de exportación, supervisión de inversiones y medidas de seguridad de datos.
También deberán abordar el exceso de capacidad y las prácticas comerciales desleales de China en industrias clave, como el acero y el aluminio. Estas medidas contribuirán a generar expectativas compartidas sobre cuándo las restricciones al comercio y la inversión son legítimas por motivos de seguridad nacional, fomentando la previsibilidad y la estabilidad en el nuevo orden de seguridad económica.
Círculos concéntricos
Kilcrease y Gertz postulan que Trump debería aspirar a un orden futuro compuesto por los siguientes círculos concéntricos: profunda integración económica y de seguridad para aliados y socios cercanos; intercambio predecible y basado en normas entre la mayoría de los países; y una cuidadosa reducción del riesgo de los competidores. Dicho orden proporcionaría un marco más estable para el mundo actual.
Para lograrlo, Washington debería buscar establecer compromisos jurídicamente vinculantes con sus socios cercanos que proporcionen la claridad, la coherencia y la credibilidad que requieren las empresas y los gobiernos. Los acuerdos marco de 90 días que la administración ha estado negociando deberían ser normas más concretas que se definirán en los próximos meses. Si, en cambio, los acuerdos marco se tratan como fines en sí mismos, sin un seguimiento ambicioso, el impacto arancelario no compensará los modestos beneficios resultantes.
Colofón
Las propuestas de Kilcrease y Gertz constituyen un planteamiento moderado e interesante desde el establishment estadounidense. Es claramente superior a la situación actual, que beneficiaría a sus socios cercanos y aliados formales, pero que podría poner en aprietos al Perú al estar más cerca de la China. Hay que estudiar escenarios y diseñar alternativas para hacerle frente si se llegara a concretar.

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