¿Un puente al desarrollo? Cambios en el comercio de América Latina con Estados Unidos y China
Están equivocados quienes piensan que una mayor relación comercial con la China va a contribuir a que América Latina (AL) y en particular el Perú transiten en un sendero hacia el desarrollo. Al respecto, a mediados de 2020 anotábamos en esta columna que la naturaleza de la relación comercial y de inversiones entre nuestro país y el gigante de Asia asemejaba más a una vinculación propia del siglo XIX que del XXI. Esa nota se derivó de un estudio colectivo para la ONG Derecho, ambiente y recursos naturales en 2019.
En ese momento se cumplían diez años de nuestro tratado de libre comercio (TLC) con ese país. Hay mucha mitología en torno a este acuerdo y de los otros que hemos suscrito. Nuestras exportaciones hacia China son básicamente de productos mineros, hidrocarburos y pesqueros, las materias primas de siempre. Asimismo, en adición a los productos agropecuarios no tradicionales se exportan textiles y otros con muy pequeños montos. Muy pocos bienes de mayor procesamiento de las materias primas y de contenido tecnológico.
Andrés Wainer, economista argentino, en una dirección similar a la nuestra acaba de publicar un artículo académico con el título de esta nota. Este ha sido incorporado en la revista mexicana Problemas del Desarrollo, vol. 54, núm. 213, de abril-junio 2023. El estudio es de interés para nuestro país con el objetivo de entender la problemática y coadyuvar a reformular nuestra estrategia productiva y exportadora.
Resumen
A través del texto se analiza el impacto que ha tenido la emergencia de China en las relaciones comerciales de AL con Estados Unidos (EE.UU). Para ello, se indaga en el comercio exterior de las seis economías más grandes de la región: México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Perú, en relación con las dos potencias señaladas.
Se plantea que, si bien las crecientes relaciones comerciales con China pueden contribuir a mitigar la histórica dependencia mostrada por los países latinoamericanos de la economía norteamericana, ante la ausencia de una estrategia de desarrollo propia, tienden a profundizar un perfil de inserción internacional pasivo basado en las tradicionales ventajas comparativas que ofrecen los recursos naturales y/o la baratura de la mano de obra.
Antecedentes
Según el autor, el ascenso de China en la economía mundial dio lugar en AL a la existencia de dos vertientes opuestas sobre las potencialidades, ventajas y desventajas de una asociación estratégica con dicho país: la optimista y la pesimista. En la primera se considera que la industrialización de China tuvo un efecto indirecto positivo sobre la cuenta corriente del balance de pagos y sobre el nivel de actividad de los países latinoamericanos, productores de materias primas, al generar una mejora en los términos de intercambio.
En este sentido, un incremento en las relaciones comerciales y financieras con China es visto como una oportunidad para reducir la influencia estadounidense. Por el contrario, la visión pesimista afirma que el estrechamiento de las relaciones económicas con China enfrenta a los países de la región a una involución caracterizada por una reprimarización de sus estructuras productivas.
Hipótesis
El autor plantea que los países de la región y sus respectivas burguesías se enfrentan a una creciente tensión entre seguir estrechando sus lazos comerciales y financieros con China o mantener su tradicional subordinación a EE.UU.
Retomando algunas de las principales contribuciones del pensamiento estructuralista latinoamericano y de la teoría de la dependencia, se plantea, a modo de hipótesis, que las crecientes relaciones comerciales con el gigante asiático, si bien pueden contribuir a mitigar la histórica sujeción que han mostrado los países latinoamericanos a las políticas norteamericanas, difícilmente permitan la superación de la situación de subdesarrollo y dependencia bajo las actuales condiciones.
Ello debido a que, ante la ausencia de proyectos nacionales de desarrollo, estas tienden a profundizar el tradicional perfil de inserción internacional basado en las ventajas comparativas que ofrecen los recursos naturales y/o la baratura de la mano de obra.
Estructura
Luego de la introducción se presenta una breve digresión teórica sobre algunos aportes del estructuralismo latinoamericano y del dependentismo para pensar las consecuencias que tiene un patrón de especialización productiva asentado sobre ventajas comparativas basadas en recursos naturales.
Posteriormente, se realiza una caracterización general de las relaciones comerciales de AL con EE.UU. y China durante las últimas dos décadas, para continuar con un análisis de las exportaciones e importaciones de los países de la región con cada una de las potencias. Finalmente, el artículo cierra con unas breves reflexiones sobre los cambios observados y las potencialidades y límites que ofrece el nuevo escenario para los países de la región.
Elementos teóricos
El autor acude a diversos referentes del estructuralismo latinoamericano que consideran como una de las características centrales del subdesarrollo el concentrar sus exportaciones mayormente en materias primas y derivados. Esto traería al menos dos problemas aparejados: por un lado, llevaría a un aumento en la brecha de productividad y del ingreso con los países desarrollados en tanto el cambio tecnológico es más pronunciado en la actividad industrial que en el sector primario; por otro lado, esta situación sería agravada por la tendencia al deterioro de los términos de intercambio para los países exportadores de materias primas y derivados.
Asimismo, entendiendo que la exportación de mercancías con bajo valor agregado o con escaso contenido tecnológico generado endógenamente se refleja una estructura industrial poco competitiva y con escasa densidad nacional, lo cual suele operar como un obstáculo para lograr mejoras significativas y duraderas en términos de ingresos y de distribución del ingreso. En este sentido, un patrón de especialización comercial basado en la exportación de productos primarios hace que estos países operen en las relaciones internacionales de producción como una especie de extensión de recursos naturales de los países industrializados, impulsando el desarrollo de las fuerzas productivas con base en las necesidades de estos últimos.
Relación comercial
Según Wainer las estructuras importadoras de los países de AL no variaron significativamente (siendo mayoritariamente compradores de manufacturas con contenido tecnológico), pero sí lo hizo parcialmente el origen de los bienes. Y ello ya no sólo abarca, como en un primer momento, a manufacturas intensivas en mano de obra, pero con bajo contenido tecnológico; sino que se da crecientemente en aquellos bienes con mayor tecnología incorporada. Es decir, China se abastece en la región de productos primarios y algunas manufacturas derivadas y le provee mayormente bienes industriales cada vez más complejos tecnológicamente.
En este sentido, el creciente intercambio comercial con China y el relativo desplazamiento de EE.UU. no ha redundado en una mayor diversificación de las canastas exportadoras de los países de AL. Al contrario, el lugar ocupado por los países de la región en la división internacional del trabajo se vio reforzado, ya que China no sólo compra bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales, sino que ha desplazado parcialmente las ventas de productos industriales entre países de la región.
Conclusiones
China se posiciona con un fuerte peso como destino de las ventas externas de los países de AL, lo cual coincidió con una menor participación relativa de EE.UU. En las últimas dos décadas el cambio ha sido tan notable, que el país oriental se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y ocupa el segundo lugar para Argentina (sólo superado por Brasil), Colombia y México que lo mantienen con EE.UU. pero perdiendo participación en el tiempo.
Wainer señala que el incremento del comercio con China no deriva en una diversificación y complejización de las exportaciones de AL, por el contrario, refuerza las tendencias a la reprimarización de las mismas. Solo han ganado peso las producciones y exportaciones de bienes primarios y manufacturas derivadas, sino que el ingreso de manufacturas chinas a la región ha dificultado –en las ramas de mayor complejidad– la competencia de los productos locales en los mercados internos, así como también en terceros mercados.
Lo positivo
Efectivamente, la relación con China permitió a los países de AL incrementar significativamente sus exportaciones (en cantidades y precios), lo cual ha tenido consecuencias positivas al reducir las necesidades de financiamiento externo. Dado que este último usualmente estuvo condicionado directa o indirectamente por EE.UU., esta situación permitió ampliar la autonomía de las políticas llevadas adelante por los países de la región.
No hay duda de que existe cierto potencial para el desarrollo tecnológico vinculado a la producción primaria que aún no ha sido debidamente aprovechado, en parte por el peso que tienen las grandes empresas transnacionales en AL. En este sentido, es poco lo que estas grandes firmas invierten en investigación y desarrollo en los países de la región, puesto que la mayor parte de estas tareas se lleva a cabo en sus países de origen y en otras filiales instaladas en países desarrollados. De hecho, los principales avances en materia de innovación tecnológica a nivel local en este tipo de producciones primarias se originan, directa o indirectamente, de agencias y firmas estatales.
Oportunidades
Según el autor una mayor planificación y un incremento en la participación estatal directa en las producciones primarias podría contribuir a incrementar la incorporación local de conocimiento. En definitiva, la inserción comercial de los países latinoamericanos se apoya fundamentalmente en ventajas comparativas estáticas (recursos naturales o mano de obra barata), mientras que China opera cada vez más con base en ventajas dinámicas, complejizando un entramado industrial que la convirtió en la fábrica del mundo.
En este sentido, el gigante asiático se ha venido industrializando a partir de una planificación centralizada, de la política industrial y otras políticas en armonía con el sector privado mientras que la mayoría de los países de AL vio mermar sus capacidades estatales de la mano de los programas y las reformas neoliberales adoptados en los años noventa del siglo XX.
Los procesos de desindustrialización que sufrieron las economías latinoamericanas no tienen que ver con haber alcanzado la ansiada madurez en materia de desarrollo, más bien con haber dejado la orientación de los factores de la producción librada a la mano invisible del mercado. Sólo escapa parcialmente a esta trayectoria el caso mexicano.
Ruta al desarrollo
Según Wainer parece difícil que la emergencia de China contribuya por sí misma a la consecución de un proceso de desarrollo regional. Para poder aprovechar las oportunidades que presenta el nuevo escenario internacional, los estados de AL deben construir proyectos de desarrollo nacional que les permita avanzar estratégicamente en las cadenas globales de valor a nivel mundial.
La pasividad con la que la mayor parte de AL se ubicó en el nuevo escenario mundial no parece estar disociada del carácter que presentan sus clases dominantes, las cuales terminaron convirtiéndose en socios menores del capital extranjero, o bien compitiendo pacíficamente con él a partir de la explotación de ventajas comparativas vinculadas a los recursos naturales. En este sentido cabe preguntarse si las actuales burguesías latinoamericanas y sus respectivos Estados nacionales poseen la capacidad de llevar adelante proyectos de desarrollo que procuren modificar el lugar al que ha sido relegada la región en la división internacional del trabajo finaliza el autor.