Banco Mundial: Aumenta el riesgo de una estanflación global
El Banco Mundial (BM) publicó la semana pasada su informe sobre perspectivas económicas mundiales de junio de 2022. Las noticias no son alentadoras. La invasión de Rusia a Ucrania y sus efectos en los mercados de productos básicos, las cadenas de suministro, la inflación y las condiciones financieras han intensificado la desaceleración del crecimiento mundial.
Según el BM un riesgo clave para las perspectivas es la posibilidad de una elevada inflación global acompañada de un crecimiento débil, que recuerda la estanflación de los años setenta. Esto daría lugar a la aplicación de una política monetaria restrictiva en las economías avanzadas (también en las emergentes y en vías de desarrollo), lo que a su vez podría provocar tensión financiera incluyendo algunos mercados emergentes y economías en desarrollo. No se menciona en el resumen que esta también tendría efectos negativos sobre la demanda, producción, empleo y ocupación en todas partes del mundo.
En el informe no se anotan las grandes asimetrías distributivas generadas durante la pandemia del covid-19 y proyectadas hacia adelante que impactarían negativamente sobre el crecimiento. Según este organismo internacional se necesita una respuesta normativa contundente y amplia para impulsar el crecimiento, reforzar los marcos macroeconómicos, reducir las vulnerabilidades financieras y apoyar a los grupos vulnerables.
Previsión general
Se prevé que el crecimiento mundial descienda del 5.7 % en 2021 al 2.9 % en 2022, un porcentaje considerablemente menor que el 4.1 % que el BM anticipó en enero de 2022. Se prevé que oscile en torno a ese ritmo durante el período 2023-24, a medida que la guerra en Ucrania afecte la actividad, la inversión y el comercio en el corto plazo; la demanda reprimida se disipe, y vayan eliminándose las políticas monetarias y fiscales acomodaticias.
Como resultado de los daños derivados de la pandemia y la guerra, este año, el nivel de ingreso per cápita de las economías en desarrollo se ubicará casi un 5 % por debajo de su tendencia previa a la pandemia. Según el presidente del BM los mercados están expectantes, por lo que es urgente fomentar la producción y evitar las restricciones comerciales. Se requieren cambios en las políticas fiscales, monetarias, climáticas y de endeudamiento para contrarrestar la asignación inadecuada de capital y la desigualdad.
Semejanzas 70s
La coyuntura actual se asemeja a la de la década de 1970 en tres aspectos principales: perturbaciones continuas del lado de la oferta que favorecen la inflación, precedidas por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las principales economías avanzadas; perspectivas de menor crecimiento, y vulnerabilidades que los mercados emergentes y las economías en desarrollo afrontan respecto de la aplicación de una política monetaria restrictiva que será necesaria para poner freno a la inflación señala el BM.
Sin embargo, el episodio actual también difiere del que se vivió en los años setenta en múltiples dimensiones: el dólar es fuerte, lo que refleja un marcado contraste con la grave debilidad que tenía en esa década; los porcentajes de aumento de los precios de los productos básicos son menores, y los balances de las principales instituciones financieras son en general más sólidos.
Anotan también que a diferencia de los años setenta, los bancos centrales de las economías avanzadas y muchas economías en desarrollo tienen, en la actualidad, mandatos claros para la estabilidad de los precios y, durante las últimas tres décadas, han establecido un historial creíble de cumplimiento de sus metas de inflación. No obstante, el BM omite señalar los peligros de una subida excesiva de las tasas de referencia de política monetaria que están realizando las principales economías de nuestra región (Brasil y México) e intermedias (Chile, Colombia y Perú) que están impactando negativamente en la demanda y producción nacionales.
Amenaza y desafíos
El BM señala que si las expectativas inflacionarias dejan de estar ancladas, como ocurrió en la década de 1970 como resultado de una inflación continuamente elevada y reiteradas crisis inflacionarias, los aumentos de las tasas de interés requeridos para reencauzar la inflación conforme a las metas serán superiores que los que prevén los mercados financieros en la actualidad. Este contexto, según el BM, aumenta el espectro de aumentos abruptos en las tasas de interés que, si bien permitieron controlar la inflación, también desencadenaron una recesión mundial en 1982. Esa recesión mundial también coincidió con una serie de crisis financieras y marcó el comienzo de un prolongado período de escaso crecimiento en muchas economías emergente y en desarrollo.
Para el BM si se intensifican las actuales presiones estanflacionarias, posiblemente las economías emergentes y en desarrollo afrontarían otra vez graves desafíos, debido al anclaje menos sólido de las expectativas inflacionarias, el aumento de las vulnerabilidades financieras y el debilitamiento de las bases que sustentan el crecimiento. Este contexto hace que se torne urgente reforzar sus defensas fiscales y externas, fortalecer sus marcos de política monetarias e implementar reformas para reactivar el crecimiento.
Precios energía
Los precios de la energía afectan el crecimiento y la inflación a través de efectos directos sobre los precios y la actividad, tanto para importadores como para exportadores, así como a través de efectos indirectos por medio del comercio y otros mercados de productos básicos; respuestas en materia de política monetaria y fiscal, e incertidumbre en materia de inversiones.
Las simulaciones netas basadas en modelos sugieren que las revisiones al alza de los precios de la energía, incluidos los precios del petróleo, el gas natural y el carbón, podrían reducir la producción mundial en alrededor del 0.5 % en 2022 y de forma acumulada en alrededor del 0.8 % en 2023. Las economías avanzadas experimentarían una reducción acumulada en la producción del 0.9 % en 2023 y las economías emergentes y en desarrollo importadoras de petróleo una reducción de la producción del 0.6 %.
Según el BM para amortiguar los efectos negativos sobre los hogares, se debe priorizar el apoyo específico temporal a los grupos vulnerables en lugar de los subsidios a la energía, ya que estos últimos podrían retrasar la transición hacia una economía con cero emisiones de carbono, causar distorsiones y conducir a desequilibrios fiscales.
América Latina (AL)
La guerra está teniendo efectos considerables en la región a través del alza de precios de los productos básicos y el debilitamiento del crecimiento mundial. Los ingresos de exportación y la situación fiscal de algunos países exportadores de productos básicos regionales se están beneficiando, pero los efectos económicos positivos se ven contrarrestados por el aumento de los precios al consumidor, una confianza más débil y el aumento de las tasas de interés nacionales y mundiales señala el BM. Como ven los problemas no son solo del Perú.
La inflación ha aumentado muy por encima de las metas de los bancos centrales y ha ejercido presión financiera sobre los hogares (y las empresas). Las medidas generales para enfrentar la inflación, así como los precios de los alimentos y los combustibles, se han acelerado rápidamente. En respuesta, las autoridades monetarias han subido significativamente las tasas de interés oficiales y han indicado que se producirán nuevos aumentos.
Perspectivas AL y Perú
El BM prevé que el crecimiento regional se desacelerará marcadamente hasta llegar al 2.5 % en 2022, luego de un repunte posterior a la pandemia del 6.7 % en 2021. El crecimiento se desacelerará aún más en 2023, a solo un 1.9 %, antes de repuntar ligeramente a un 2.4 % en 2024. La desaceleración regional refleja el endurecimiento de la situación financiera, el debilitamiento del crecimiento de la demanda externa, la rápida inflación y la gran incertidumbre en materia de políticas en algunos países. Se espera que el PBI per cápita de toda la región aumente solo un 0.6 % entre 2019 y 2023.
Los precios de las principales exportaciones de AL serán sustancialmente más altos en 2022 (aunque hasta ahora hay una ligera disminución respecto de 2021), pero los beneficios para el crecimiento se verán limitados por una respuesta lenta de la producción de algunos productos básicos y por el aumento de los costos de los insumos, incluidos la energía y los fertilizantes. Las políticas fiscales se basarán ampliamente en el crecimiento a corto plazo, a medida que las autoridades monetarias restringen las políticas para combatir la inflación y continúa la retirada del apoyo fiscal relacionado con la pandemia.
Según el BM, en Chile y Colombia, el crecimiento se desacelerará bruscamente a medida que la recuperación posterior a la pandemia dé lugar a un endurecimiento de las políticas. En Perú, el aumento de la producción minera debería respaldar el crecimiento, pero la incertidumbre se hará sentir en la inversión. Se prevé que en el Perú el crecimiento del PBI se entre 2022 y 2024 de 3.1%, 2.9% y 3% respectivamente. Estas tasas para 2022 y 2023 son ligeramente inferiores a las previstas por el BCRP.
Propuestas
En el informe del BM se destaca la necesidad de tomar medidas de política a nivel nacional y mundial para evitar que la guerra provoque peores consecuencias para la economía mundial. Esto deberá incluir esfuerzos globales para limitar los daños provocados a quienes se hayan visto afectados por la guerra, amortiguar el impacto del alza en los precios del petróleo y los alimentos, agilizar el alivio de la deuda y ampliar la vacunación en los países de ingreso bajo. También implicará contar con enérgicas respuestas de la oferta a nivel nacional y, a la vez, mantener el adecuado funcionamiento de los mercados de productos básicos a nivel mundial.
Además, los encargados de formular las políticas deberán abstenerse de implantar políticas distorsionadoras, como controles de precios, subvenciones y prohibiciones de exportación, que podrían acrecentar el reciente aumento en los precios de los productos básicos. En el contexto complejo de una mayor inflación, un menor crecimiento, una situación financiera más restrictiva y un limitado espacio para la política fiscal, los Gobiernos deberán redefinir la prioridad de los gastos para orientarlos a brindar apoyo específico a las poblaciones vulnerables.
Límites BM
Desafortunadamente, el BM continúa siendo más ortodoxo que el FMI. No nos sugiere que las economías tengamos políticas de seguridad alimentaria y energética en una perspectiva de mediano y largo plazo. Se trataría, según ellos, de mantener la provisión de alimentos y energía de acuerdo con las ventajas comparativas y dizque el libre comercio. Por otra parte, a la par de que plantean políticas de atención a las poblaciones vulnerables no nos dice de donde se van a obtener esos recursos tributarios adicionales. Nada sobre la necesidad de una política impositiva directa que incida en los sectores de mayores niveles de riqueza e ingresos.
Creen que nuestras economías son plenamente competitivas, cuando aumenta la presencia de oligopolios. Se olvidan de que hay sistemas de regulación de precios inteligentes como los aplicados a las medicinas, por bandas, en Colombia y otros países. Para ellos no hay un problema grave con relación a la cada vez mayor desigualdad al interior de las economías y respecto de los superricos globales. La redistribución del ingreso no les interesa, al igual de la importancia de diversificar nuestras estructuras productivas y exportadoras. Toda política industrial es negativa; el fortalecimiento del planeamiento estratégico es poco relevante. Ellos se olvidaron de que la apertura comercial y financiera indiscriminada han consolidado las asimetrías y desigualdades entre las naciones.