Mapa de riesgos mundial, regional y del Perú 2022-2032
El objetivo de un buen gobierno es cumplir eficazmente el mandato de sus ciudadanos; mejorar de manera sostenida y sostenible las condiciones de vida de las personas y de su entorno. Atender las urgencias del presente con mirada hacia adentro y afuera de mediano y largo plazo y concretar, en democracia, las reformas económicas, estructurales, productivas, institucionales y sociales que sean necesarias por el bien de todos.
Somos parte de un mundo que se transforma en todo momento. No es posible la acción de gobernar ignorando los retos que tenemos desde el ámbito internacional. Su lista es larga y delicada; no son simples elementos para tomar en cuenta; sino que muchos de estos se deben enfrentar de manera colectiva. A la lista tradicional donde se ubica el cambio climático, destrucción de biodiversidad, cambios demográficos, entre otros, se suma ahora la pandemia del covid-19, un cambio tecnológico más acelerado y la elevación de las desigualdades que afectan la economía, la cohesión social, la gobernabilidad y estabilidad política.
Todos los años el Foro Económico Mundial (FEM) prepara un informe sobre los principales riesgos de la economía mundial a corto, mediano y largo plazo. En esta oportunidad, no solo incorporó el mapa global a partir de la aportación de casi 1,000 expertos y líderes globales, sino que incluyó las opiniones de más de 12,000 líderes a nivel nacional que identificaron riesgos críticos a corto plazo (próximos dos años) para 124 países, incluido el Perú. Ojalá dejemos el cortoplacismo, de mirarnos al ombligo y soslayar lo que está ocurriendo fuera de nuestras fronteras.
Énfasis social y ambiental
A nivel global los encuestados perciben los riesgos sociales, en forma de erosión de la cohesión social, crisis de la calidad de vida y deterioro de la salud mental, como los que más han empeorado desde que comenzó la pandemia. Solo el 16% de los encuestados se siente positivo y optimista, y solo el 11% cree que la recuperación mundial se acelerará.
La mayoría espera que los próximos tres años se caractericen por una volatilidad constante y múltiples sorpresas o trayectorias disímiles que distanciarán a los países. Durante los próximos cinco años, los encuestados nuevamente señalan los riesgos sociales y ambientales como los más preocupantes.
Sin embargo, en un horizonte de 10 años, la salud del planeta domina las preocupaciones. Los riesgos ambientales se perciben como las cinco amenazas a largo plazo más críticas para el mundo, así como las más dañinas para las personas y el planeta (fracaso de la acción climática, clima extremo y pérdida de biodiversidad).
También señalaron las crisis de la deuda y las confrontaciones geoeconómicas como algunos de los riesgos más graves en los próximos 10 años. Los riesgos tecnológicos, como la desigualdad digital y la falla de la ciberseguridad, son otras amenazas críticas a corto y mediano plazo para el mundo; pero estos retroceden en las clasificaciones hacia el largo plazo.
Recuperación económica divergente
Las perspectivas siguen siendo débiles. En el momento de redactar el informe (finales de 2021) se esperaba que la economía mundial fuera un 2.3 % más pequeña para 2024 de lo que hubiera sido sin la pandemia. El aumento de los precios de las materias primas, la inflación y la deuda son riesgos emergentes.
Las consecuencias económicas de la pandemia se están agravando con los desequilibrios del mercado laboral, el proteccionismo y la ampliación de las brechas digitales, educativas y de habilidades que corren el riesgo de dividir el mundo en rutas divergentes.
En algunos países, la rápida implementación de vacunas, las transformaciones digitales exitosas y las nuevas oportunidades de crecimiento podrían significar un regreso a las tendencias previas a la pandemia en el corto plazo y la posibilidad de una perspectiva más resistente en un horizonte más largo. Sin embargo, muchos otros países se verán frenados por las bajas tasas de vacunación, el continuo estrés agudo en los sistemas de salud, las brechas digitales y los mercados laborales estancados.
Cortoplacismo
Las presiones internas a corto plazo dificultarán que los gobiernos se concentren en las prioridades a largo plazo y limitarán el capital político asignado a las preocupaciones globales. La erosión de la cohesión social es una de las principales amenazas a corto plazo en 31 países, incluidos Argentina, Francia, Alemania, México y Sudáfrica del G20.
Se espera que las disparidades que ya eran un desafío para las sociedades se amplíen: se proyecta que 51 millones de personas más vivirán en la pobreza extrema en comparación con la tendencia anterior a la pandemia, con el riesgo de aumentar la polarización dentro de las sociedades. Al mismo tiempo, las presiones internas promueven más nacionalismos y fracturas mayores en la economía global que se producirán a expensas de la ayuda y la cooperación internacional.
Fracaso acción climática
Los encuestados del FEM clasifican el fracaso de la acción climática como la principal amenaza a largo plazo para el mundo y el riesgo con los impactos más graves durante la próxima década. El cambio climático ya se está manifestando rápidamente en forma de sequías, incendios, inundaciones, escasez de recursos y pérdida de especies, entre otros impactos.
Los gobiernos, las empresas y las sociedades se enfrentan a una presión mayor para enfrentar las peores consecuencias. Sin embargo, una transición climática desordenada caracterizada por rutas divergentes en todo el mundo y entre sectores separará aún más a los países y dividirá las sociedades, creando barreras para la cooperación internacional.
Ciberamenazas
La creciente dependencia de los sistemas digitales, intensificada por el covid-19 ha alterado las sociedades. En los últimos 18 meses, las industrias han experimentado una rápida digitalización, los trabajadores se han pasado al trabajo remoto siempre que ha sido posible, han proliferado las plataformas y los dispositivos que facilitan este cambio. Al mismo tiempo, las amenazas a la ciberseguridad están creciendo y están superando la capacidad de las sociedades para prevenirlos o responder a estas de manera efectiva.
Las barreras de entrada más bajas para los actores de ciberamenazas, los métodos de ataques más agresivos, la escasez de profesionales de ciberseguridad y los mecanismos de gobernanza fragmentados están agravando el riesgo. Los ataques a sistemas grandes y estratégicos tendrán consecuencias físicas en cascada en todas las sociedades, mientras que la prevención inevitablemente implicará costos más altos. Los riesgos como la desinformación, el fraude y la falta de seguridad digital, también afectarán la confianza pública en sistemas digitales.
Las amenazas cibernéticas mayores también dificultarán la cooperación entre los estados si los gobiernos continúan siguiendo caminos unilaterales para controlar los riesgos. A medida que los ataques se vuelvan más severos y tengan un impacto amplio, las tensiones entre los gobiernos afectados por el delito cibernético y los gobiernos cómplices en su comisión aumentarán a medida que la seguridad cibernética se convierta en otra cuña para la divergencia, en lugar de la cooperación señala el FEM.
Barreras movilidad
La creciente inseguridad resultante de las dificultades económicas, la intensificación de los impactos del cambio climático y la inestabilidad política ya están obligando a millones de personas a abandonar sus hogares en busca de un futuro mejor en el extranjero. La migración involuntaria es una de las principales preocupaciones a largo plazo para los encuestados, mientras que el 60 % de ellos considera que la migración y los refugiados son un área en la que los esfuerzos internacionales de mitigación no han comenzado o se encuentran en un desarrollo temprano.
Según el FEM, en 2020, hubo más de 34 millones de personas desplazadas en el extranjero en todo el mundo solo por conflictos, un máximo histórico. Sin embargo, en muchos países, los efectos persistentes de la pandemia, el aumento del proteccionismo económico y la nueva dinámica del mercado laboral están generando mayores barreras de entrada para los migrantes que podrían buscar oportunidades o refugio.
Estas mayores barreras a la migración y su efecto indirecto sobre las remesas, un salvavidas fundamental para algunos países en desarrollo, corren el riesgo de impedir la restauración de la calidad de vida, mantener la estabilidad política y cerrar las brechas laborales y de ingresos.
En los casos más extremos, las crisis humanitarias se agravarán ya que los grupos vulnerables no tendrán más remedio que emprender viajes más peligrosos. Las presiones migratorias también exacerbarán las tensiones internacionales, ya que se utiliza cada vez más como instrumento geopolítico. Los gobiernos de los países de destino tendrán que gestionar las relaciones diplomáticas y el escepticismo de sus poblaciones.
Fricciones espaciales
Un mayor número y variedad de actores que operan en el espacio podría generar fricciones si la exploración y explotación del espacio no se gestiona de manera responsable. Con una gobernanza global limitada y obsoleta para regular el espacio junto con políticas divergentes a nivel nacional, los riesgos se están intensificando.
Una consecuencia de la actividad espacial acelerada es un mayor riesgo de colisiones que podrían provocar una proliferación de desechos espaciales e impactar en las órbitas que albergan la infraestructura de sistemas clave en la Tierra, dañar equipos espaciales valiosos o provocar tensiones internacionales.
Riesgos Perú y regionales
Aunque sin muchas sorpresas, en el caso del Perú el mayor riesgo posible de aquí a dos años es el colapso del Estado, seguido de un prolongado estancamiento económico. En tercer lugar, está el desempleo (también el aumento de la población inactiva) y el empeoramiento de las condiciones de vida de la población. El cuarto riesgo corresponde a la desigualdad digital; por último, comparten la quinta posición la proliferación de actividades económicas ilícitas y los daños al ambiente generados por las personas.
Utilizando las mismas categorías del informe global todos los vecinos del Perú comparten la mayoría de los riesgos reseñados para nuestro país, aunque en diferentes posiciones o importancia; aunque también hay algunos temas nuevos. Por ejemplo, el colapso del sistema de seguridad social ocupa el primer lugar en el Ecuador y tercero en Chile; la erosión de la cohesión social es el segundo riesgo en Chile y la geopolitización de los recursos estratégicos aparece en quinto lugar en el Brasil.
La posibilidad de un prolongado estancamiento económico aparece en primer lugar en el Brasil y en Chile; mientras que en el Perú ocupa la segunda posición. Está en tercer lugar en Colombia y en Bolivia no se menciona esta posibilidad. El desempleo y empeoramiento de las condiciones de vida de la población está en primer lugar en Colombia; en segundo lugar, en Brasil; en tercer en Ecuador y el Perú; mientras que esta no se menciona en Chile.
La proliferación de actividades económicas ilícitas son un riesgo relevante en Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú. Asimismo, las posibilidades de un colapso del Estado solo están presentes Colombia, Chile, Bolivia y Perú.
Colofón
Estos mapas de riesgos para el Perú y globales son clave para redireccionar la agenda pública desde el Poder Ejecutivo, el Poder legislativo, las organizaciones sociales y políticas, Universidades y ciudadanos en general.
Es urgente un nuevo consenso social para llevar a cabo las reformas institucionales y políticas que eviten el colapso del Estado y la ingobernabilidad. Por otra parte, no hay espacio para repetir, sin ajuste alguno, las fórmulas económicas del pasado, que generan más desempleo, población económica inactiva y precarización de las condiciones de vida. Es esencial avanzar en la transición ecológica, la reducción de las elevadas desigualdades y enfrentar la proliferación de actividades económicas ilícitas.