Recuperación estancada y divergencia en los mercados laborales entre las economías desarrolladas y en desarrollo
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) emitió su octavo informe sobre los impactos de la Covid-19 en el mundo del trabajo. Se presentan cifras actualizadas a nivel global, por regiones y el análisis pormenorizado de estos resultados. Como era de esperar las noticias no son buenas: Lo anterior sin considerar los impactos del reimpulso del cambio tecnológico a propósito de la pandemia.
El documento tiene tres partes más los anexos estadísticos y metodológicos. En la primera se presenta la evolución de los mercados de trabajo 2020-2021 considerando el regreso al trabajo por la vacunación, el estancamiento en la recuperación del empleo y el aumento de las disparidades de ingreso y productividad. La segunda evalúa los apoyos para la generación de empleo y sus perspectivas. La tercera incide en proponer una recuperación centrada en las personas.
Principales conclusiones
Los avances registrados en el proceso de vacunación han constituido un factor primordial para facilitar la recuperación del mercado de trabajo. Sin embargo, se observan marcadas diferencias entre los países de altos ingresos (con 59.8% de vacunados) y los de ingresos bajos (con 1.6%).
A escala mundial, la recuperación del mercado de trabajo tras los efectos adversos de la pandemia se ha estancado en 2021, y se han registrado escasos avances desde el cuarto trimestre de 2020. También esos datos ocultan amplias diferencias entre países. La cantidad de horas de trabajo en los países de ingresos altos o medianos altos se ha recuperado en la mayor parte de los casos en 2021, mientras que en los países de ingresos medianos bajos o bajos siguió disminuyendo ampliamente.
Mayores brechas
La productividad laboral mundial (producción por hora de trabajo) aumentó en 2020 más del doble del valor promedio a largo plazo. En 2021, la productividad laboral a escala mundial ha aumentado a un ritmo mucho menor, con crecimiento negativo en los países de ingresos bajos o medianos bajos.
En consecuencia, la brecha de productividad entre las economías en desarrollo y las economías avanzadas se ha ampliado. En 2020, la producción horaria de cada trabajador en los países de ingresos altos fue, en promedio, 17.5 veces superior a la de cada trabajador de un país de ingresos bajos. Esta brecha se ha ampliado a 18.0 en 2021, la mayor diferencia desde 2005.
La cantidad de personas empleadas que forman parte de la población activa no se ha recuperado plenamente y la inactividad del mercado laboral (población económica inactiva) sigue siendo elevada en muchos países. Los jóvenes, en particular las mujeres, siguen afrontando un mayor déficit de empleo, al tiempo que en los países de ingresos medianos siguen sin registrarse avances.
Según la OIT pese a que los paquetes de apoyo fiscal siguen constituyendo una herramienta fundamental para facilitar la recuperación, la brecha de incentivo fiscal (política fiscal anticíclica) en los países en desarrollo, en particular, los países de bajos ingresos) sigue en gran medida sin subsanarse.
Escenario negativo
Las perspectivas de recuperación del mercado de trabajo para lo que queda de 2021 siguen siendo poco halagüeñas e inciertas. A raíz del estancamiento de la recuperación que se ha producido hasta ahora en 2021, se han realizado amplios ajustes a la baja de las previsiones sobre cantidad de horas de trabajo para 2021.
En la estimación a junio de 2021 se preveía una caída en este año del -3.5% (–100 millones de empleos equivalentes a tiempo completo) con respecto al último trimestre de 2019. La de ahora es una mayor contracción de -4.3% (–125 millones de empleos equivalentes a tiempo completo).
Pese al repunte del crecimiento económico a escala mundial, la recuperación general en términos de cantidad de horas de trabajo se ha estancado en niveles muy inferiores a los existentes antes de la pandemia, con una gran disparidad entre los países avanzados y los países en desarrollo.
En los países de ingresos bajos o medianos, las limitaciones de índole fiscal y el ineficaz proceso de vacunación dificultan la recuperación, que se ve afectada asimismo por otros riesgos, en particular la situación de endeudamiento y las restricciones a lo largo de la cadena de suministro mundial.
Mayores afectados
La pandemia afectó más a las empresas más pequeñas respecto de las grandes, ya que las primeras se asocian a la prestación de servicios donde la presencia física es más importante. Asimismo, su situación es más desfavorable en términos de acceso al capital, y deben afrontar, en promedio, ratios de deuda más elevados, lo que merma en gran medida su capacidad para mantener la producción y dificulta su viabilidad a largo plazo frente a una disminución de la demanda.
Por otra parte, las pequeñas empresas de los países de ingresos bajos o medianos bajos son especialmente vulnerables, habida cuenta de los menores beneficios que obtienen en el marco de programas de ayuda gubernamental.
A partir del análisis de los datos de las encuestas de población activa en 23 países sobre remuneración horaria de los trabajadores, se desprende de que los trabajadores que perciben una baja remuneración han padecido de forma desproporcionada los efectos de la pandemia.
Impactos largo plazo
Los efectos desproporcionados de la pandemia en las pequeñas empresas y los trabajadores que perciben una baja remuneración repercuten en gran medida en las perspectivas de recuperación. La drástica disminución a gran escala de la proporción de pequeñas empresas en la economía podría mermar las perspectivas de empleo, habida cuenta de que las pequeñas empresas brindan la mayoría de las oportunidades de trabajo en particular a trabajadores que perciben una baja remuneración.
Ello conlleva el riesgo de consecuencias adversas o histéresis a largo plazo, y de que periodos prolongados de inactividad y desempleo menoscaben las competencias y el desánimo a nivel personal, así como la productividad empresarial a largo plazo y los índices de potencial crecimiento económico. Por otro lado, el aumento de la brecha de productividad entre las economías en desarrollo y las avanzadas dificulta aún más la contribución de la productividad al desarrollo inclusivo y a la creación de empleo decente en los países que más necesitan ese tipo de impulso.
Reducción empleo-población
Según estimaciones de la OIT de 2020, la relación empleo-población a escala mundial pasó del 57.6% en 2019 al 54.9% en 2020, pese a que esa disminución no pone de relieve las marcadas diferencias entre grupos de trabajadores y entre sectores.
La disminución del empleo a escala mundial en 2020 afectó más a las mujeres, a los jóvenes y a los trabajadores de mediana o baja cualificación. Las mujeres se vieron afectadas de forma desproporcionada.
En 2021, la recuperación del empleo sigue siendo ligera y, con frecuencia, dispar. Del análisis de 39 países se desprende que, tras una cierta recuperación y convergencia en relación con varios grupos demográficos en 2020 la situación empeoró a comienzos de 2021 a raíz del surgimiento de variantes de Covid-19 y el establecimiento de nuevas medidas de confinamiento.
Impactos mayores
Si bien se produjo una leve mejora en el segundo trimestre de 2021, los jóvenes, en particular las mujeres jóvenes, seguían padeciendo el mayor déficit de empleo con respecto a la situación anterior a la crisis, en 2019.
Por otro lado, el agravamiento de la pandemia a principios de 2021 amplió la divergencia de las economías de ingresos medianos con respecto a las economías avanzadas, en las que se producía una recuperación más rápida del mercado laboral por el aumento del índice de vacunación, la aplicación de apoyos fiscales, así como por la implantación de planes para el mantenimiento del empleo.
En 2021, el índice de inactividad ha seguido siendo muy elevado, en particular en las economías de ingresos medianos a diferencia de lo que ocurre en las economías avanzadas en que se están alcanzando los niveles prepandemia. Sigue existiendo una amplia subutilización de la mano de obra en las economías de ingresos medianos. En cambio, en varias economías avanzadas se ha producido escasez de mano de obra en algunos momentos.
Velocidades diferentes 2021
La OIT prevé una recuperación a dos velocidades para 2021 y los años posteriores. El optimismo que reinaba a comienzos de 2021 se ha desvanecido bajo los efectos de nuevas olas de la pandemia, el surgimiento de nuevas variantes de la Covid-19 y el lento y dispar despliegue del proceso de vacunación.
El acceso generalizado a las vacunas, conjugado con apoyos fiscales relativamente eficaces, probablemente facilitará en los países de ingresos altos una recuperación más rápida en términos de cantidad de horas de trabajo que en el resto de los países. Por otro lado, en los de ingresos bajos o medianos bajos, que no gozan de esas ventajas, es probable que se sigan produciendo efectos adversos a largo plazo en su mercado laboral, y que estén sujetos a otro tipo de riesgos.
A escala mundial, el empeoramiento de las perspectivas para el segundo semestre de este año ha propiciado una amplia revisión a la baja de las previsiones generales de recuperación en materia de horas de trabajo para 2021.
Acelerar vacunación
Aun si no se produce una nueva oleada de pandemia, por lo general cabe esperar que en el cuarto trimestre de 2021 sólo se registre una leve recuperación en términos de cantidad de horas de trabajo. Los países de ingresos medianos altos o altos se recuperarán a un ritmo más rápido y en mayor medida; mientras en los países de ingresos bajos y medianos bajos seguirá siendo sustancialmente inferior a la que se registró en el cuarto trimestre de 2019.
Con objeto de paliar dicho déficit de horas de trabajo es necesario fomentar la vacunación, en particular en los países en desarrollo. Una distribución más equitativa de las vacunas en el cuarto trimestre de 2021 permitiría a los países de ingresos bajos y medianos bajos disminuir sustancialmente sus deficiencias en materia de horas de trabajo con respecto a los países de ingresos medianos altos y altos.
Recuperación para las personas
La información que proporciona la OIT pone de manifiesto que la evolución real del mercado de trabajo registrada hasta ahora, en 2021, difiere sustancialmente de los objetivos y las metas que la comunidad internacional ha señalado en múltiples ocasiones.
La adopción de medidas correctivas ha de basarse, en una primera etapa, en el fortalecimiento de la acción y la cooperación a escala internacional para facilitar al aumento del índice de vacunación en los países de bajos ingresos, con objeto de equipararlo al de los países de ingresos altos.
Por otro lado, la cooperación internacional es primordial para facilitar la financiación que requiere el proceso de recuperación. Las limitadas iniciativas emprendidas hasta ahora, pese a ser pertinentes, son insuficientes. A este respecto, la reciente asignación de 650,000 millones de dólares en derechos de giro especiales por el FMI, brinda una gran oportunidad.
Las restricciones en materia de recursos y los múltiples requisitos conexos en una coyuntura de aumento de la deuda y de presión inflacionista hacen que sea imperativo destinar esos recursos a actividades que permitan mejorar todo lo posible la situación del empleo, fomenten los ingresos y redunden en beneficio de las personas más afectadas por la crisis y las más vulnerables, finaliza la OIT.