¿Hacia un Banco Central de Reserva alineado con la Reactivación Transformadora?
Hace un par de semanas atrás el virtual presidente electo anunció la decisión de ratificar en el cargo al actual presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Esta propuesta iba en línea al reconocimiento previo de que había mostrado un buen manejo manteniendo la inflación bajo control al igual que los deslizamientos en el tipo de cambio respecto del dólar norteamericano.
Efectivamente hay que destacar que desde la década de los noventa incluyendo la actual gestión del titular del BCRP el país tiene una baja inflación; nada que ver con los episodios de alta inflación e hiperinflación que se observaron en los ochenta. Asimismo, se debe reconocer que este anuncio ha sido útil para desacelerar las presiones sobre la paridad cambiaria. Sin embargo, más que prestar atención en las personas hay que fijarse en cómo mejorar las reglas de operación y de gestión del BCRP. No necesariamente lo que pudo ser razonable antes lo será hacia adelante. Tampoco la gestión estuvo libre de errores que se deben evitar en el futuro.
Algunos retos
Se debe introducir una perspectiva que a la par atienda los problemas urgentes del corto plazo con el mediano y largo plazo considerando los retos estructurales, coyunturales y del futuro de la economía nacional e internacional. El BCRP no puede estar ajeno a estas realidades, inscrito en paradigmas estrechos y en un entorno endogámico donde las interrogantes y respuestas tradicionales son insuficientes.
Se vive la mayor crisis económica y social del último siglo; estamos lejos de esa realidad maravillosa que nos pintan las autoridades actuales de que la recuperación en V será sostenible. Insisten en que hay que seguir haciendo lo mismo de antes cuando esa fórmula está agotada. La recuperación del empleo y los ingresos de las personas parece remota alentada por la aceleración de la digitalización y las diferentes modalidades del cambio tecnológico en marcha.
En todas partes del mundo, excepto en el Perú, se habla de que debemos pensar y actuar de manera diferente a propósito de esta pandemia. En el Foro Económico Mundial plantean un nuevo reinicio; mientras que a nivel regional la CEPAL postula la necesidad de una reactivación transformadora que parte de un nuevo consenso o pacto económico y social; teniendo como elementos básicos la búsqueda de una mayor equidad en todas las dimensiones, dar pasos significativos en la transición ecológica y en la imprescindible diversificación productiva y exportadora de nuestras economías. El BCRP no puede estar ajeno a estas tareas.
Funciones básicas
Que el BCRP tenga una mejor comprensión de su entorno no debe soslayar o relegar su función básica de mantener la inflación a raya a través de las políticas e instrumentos a su disposición. Hay que proteger su autonomía e independencia, pero a la par debe intensificar su relación con los otros organismos del Estado para mejorar su desempeño. El BCRP debe ampliar su mirada; no es una isla, ni está libre de errores.
Asimismo, es imprescindible que se mantenga la prohibición de financiar al gobierno, pero a la par revaluar su política cambiaria en balance con las necesidades de la diversificación y sostenibilidad del aparato productivo. Internamente parece tener una administración eficaz y eficiente; su sistema de carrera meritocrática parece ejemplar, pero debe ser menos endogámico.
Paradigmas tradicionales
A lo largo del tiempo han cambiado las teorías e instrumentos con los que operan los bancos centrales. A la par del inicio de estas instituciones dominó una visión ortodoxa donde lo monetario no tenía influencia en lo real: se trataba de regular la cantidad de dinero para mantener a raya la inflación. De allí, sin relegar lo anterior se pasó a aquella visión en que los institutos emisores debían intervenir para mejorar la situación del sector productivo; hubo sin duda excesos lamentables en muchas partes del mundo.
En línea con el neoliberalismo global y local nos fuimos al otro extremo donde lo único que importaba era enfrentar la inflación con un banco central alejado de la realidad. Posteriormente, se introdujo las metas de inflación. Para suerte de todos, la crisis financiera internacional del 2008 y esta pandemia resucitó la teoría keynesiana de la política monetaria y fiscal anticíclica. Sin embargo, en el Perú esto llegó tarde.
Visión ortodoxa
Cuando se revisan los reportes del BCRP no hay atisbo a planteamientos de la economía postkeynesiana, estructuralista u otras. La economía no está sujeta a problemas estructurales; no hay ciclos económicos de largo plazo; los márgenes de ganancia y de comercialización no juegan rol alguno en la inflación. La concentración de la riqueza, activos y empresas en pocas manos no es importante; no se juegan por la libre competencia. Los problemas del largo plazo no existen.
Fieles al neoliberalismo, el planeamiento estratégico del país es irrelevante, al igual que las desigualdades extremas. Ni que hablar de la situación actual donde niegan la necesidad de un nuevo acuerdo o pacto económico, social y político, llámese una nueva Constitución Política o no. El mundo es para ellos el mismo de antes y donde solo hay que mirar y actuar en el corto plazo.
Ajuste estructural
En nuestra región los bancos centrales lograron reducir la inflación anclándola a la evolución en la paridad cambiaria. Para frenarla optaron por su menor deslizamiento o congelamiento. Lo lograron, pero al mismo tiempo con una apertura comercial y de capital abrupta y extrema. Las crisis argentina, chilena y mexicana de los ochenta y noventa son sus dolorosos ejemplos.
En nuestro país no se desató una crisis similar, pero se generó un atraso cambiario tal que afectó severamente la estructura productiva nacional. EL BCRP nos hizo adictos a las divisas extranjeras y a las importaciones de todo, y lo sigue haciendo; con un modelo que incide en las exportaciones primarias, la apertura externa total por encima de los estándares internacionales y una intervención limitada en el mercado cambiario destinada a eliminar solo las fluctuaciones extremas del tipo de cambio.
Política monetaria limitada
La semana pasada comentamos que el mecanismo de transmisión de la política monetaria depende de la combinación particular entre los regímenes cambiario y monetario de cada economía; ahora opera a través de su efecto en la curva de rendimiento en moneda local. Una disminución de la tasa de interés interna contribuye a la depreciación de la moneda nacional, lo que a su vez reduce los rendimientos esperados de los inversionistas extranjeros generando la inmediata salida de capitales. Aquí se inició desde el segundo trimestre de 2020 y se avivó a partir de abril de 2021 por la coyuntura política.
La teoría monetaria tradicional establece que una disminución de la tasa de interés daría lugar a una rebaja del costo de capital, lo que debería redundar en un aumento de la inversión que, a su vez, debería potenciar la demanda agregada y, con ello, el PBI. No obstante, una parte significativa de los bienes de capital y de consumo durables son importados, de modo que la depreciación del tipo de cambio aumenta el costo de los bienes de capital y de consumo durables y desestimula así su demanda.
Asimismo, señala la CEPAL, la disminución de la tasa de interés se traduce en un incremento del valor presente de los activos reales. La valoración al alza favorece a las capas más ricas de la sociedad que son las que tienen una menor propensión a consumir.
Errores del pasado
La lista de errores que cometió el BCRP en el pasado es larga, misma que nos debe servir para corregirla. Antes de iniciar con lo negativo hay que felicitarlo por su respuesta rápida ante la pandemia tanto por la reducción de la tasa de interés como por los recursos (no en su asignación) para los programas Reactiva 1 y 2. Sin embargo, en la pasada crisis financiera internacional se demoró cerca de 6 meses en reducir las tasas luego de la quiebra de Lehman Brothers y de más de un año y medio después en que la FED lo comenzara a hacer. También se tardó mucho cuando los precios internacionales de nuestras materias primas se desplomaron en 2012 y 2013, a diferencia de lo que hizo Chile.
El BCRP se ha cruzado de brazos, a excepción de los últimos meses, con relación a los elevados márgenes de intermediación de nuestro sistema financiero. Solo le importa la estabilidad, pero no su eficiencia y profundidad. Tenemos una inflación baja, pero tampoco ha sido ejemplar en el manejo del sistema de metas de inflación incumpliéndolas a 2017 en casi 50% de los meses y entre 30% y 40% a la fecha.
En cuanto a la política cambiaria permitió que la paridad cambiaria cayera hasta S/. 2.50 por dólar americano; luego lo sostuvo por meses a S/. 2.80 perdiendo la oportunidad de ampliar significativamente nuestras reservas internacionales y preservar la competitividad de nuestro aparato productivo. El BCRP se resiste sistemáticamente a crear uno (o varios) fondos soberanos de reservas para aprovechar mejor los activos internacionales. El banco central de Chile tiene un fondo de apoyo a la educación superior en el exterior. Se requiere un tipo de cambio real alto, pero a la vez estable.
El BCRP ha concentrado sus activos internacionales denominados en dólares americanos por encima de las proporciones que se establecen en la práctica a nivel internacional y regional (con información del FMI). Su canasta de activos y monedas podría ser más diversificada. Asimismo, no revisa y ajusta su propia ley orgánica donde en su artículo 72 se plantea inadecuadamente que todos los instrumentos de depósito e inversión para sus reservas no pueden tener plazos mayores a 90 días. Esto no tiene sentido alguno por los bajos rendimientos que se obtendrían con una posición de cambio de US$ 60,000 millones.
Malas prácticas
Hemos comentado anteriormente que no es en absoluto conveniente que los depósitos del gobierno en el Banco de la Nación terminen esterilizados en el BCRP. En Chile y otros países esto no se hace; ya que ello limita las posibilidades de expansión del multiplicador monetario; y por ende de una mayor profundidad y eficiencia financiera.
También debe cambiar su perspectiva aperturista y neoliberal ya que se opuso por años a las propuestas de la Superintendencia de Banca y Seguros relativas a regular las operaciones a futuro con divisas de los bancos privados que ya venían aplicándose en otros lugares como Colombia. Por otra parte, le corresponde promover más intensamente el mercado de valores y de capital local acotando la posibilidad de que todas las inversiones de las administradoras de fondos de pensiones se coloquen en el exterior.
Función dual
Si antes de esta crisis era importante realizar un cambio constitucional relativo a las funciones del BCRP, ahora y por el futuro posible lo sería más. Este se debe enfocar en evitar la inflación y a la par de manera explícita atender a las fluctuaciones significativas negativas del nivel de empleo y ocupación.
No hay más que ver el estatuto de la FED para recordar que este se preocupa de la inflación, el desempleo y procura bajas tasas de interés en el largo plazo. No hay razón alguna para afirmar que esto es imposible de hacer; nada más habría que estudiar como ellos lo hacen. Con la formalización de la política monetaria anticíclica y la fiscal anticíclica desde el Poder Ejecutivo se daría un salto espectacular para enfrentar anticipada o simultáneamente las crisis futuras.
Rendición de cuentas
Simplemente terminamos señalando que a nuestro BCRP le falta más transparencia ya que no se muestran sus actas de directorio; tampoco reporta periódicamente al Senado y Congreso como ocurre en Chile. No se somete a la fiscalización de un panel de evaluación de expertos internacionales. En fin, hay mucho por mejorar más allá de discutir la permanencia de sus directores.