Construir un futuro mejor: hacia un mundo pospandemia más justo según el FMI
Es el título de una conferencia de Kristalina Georgieva ante la Pontificia Academia de las Ciencias en el Vaticano. Lo llamativo es que pareciera un documento de economistas críticos, pero ella es la actual Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Asimismo, esta se presentó en Roma hace menos de dos semanas. Hay varias alusiones a Fratelli Tutti del Papa Francisco.
El discurso tuvo cuatro partes más su introducción y conclusiones. La primera parte se refiere a como era el mundo antes de la pandemia; la segunda a cuáles fueron los impactos de esta sobre nuestra economías y sociedades. La tercera parte es como debería ser el mundo y por último las respuestas colectivas relativas a que todos estamos en el mismo barco.
Esta conferencia es útil para no tener una posición maniquea con relación al FMI. Si bien esta institución está dominada por el pensamiento y prácticas estándar; en los últimos años puede ser una aliada en ciertos temas como la preocupación por la elevada desigualdad. Están proponiendo una mayor progresividad en el impuesto a la renta y trabajando una tasa mínima entre las economías desarrolladas. Asimismo, resulta interesante revisar el documento y la última declaración final de la Misión de Consulta del artículo IV del FMI sobre el Perú de marzo de 2021, donde se plantea que debemos insistir en la política fiscal y monetaria anticíclica y en la entrega de al menos un bono universal adicional a la población.
Punto de partida
Para la directora del FMI estamos saliendo de una crisis sin precedentes y ahora que millones de personas están recibiendo vacunas, la recuperación económica mundial contiene la promesa de un futuro mejor. Sin embargo, si bien ahora tenemos esperanza, también hay sufrimiento, sobre todo en países en los que la tragedia humana está lejos de terminar.
Se han perdido demasiadas vidas y destruido demasiados empleos; las poblaciones vulnerables, los jóvenes y las mujeres han sido las más afectadas por la crisis, y son demasiados los que ahora son más pobres, han perdido su hogar y pasan hambre.
Desigualdad creciente
En palabras de Georgieva antes de la crisis del covid-19 la desigualdad económica estaba creciendo a nivel mundial. Las economías en desarrollo habían dejado de acercarse a los países de ingreso alto. La confianza en las instituciones estaba cayendo. Las tensiones sociales y políticas estaban empeorando. Y los riesgos climáticos se estaban intensificando.
En otras palabras, el crecimiento era cada vez menos sostenible, y eran demasiadas las personas que se estaban quedando atrás. Se trataba de un mundo con fragilidades cada vez mayores: desde conflictos e inseguridad alimentaria, a las pesadas cargas de la deuda, en especial para los países de bajos ingresos.
Fracturas y divergencias
La pandemia convirtió las fragilidades en fracturas y la ya elevada desigualdad en una peligrosa divergencia entre países y en las sociedades, y que amplificó las dificultades de deuda de muchos países de bajo ingreso y algunos países de mediano ingreso más vulnerables.
También esta mayor desigualdad se observa dentro de los países. En todo el mundo, quienes ya eran las personas más vulnerables antes de la pandemia —jóvenes, mujeres, trabajadores poco calificados e informales— son las que más han sufrido por la crisis. Y son estos grupos quienes salen perdiendo cuando sus gobiernos solo pueden desplegar recursos limitados en forma de ayuda.
Si no se soluciona, el acceso desigual a las vacunas solo hará que empeore esta divergencia, dejando atrás a los países de bajo ingresos y a los grupos vulnerables, aun cuando las principales economías vuelvan a cierta forma de normalidad. Esta crisis ya ha revertido años de avances en la reducción de la pobreza (10 en el caso del Perú) y el estímulo del desarrollo, y la divergencia en las recuperaciones hará que sea más difícil aún afrontar estos retos.
Uno de los ejemplos más desgarradores es el impacto sobre el hambre señala Georgieva. De acuerdo con las Naciones Unidas, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria grave aumentó en 20 millones el año pasado, hasta aproximadamente 155 millones; estas personas necesitan asistencia inmediata.
Construir mundo mejor
Para la directora del FMI esta crisis también ha generado que el mundo sea menos resistente para hacer frente a la siguiente gran crisis: el cambio climático. Ella señala qué si no nos ha gustado la pandemia, no nos gustará ni un ápice la crisis climática; razón por la cual no nos podemos permitir que el mundo siga siendo como lo es hoy.
Solo se puede construir un futuro mejor, avanzando hacia un mundo más justo, más resistente y más verde. El FMI coincide en esto con el Foro Económico Mundial, la mayoría de los organismos internacionales y regionales como la CEPAL. Se trata de un mundo en el que encontramos compasión en nuestra humanidad compartida, alegría en nuestro hogar y planeta compartidos, y solidaridad para nuestro futuro compartido anota Georgieva.
Propuestas colectivas
El FMI propone tres maneras en las que se puede extraer fortalezas de la interdependencia y cooperación global; siempre reconociendo que son parte del mismo barco (el mundo) para hacer frente a las mismas tormentas.
En primer lugar, cooperar para aumentar la producción, la distribución y el despliegue de vacunas. Lo anterior para frenar y revertir la gran divergencia, así como la desigualdad y el sufrimiento, la inseguridad alimentaria y la pobreza que provoca en los grupos más vulnerables.
Esto significa trabajar conjuntamente para apoyar a los países de bajo y mediano ingresos en su tarea de hacer frente a esta pandemia. Las necesidades de gasto y financiamiento son altas. El FMI estima que los países de bajos ingresos tienen que gastar alrededor de US$ 200,000 millones en cinco años solo para luchar contra la pandemia y preservar las reservas, y otros US$ 250,000 millones para invertir y volver a la senda de aproximación hacia niveles de ingreso más altos.
Se requiere medidas de política para aumentar los ingresos nacionales, reforzar la calidad del gasto público y mejorar el clima empresarial; apoyo de la comunidad internacional en forma de donaciones, financiamiento desde el FMI y otros organismos en condiciones concesionarias y no concesionarias, y, cuando sea necesario, alivio de la deuda.
Por otra parte, para mitigar el cambio climático es fundamental contar con un precio del carbono fuerte. La solidaridad entre los mayores emisores, en forma de un precio mínimo internacional del carbono, así como la solidaridad con el mundo en desarrollo, mediante apoyo financiero.
Ampliar fondos
La asignación adicional de derechos especiales de giro por US$ 650,000 millones, aumentará la capacidad de todos los países miembros para hacer frente a shocks adversos.
Hay que gestionar los riesgos a medida que se acelera la recuperación en las economías avanzadas y se focalizan en mayor medida las políticas de apoyo, en particular, el posible impacto de un eventual endurecimiento de las condiciones de política monetaria en las economías avanzadas sobre las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Cambio estructural
La directora del FMI señala que se debe aprovechar esta crisis y oportunidad para construir un nuevo barco, para que sea más resistente a las tormentas que vendrán, y ofrezca más protección a todos y esté preparado para navegar las olas de las oportunidades en el futuro.
En primer lugar, serán necesarias políticas económicas sólidas que creen una base estable para el crecimiento y amplíen el espacio fiscal para el futuro. En segundo lugar, habrá que invertir en las personas: ampliar el acceso a oportunidades educativas, así como desarrollar redes de protección social que puedan proteger la salud y el bienestar de los grupos más vulnerables. Y, en tercer lugar, se tendrá que adoptar las transformaciones estructurales verdes y digitales que puedan crear nuevos empleos y aumentar el nivel de vida en todo el mundo.
Recomendaciones al Perú
El pasado mes de marzo de 2021 el Comité Ejecutivo del FMI abordó y analizó el reporte de la Misión de Consulta del artículo IV sobre el Perú. Hubo comentarios relevantes para el manejo macroeconómico del país para el actual y un futuro gobierno. Este informe se realizó como parte de las funciones centrales del FMI que consiste en supervisar el sistema monetario internacional y realizar un seguimiento de las políticas económicas y financieras de sus 190 países miembros.
En estos informes el FMI identifica riesgos que pueden comprometer la estabilidad y brinda asesoramiento sobre los ajustes de política económica necesarios para sustentar el crecimiento económico y promover la estabilidad financiera y económica. Como parte de toda supervisión se realizan generalmente visitas anuales a sus miembros. Durante estas su personal intercambia opiniones con funcionarios del gobierno, del banco central y con otras partes interesadas sobre los riesgos que amenazan la estabilidad interna y mundial, y sobre políticas y reformas para abordar tales riesgos.
En el cuadro 1 se presentan las principales discusiones (recomendaciones) de política macroeconómica del citado reporte. El FMI señala que el Perú tiene los recursos para continuar con una política fiscal anticíclica aprovechando su capacidad de endeudamiento. Hay espacio para los déficits públicos, pero este debe enmarcarse en un marco de mediano plazo. También señalan que el BCRP debe mantener sus programas de apoyo monetario.
Cuadro 1. Recomendaciones de política macroeconómica 2021
Bono universal adicional
Según el FMI se necesita ayuda adicional para los hogares a fin de aliviar el impacto de la pandemia en la mayoría de los grupos vulnerables. Se sugiere como la medida más efectiva una cuarta ronda del Bono Universal con un monto equivalente al 2.3% del PBI que ayudaría a reducir la pobreza a los niveles anteriores a la pandemia.
La mejor opción es la de un bono de S/. 2,760 (US$ 767) por hogar que debería entregarse a todos los receptores del Programa Juntos y Pensión 65, a los hogares en condiciones de pobreza de las áreas rural y urbana; y a todos los hogares con trabajadores formales e informales del sector público o privado que reciban menos de S/. 3,000 mensuales.
Con este bono adicional, señala el FMI, se cerraría más rápidamente la brecha de producción a la par de unas finanzas públicas bajo control. Además, quedaría espacio para utilizar la política fiscal con fines anticíclicos (a través de más inversión pública) en caso de que se materialicen riesgos a la baja para el crecimiento.
Nota final
Esta nota es a título personal y no refleja necesariamente la posición institucional de la Universidad del Pacífico.