Opciones estratégicas y palabras clave para la transición económica en tiempos de pandemia
Todos deseamos la recuperación del empleo e ingresos de la población lo antes posible. Hay diferencias claras entre los que plantean simplemente la recuperación económica reproduciendo el mismo patrón productivo excluyente, inequitativo y contaminante de siempre. También están los que señalan que este es el momento para dar el gran salto hacia una transición integral en el campo social, económico, político y ecológico. Estos últimos son propósitos deseables, con muchos elementos pertinentes, pero habría que evaluar si se pueden llevar o no a la práctica en condiciones como las actuales.
La salida tradicional de esta crisis no es posible. Las tendencias del entorno internacional asociadas a la desglobalización, ralentización del crecimiento económico y aceleración de la digitalización y de la mal llamada economía colaborativa están a la vista. Asimismo, las apuestas únicas a la inversión privada obviamente con incentivos, la flexibilización del mercado laboral y la desregulación económica en general no son buenas respuestas para la compleja realidad. Es necesario actuar con creatividad, revaluar las opciones estratégicas de la economía peruana e introducir otras palabras clave en la discusión.
Revalorar opción exportadora
Efectivamente, el panorama de los precios internacionales de nuestras materias primas en el corto plazo no se ve mal; pero otra cosa es lo que puede ocurrir en el mediano y largo plazo. Al respecto, se debe recordar que las últimas previsiones del Banco Mundial, antes comentadas, no son positivas para el horizonte al 2030. Entre marzo y setiembre con información del BCRP se han elevado los precios del café, cobre, plata y níquel respecto del promedio nominal de 2019. Sin embargo, a pesar de los ligeros aumentos tanto la harina de pescado, azúcar, estaño, plomo y zinc están por debajo los precios observados del año anterior y todos en general respecto de los picos históricos de 2012. Aún el caso del precio del oro que creció aceleradamente en los últimos meses, luego se frenó y decreció en las primeras semanas de setiembre.
Otra realidad es la colocación de nuestras exportaciones tradicionales y no tradicionales. La última información oficial es de enero a julio de 2020 donde estas muestran una reducción del 24.1% respecto del mismo periodo del año anterior; siendo mayor la caída en el caso de los productos tradicionales que en los no tradicionales. Los productos pesqueros han caído 43%, los agrícolas 26%, petróleo y gas natural 50% y los productos mineros en 21.8%. Los volúmenes exportados de todos los minerales se han reducido entre 14% y 38%. Lo único que aumentó es el gas natural 31.6% pero con una caída del precio del 57%. Dentro de los productos no tradicionales lo único que cae menos son los productos agropecuarios con el 0.5%, mientras que la caída del grupo fue del 19.7%.
Inversión privada lenta
Unas expectativas poco positivas de los precios de las materias primas para el mediano y largo plazo no alentarían la inversión privada; y con esta toda la inversión que se tiende a realizar a su alrededor. Asimismo, la elevada capacidad instalada ociosa en las empresas fruto de la crisis tampoco la alentarían. La semana anterior se comentó que se debe mirar más a los mercados regionales, pero en especial al mercado interno a través de políticas de redistribución del ingreso. También se ha señalado que se aplicaron impuestos directos significativos en las economías desarrolladas en tiempos de crisis a finales de la Primera y Segunda Guerra mundial.
Debe quedar claro que toda política que flexibilice el mercado de trabajo no tiene sentido alguno y es totalmente contraproducente para el fortalecimiento del mercado interno. Desafortunadamente, la severa contracción del empleo y la ocupación observada en estos últimos meses es la señal más clara de que este mercado era muy flexible. Tampoco hay que olvidar el rol de la mal denominada suspensión perfecta. La reducción de la participación de los sueldos y salarios en las ventas y en el producto que puede parecer positiva para una empresa en particular es negativa para el conjunto si todas las empresas replican este comportamiento. Aquí no se debe olvidar la falacia de la composición donde el resultado en el todo no es la simple suma de las partes. Por último, ¿desregular en general no es absurdo en tiempos de emergencia sanitaria?
Miradas tradicionales
Rostow (1960) planteó un esquema único y general para que las economías logren crecer aceleradamente. En su perspectiva todos debían transitar por cinco etapas: sociedad tradicional, precondiciones para el despegue, el despegue, el camino hacia la madurez y la era del alto consumo de masas. Más recientemente, Williamson (1990) siguió con la misma receta colectiva a través del Consenso de Washington y Selowsky (1990) con tres etapas: ajuste y estabilización, transformaciones estructurales profundas y consolidación de las reformas y recuperación de los niveles de inversión. Para la suerte de muchos, a excepción de los economistas estándar, ahora se entiende que hay numerosos modelos y fórmulas para el éxito, a la par de equilibrios múltiples.
Hausmann, Rodrik y Velasco (2006) propusieron un enfoque supeditado a las circunstancias de cada país señalando que se debe identificar los dos obstáculos más importantes para sus economías y concentrarse en su eliminación. Pritchett (2006) plantea que la idea clave es que las economías se encuentran en diferentes estados y que por lo tanto la dinámica del producto es diferente para las economías; asimismo, la dinámica de las transiciones entre estados es diferente. En esta perspectiva el asesoramiento deberá ajustarse a las circunstancias y al potencial de cada país en forma específica para su situación en cada momento y aprovechando una escasa evidencia empírica. Habría que agregar que cada quién tiene su propia estructura y características, dinámica socio política, en un entorno internacional determinado, entre otras variables.
Sachs y Ocampo
En un balance entre las particularidades y la visión global, Sachs (2000) estableció un conjunto interesante de recomendaciones generales de política dependiendo del nivel de desarrollo de las economías: economías con crecimiento endógeno, seguidores que importan capitales y tecnologías externas, países basados en recursos primarios, países en declinación malthusiana y el grupo en condición de aislamiento económico. Por ejemplo, en el caso de las basadas en recursos primarios como el Perú, se sugiere diversificar las exportaciones, atraer nuevas tecnologías y empresas fuera de los sectores tradicionales mediante la creación de nuevas instituciones, y evitar el fenómeno de la enfermedad holandesa.
Ocampo en el marco de la propuesta del Nuevo Consenso Latinoamericano 2020 propone, en la misma dirección, promover una amplia diversificación productiva y exportadora con creciente contenido tecnológico; ampliar las inversiones en investigación y desarrollo mediante la colaboración pública privada; conseguir mayores y mejores infraestructuras, incluyendo las científicas y tecnológicas; facilitar la creación de empresas innovadoras y potenciar el emprendimiento; y ofrecer servicios públicos eficientes, con especial énfasis en la infraestructura digital, garantizando el acceso equitativo a la interconectividad, entre las más novedosas.
Opciones tradicionales
En el caso del Perú las grandes opciones corresponden a seguir con el modelo neoliberal extractivista, implantar un modelo sin restricción, ni límites que tradicionalmente se les denomina como populistas, los modelos post extractivistas radicales o diseñar una cuarta vía. Sin entrar a mayores detalles es claro que el modelo actual incuba diversas fuerzas disruptivas como son el colapso por la caída de los términos de intercambio, agotamiento de los recursos naturales y generación de problemas ambientales serios. Sin embargo, aún cuando todo parecería ir bien se pueden generar burbujas en los precios de los activos que crecen y luego explotan, enfermedad holandesa y desborde social por los grandes sectores de la población que no participan de los beneficios del modelo.
En el modelo sin restricción ni límites se olvida de la necesidad de mantener las principales variables macroeconómicas dentro de determinados rangos; se pretende manejar arbitrariamente y solo administrativamente la paridad cambiaria, los precios y las tasas de interés, sin acompañarse de reformas estructurales efectivas. El resultado común son desequilibrios en las finanzas públicas, en la balanza de pagos, inflación, desabastecimiento, mercados negros, contracción de la inversión privada y fuga de capitales. Se trata de un manejo económico irresponsable que rápidamente deteriora las condiciones de vida de los trabajadores y de la mayor parte de la sociedad.
Un modelo post extractivista radical también puede ser peligroso. Limitar la intervención de la naturaleza exclusivamente al nivel de la satisfacción de las necesidades básicas y eliminar todas las actividades extractivas tradicionales atenta contra la balanza de pagos y las posibilidades de crecimiento económico. Suena muy bien sustituir la energía con base a hidrocarburos por las renovables, mientras esto no sea más costoso para la sociedad.
Está bien reducir el consumo superfluo, pero no hay que olvidar las aspiraciones de las personas, más cuando somos sociedades con muchos ciudadanos pobres. Se debe procurar un modelo con una gran preocupación por el ambiente, pero sin afectar la balanza de pagos, generar escasez y desabastecimiento, mercados negros y estancamiento productivo con poca generación de empleo. Tampoco hay que olvidar que también se puede generar desborde social a partir de los sectores emergentes, medios y del empresarial tradicional que no son contemplados en el modelo. Es imprescindible alcanzar los buenos convivires, más que el denominado buen vivir que preconizan muchos autores con relación a este modelo.
Palabras clave
Hemos comentado que la actual pandemia obliga orientar todos los esfuerzos hacia cuatro objetivos. La pérdida de empleo, ocupación e ingresos implica atender la satisfacción de las necesidades básicas evidenciadas por la pandemia. Es imprescindible alcanzar un nuevo consenso social, económico y político a través de ajustar nuestra Constitución Política. Hay que iniciar las transformaciones estructurales e institucionales para hacer frente a nuestras necesidades y atender desde el corto plazo los retos tradicionales y nuevos que nos impone el entorno externo. Ante estos objetivos hay que acudir a muchas nuevas palabras o conceptos clave; ahora veremos algunas de estas.
La primera es planeamiento estratégico alineado con señales de mercado. No hay mucho por agregar; se trata de la mirada de arriba para abajo pero que debe estar acompañada con visiones y acción intensa de abajo para arriba. Es imprescindible impulsar la participación de la sociedad civil organizada, de la ciudadanía y del sector privado. La acción desde el Estado es insuficiente. No más reconstrucción con cambios (en realidad sin cambios) del norte del país que ignoró a los colegios profesionales, universidades públicas y privadas, ONGs y a la sociedad organizada para desarrollar alternativas vinculadas a las necesidades de cada localidad en particular. Las actuales circunstancias obligan a impulsar comités ciudadanos para atender la emergencia y de otros vinculados al desarrollo productivo local a nivel distrital o provincial. Hay que sumar esfuerzos para mitigar el hambre e impulsar una nueva economía desde los rincones del país. Más descentralización efectiva.
La tercera palabra es priorizar. No todo se puede atender al mismo tiempo. Ahora se trata de generar empleo y ocupación decente a la par que se trabaja en la transición ecológica. Hay que hacer frente, desde ahora, a los retos que impone el cambio climático, los impactos de la lluvia ácida, la destrucción de la biodiversidad, la deforestación y reducir la huella hídrica, entre otros. Asimismo, enfrentar y aprovechar en lo que se pueda el nuevo ciclo tecnológico que tiende, en el balance neto, a reducir empleos pero que también puede generar oportunidades positivas para toda la población.
El cuarto concepto es ciencia, tecnología e innovación que implica abordar tanto los nuevos temas como aprovechar nuestras tecnologías ancestrales. Lo anterior para mejorar las condiciones de vida de la población, mejorar nuestra capacidad productiva, crear oportunidades para aprovechar mejor y de manera sostenible nuestras diversidades. El quinto concepto es diversificación productiva (y también exportadora) que ya hemos comentado en otras oportunidades. Hay que recuperar el concepto de los encadenamientos productivo y de empleo; y pensar más en términos de una política comercial estratégica.
Otros conceptos importantes son mayor equidad en todas sus facetas y eliminar las desigualdades extremas; responsabilidad social empresarial y creación de valor compartido; más asociatividad y economía solidaria; desarrollo productivo local y rural; apoyo a la economía campesina y familiar que nos está alimentando; a los econegocios; impulso a los clusters embrionarios; comercio justo; formalización e impulso a las micro y pequeñas empresas; reingeniería tributaria y promover una economía verde y circular. Por último, debemos señalar que hay que restablecer un nuevo balance entre Estado y Mercado que a la par impulse la creatividad y el trabajo de los ciudadanos y nos conduzca a una sociedad de bienestar para todos, sin dejar a nadie atrás.