Redistribución del ingreso para el crecimiento económico en tiempos del Covid-19
La semana pasada nos sorprendió positivamente el artículo de la ex economista en jefe del Banco Mundial Pinelopi Koujianou publicado en el decano de la prensa nacional. Este se refería a la reducción de la pobreza y la desglobalización. De partida pensamos que se trataba de un refrito típico de ese organismo internacional, pero no lo era. Se plantean una serie de elementos que serían una herejía para la mayoría de los economistas estándar, nuestras autoridades y obviamente para los grupos de poder económico y mediático locales.
En el artículo se parte de varias premisas, con las cuales coincidimos, pero que no quieren ser internalizadas por muchos para mantener el statu quo. Las economías desarrolladas se han vuelto cada vez más cerradas, restringiendo el comercio, socavando el multilateralismo y cerrando sus fronteras a los inmigrantes. A este fenómeno se suma que la pandemia del covid-19 parece haber reducido la globalización. Estos dos supuestos generan como resultado que las economías en desarrollo sean cada vez más pesimistas, excepto en el Perú, en la idea de impulsar el crecimiento básicamente por las exportaciones como la vía para salir de la pobreza. Se plantea que hay que mirar otras opciones.
Más redistribución
La autora repasa las alternativas. La primera es que las economías enfaticen en la integración regional, profundizando los lazos transfronterizos con países vecinos o cercanos en una etapa similar de desarrollo. No está mal, pero nos recuerda que niveles de ingreso similares no son en principio fuente de grandes oportunidades comerciales; asimismo, que ello requeriría de un cambio de mentalidad para pensar más en la colaboración y en la complementación económica.
De allí salta a la necesidad de que las economías se centren más en sus propios mercados internos; esto obviamente es más pertinente en las economías de mayor población y de mayores mercados, menos en las más pequeñas con poblaciones de bajos ingresos. De ahí la recomendación es directa. Es más importante que nunca que los responsables de las políticas enfaticen las medidas para garantizar la igualdad. Koujianou señala que, en ausencia de comercio, la única forma de crear y apoyar una clase media en nuestros países es mediante la redistribución de los recursos de los ricos.
Una distribución más equitativa de los recursos no solo contribuiría a la armonía social, también crearía las condiciones para el crecimiento, porque garantiza que cualquier recurso adicional generado por un choque de riqueza positivo (por ejemplo, el aumento de los precios de las materias primas) se filtraría generando el poder adquisitivo para apoyar la producción nacional. Concluye anotando la necesidad de equilibrar igualdad con crecimiento con el objetivo de reducir la pobreza y lograr objetivos más amplios incluso bajo un entorno mundial problemático como el actual.
Adiós dilemas neoliberales
Es un avance significativo reconocer la inexistencia del dilema tradicional entre eficiencia y equidad, con el cual los economistas estándar justificaban elevados niveles de desigualdad. A la par se cancela la perspectiva de que cualquier política redistributiva es un acto populista que afecta la producción. La redistribución del ingreso contribuye al crecimiento, obviamente dentro de determinados márgenes.
Este tema no es nuevo; está presente en economistas clásicos como Adam Smith que planteaban la necesidad de un balance entre adecuadas condiciones de ingreso y laborales para los trabajadores y rendimientos para el capital. Lo anterior, con el propósito de que se garanticen adecuadas condiciones de vida y mercados para las empresas. J. M. Keynes retoma la problemática de la redistribución del ingreso con el crecimiento económico en el capítulo 24 de la Teoría General cuando con la política monetaria y fiscal anticíclica, aplicable para tiempos de crisis, señala la necesidad de aplicar impuestos a los ingresos y a las herencias a los más pudientes y redistribuir los recursos a los de menores ingresos de la sociedad.
En el cuadro 1 se plantea un ejercicio de simulación en que se redistribuye ingreso a través de impuestos de ricos a pobres (10% del total) que eleva la propensión media a consumir de la sociedad de 0.7 a 0.76, elevando el multiplicador del gasto de 3.3 a 4.2, aumentando la demanda de bienes y servicios en 25.1% ya que existiría capacidad instalada ociosa. Esta simulación no incluye las filtraciones hacia el exterior como resultado de las importaciones. Tampoco considera que esta mayor demanda podría generar presiones en la balanza de pagos, impactos sobre precios si hay restricciones por el lado de la oferta y una reacción adversa significativa del sector privado. Todos estos efectos pueden ser evaluados en el marco de los modelos postkeynesianos.
Cuadro 1. Ejercicio de simulación efectos redistribución de ricos a pobres
Otros economistas estándar
Pinelopi Koujianou no es la única economista que impulsa el tema. En los últimos años en el Foro Económico Mundial hay también mucha preocupación. En el reporte anual sobre tendencias y riesgos de la economía internacional se anota que la elevada desigualdad en la riqueza y los ingresos comparte prioridad con el cambio climático, la elevación de la ciber dependencia, el envejecimiento poblacional, la destrucción de la biodiversidad, entre otros. Algunos estudios de funcionarios del FMI señalan que una excesiva desigualdad impacta negativamente sobre la demanda agregada a través de la reducción de la propensión media a consumir, contribuye a la formación de burbujas en los precios de los activos, disminuye el crecimiento económico y genera mayor inestabilidad y menor sostenibilidad en el largo plazo (Ostry, Berg, Tsangarides, 2014; Cingano, 2014; Lakner & Milanovic, 2015).
A nivel empresarial, ya se ha comentado anteriormente la propuesta de creación de valor compartido propuesta por Porter y Kramer (2011) como una respuesta al capitalismo bajo crítica. Este involucra crear valor económico de una manera que también cree valor para la sociedad al abordar sus necesidades y desafíos. Las empresas deben reconectar su éxito de negocios con el progreso social. Es una perspectiva más integral y profunda que la Responsabilidad Social Empresarial.
Elementos estructurales
Desde Marx se formalizó el análisis para explicar esa tendencia en el capitalismo para intensificar la inversión en capital (con nuevas tecnologías) reduciendo el contenido de mano de obra por unidad de producto. Los efectos en términos de la generación de empleo son negativos y al mismo tiempo reducirían la participación de los salarios en el producto. De allí, la reconcentración del ingreso a favor del factor capital y en particular de los estratos de mayores ingresos generaría problemas de demanda efectiva y menor crecimiento económico. A este fenómeno estructural se suma la menor capacidad de arrastre de actual ciclo tecnológico.
También se ha comentado en otros artículos previos cuales serían los impactos de la automatización sobre el empleo. El estudio más pesimista señala que entre 2030 y 2035 la inteligencia artificial podría sustituir 47% de los empleos en EE.UU. y 57% en las economías de la OCDE. Hay estudios menos pesimistas que señalan que se perdería entre el 9% y 10% de la fuerza laboral, a la par que las diferencias salariales se ampliarían entre trabajadores creativos y los manuales. Hay también problemas a nivel macroeconómico con las denominadas plataformas tecnológicas digitales muy en boga en estos tiempos, que ya comentamos críticamente.
Impactos del Covid-19
La actual pandemia viene promoviendo el uso más intensivo de las tecnologías digitales, el desarrollo de la inteligencia artificial, la automatización y otras tecnologías. Estas si bien facilitan la interconexión de las personas y tienen aportaciones positivas a la sociedad pueden contribuir a reducir la participación de los salarios en el producto y elevar la cuota de las ganancias; asimismo, perjudican a los trabajadores directos y a los menos calificados. Harvey (2020) señala que las actuales circunstancias perjudican a los que él llama trabajadores esenciales respecto de los trabajadores a distancia. En la misma dirección, Mazzucatto (2020) plantea que el covid-19 está exponiendo la creciente precariedad del trabajo caracterizada por la economía de plataformas y el deterioro del poder de negociación de los trabajadores.
En el gráfico 1 se muestra la evolución de la población económicamente activa (PEA) e inactiva en Lima Metropolitana desde 2019 que refleja el reducido crecimiento de la PEA en la fase de crecimiento y la severa contracción desde marzo de 2020. A fecha la PEA se ha reducido a la par que la inactiva se ha elevado en un millón de trabajadores y posiblemente alrededor de 3 millones para todo el país, que en lugar de trabajar permanecen en sus casas sin recibir ingreso alguno. La recuperación de la PEA no iría al ritmo de la evolución de la producción, ya que faltarían incorporar 330,000 trabajadores en Lima y un poco menos de un millón en todo el país.
Desafortunadamente, pareciera que aún cuando se alcance la producción de 2019 en 2022, no se recuperaría la PEA y menos la población adecuadamente ocupada por los cambios estructurales y el tecnológico resultado de la pandemia. La población adecuadamente ocupada se encuentra al 53% del nivel observado el mismo periodo de 2019, mientras que la producción nacional ha caído 11.7% a la fecha. Lo que ha crecido es el subempleo especialmente por ingresos y después por horas de trabajo (ver gráfico 2). La precarización laboral afecta más a las mujeres que los hombres, a los que tienen menos de 24 años, a los menos calificados y a los que laboran en pequeñas empresas. La estrategia de redistribución de ingresos debería orientarse especialmente a este tipo de personas.
Gráfico 1. Evolución de la PEA Activa e Inactiva en Lima Metropolitana 2019-2020
Fuente: elaboración de Martin Astocondor con INEI (2020).
El impacto de la crisis sobre el ingreso promedio de los trabajadores también ha sido dramático. En el gráfico 3 se muestra la evolución de sus ingresos mensuales nominales, sin restar el efecto de la inflación que ha afectado más a los pobres del país. La caída promedio es de 9% respecto del mismo periodo del año anterior, afectando más a los hombres que a las mujeres. Sin embargo, hay que recordar que estas tienen menores ingresos de base que los hombres.
Grafico 2. Evolución de los componentes de la población ocupada en Lima 2019-2020
Fuente: elaboración de Martin Astocondor con INEI (2020).
Gráfico 3. Evolución de los ingresos promedio mensual en Lima Metropolitana 2019-2020
Fuente: elaboración de Martin Astocondor con INEI (2020).
Política redistributiva
No hay que desechar la opción exportadora a los mercados globales y regionales, ya que se requieren divisas. Sin embargo, las circunstancias actuales obligan a mirar más hacia adentro, asignando un rol central a las políticas redistributivas. De ninguna forma se trata de castigar a los más ricos de la sociedad, sino que una mejor estructura distributiva beneficia a todos, incluyéndolos a ellos. Mayores ingresos a la población generan más consumo, demanda, producción y ganancias.
Es imprescindible una reingeniería tributaria como la que hemos propuesto anteriormente. Queda pendiente discutir las reformas por el lado del gasto público, la creación de empleo comunitario de emergencia y las políticas por el lado de la oferta que deben acompañar una estrategia redistributiva.