¿Hacia una transición Post Neoliberal?
Mientras aún no hemos superado la fase más letal de la pandemia los poderes económicos y mediáticos insisten en retornar a la vieja normalidad. Sus argumentos son deleznables. El fin de la semana pasado aprovechando una entrevista a un economista extranjero se afirmó que la culpa por los daños del Covid-19 hay que atribuirlos a la incapacidad e ineficiencia de los Estados alrededor del mundo. Efectivamente, esto ha ocurrido, pero se olvidan enmarcarla en el retroceso y privatización universal de las actividades que antes eran menester de los Estados. Interesadamente ven el mundo al revés. Omiten las cuatro décadas de Neoliberalismo mundial desde 1980 a la fecha.
Refiriéndose al Perú insisten en la hipótesis de la mala administración y del desperdicio de recursos fiscales, pero se olvidan del elemento principal asociado a una baja presión tributaria, por debajo de los estándares regionales, que redujo los gastos en infraestructura e imposibilitó la prestación de servicios públicos de calidad. En 1980 la inversión pública era 10% del PBI y ahora es la mitad. Ese Estado mínimo, ineficaz, ineficiente e incapaz es el hijo del neoliberalismo peruano. Un Estado mayormente capturado por intereses de grupo y particulares que solo ha mostrado autonomía en favor del bien común en pocas oportunidades. Ahora cínicamente se burlan señalando que ese Estado es el virus.
La pandemia al igual que el fenómeno del niño costero transparentó nuestra cruda realidad de 1/3 viviendas sin agua potable, con piso de tierra, ni desagüe, ni refrigeradoras. De un Perú fragmentado, desbordado y con poco empleo decente que no da para más. Donde a pesar de cualquier buena intención de nuestras autoridades aún no se puede mostrar la contención del virus; porque ello es difícil con esas condiciones estructurales e institucionales, se soslayó la educación y salud pública, y cuando las crecientes desigualdades frenaron la posibilidad de construir ciudadanía.
Condiciones objetivas y subjetivas
Estamos en momentos convulsionados. Se debe retomar los planteamientos de Concheiro (2010) quien señalaba que hay que mirar alto y lejos. Que se necesita modificar los paradigmas que guían nuestros pensamientos; tener acceso a los activos físicos e intelectuales que nos permitan lograr más control sobre nuestro futuro y de la energía colectiva que nos permita desarrollarnos. Reitera que hoy no es el idealismo el que nos empuja a cambiar y a soñar en nuevos caminos; es la necesidad la que lo hace. Sin duda se requieren medios para lograr los objetivos, pero los medios también se construyen finalizaba el autor.
En el último siglo hemos vivido varias transiciones; no siempre para bien. De la Bella Época (1880-1914) a una fase cruenta de la Primera Guerra Mundial, hiperinflación, gran depresión, fascismo y la Segunda Guerra Mundial, interrumpidos solo por los “gloriosos 20s”. De ahí transitamos por elementos objetivos, la conjunción de voluntades y la acción política a la Edad de Oro de Capitalismo; ese periodo de las sociedades y Estados de bienestar donde se procuraba el balance entre capital y trabajo. No todo fue maravilloso porque nos olvidamos del campo, medio ambiente y de los pueblos originarios. Luego transitamos al neoliberalismo universal y al peruano. Hemos listado anteriormente los factores objetivos de esa transición en la ruptura del sistema de Breton Woods, los shocks petroleros, el mayor espacio a los economistas neoliberales, la irrupción de Thatcher y Reagan, la caída de los socialismos reales, entre otros. Las condiciones subjetivas estuvieron en la incidencia de los organismos financieros internacionales, los grupos de poder financiero y más globalizados. En el cuadro 1 se listan los principales elementos explicativos de esa transición en el caso del Perú.
Cuadro 1. Elementos principales de la transición al Neoliberalismo peruano
Rutas posibles
El Covid-19 ha modificado las formas en que interactúan las personas; aunque no sabemos hasta cuando dependiendo de la duración y recurrencia de la pandemia. Sin embargo, desafortunadamente hemos visto mucha irresponsabilidad en los países en que levantaron esas restricciones. Efectivamente, se ha intensificado el uso de las tecnologías digitales para acortar las mayores distancias físicas, pero se pueden establecer muchas conjeturas sobre si esta implicaría cambios más profundos en diversas esferas particulares o si detonaría un cambio sistémico.
Una esfera donde el Covid-19 está generando mejoras positivas es en el tema ambiental. Tanto en el Perú como internacionalmente el aislamiento social ha generado más cercanía con el ambiente. La necesidad de una relación más armoniosa con el entorno parece preocupar a un número cada vez mayor de personas; aunque ignoramos la solidez de sus convicciones. También hay mayor consenso en la perspectiva estratégica, ya que muchos se han manifestado en la necesidad de intensificar la cooperación internacional; más allá de la discusión tradicional entre un mundo bipolar o multipolar. Desafortunadamente, la presencia de autoridades como Trump contraponen esta tendencia. Sin embargo, a la par que se plantea una mayor cooperación internacional la pandemia nos aísla económicamente, otorgando más espacios a posturas localistas respecto de una mayor integración de los mercados en los ámbitos de los movimientos de las personas, comercio de bienes y servicios, inversiones y flujos de capitales.
Las conjeturas son mayores en las otras esferas anotadas en el cuadro 2, donde se ubica el extremo negativo y el positivo. No existen tendencias generales, sino que la posición en el continuo dependería del comportamiento y reacción de las sociedades, los diferentes estratos y grupos sociales. Efectivamente, la pandemia ha mostrado muchas expresiones de solidaridad en las personas, pero a la par el Covid-19 las separa intensificando el egoísmo. En la esfera social nos movemos entre el individualismo y el Bien común. En la esfera cultural tenemos el extremo de lo light, el descarte frente a una cultura de valores. Ya hemos comentado que el Covid-19 pareciera acelerar el cambio tecnológico de reducir el contenido de mano de obra por unidad de producto por lo que desafortunadamente nos aproximaríamos más hacia una situación con mayor desempleo, subempleo e incremento de la población económica inactiva respecto de la opción de alcanzar más empleo y ocupación decente. La discusión sobre lo que podría ocurrir en la esfera política, estatal y económica sigue abierta.
Cuadro 2. Escenarios extremos en diferentes esferas
Bases para un nuevo consenso
Es innegable las buenas intenciones del Acuerdo Nacional (AN) para discutir las bases de un nuevo consenso económico-social y ambiental; sin embargo, es probable que la correlación de fuerzas circunscriba la discusión a uno o dos temas; especialmente en derechos y obligaciones en salud pública; cobertura y calidad de otros servicios públicos. No estaría mal pero no se debe olvidar que las decisiones del AN no son coadyuvantes. Es necesario insistir en que sean parte de la Constitución Política y posteriormente en las leyes y reglamentos que correspondan. Somos de la idea que hay que situarnos en una posición intermedia que postule modificaciones específicas a la Carta Magna; no son tiempos para discutirla totalmente. Hay que reconocer también que diversos temas no requieren cambios.
En el cuadro 3 se presentan algunos elementos económicos que habría que considerar; muchos se explican solos. Se debe destacar la importancia del planeamiento estratégico en los diferentes ámbitos nacional, regional y local; como base del resto de sistemas de gestión pública en particular del presupuesto, programación de la inversión pública y de coordinación de inversiones en asociaciones público privadas. No se trata de volver a fórmulas del pasado, sino que se alinee planeamiento con señales de mercado, sea integral, ágil, oportuno y útil. En la Constitución debe priorizarse las actividades de ciencia, tecnología e innovación entendiéndolas como el vehículo para hacer frente al futuro a través de nuevos y mejores procesos de producción y a la mejora de la calidad de vida de la población. Otra palabra que debe quedar impresa es la necesidad de diversificar nuestro aparato productivo sin menoscabo de las actividades extractivas desarrolladas en armonía con el ambiente y la sociedad.
Como en la Constitución chilena hay que establecer mayores facultades de intervención y regulación en condiciones de emergencia nacional. Sentar las bases para alcanzar una mayor justicia fiscal (progresividad) dotando al Estado de mayores recursos, exigiendo eficacia y eficiencia en el ejercicio del gasto. La carta magna debe establecer una preocupación para frenar la elevada desigualdad y los instrumentos para mitigarla. Hay otros temas importantes como igualar el trato a la inversión extranjera al nivel de la nacional; la priorización de los DDHH y de las instancias internas para la solución de controversias como promueve la UNCTAD. Por último, se debe endogenizar la respuesta de la política monetaria y fiscal anticíclica ante reducciones significativas en los niveles de ocupación y empleo. No debemos olvidar que así lo hace la FED y el gobierno en los EE.UU.
Cuadro 3. Algunos elementos para ajustar la Constitución Política