Estadísticas tributarias en América Latina y el Covid-19
La contraofensiva neoliberal está muy activa. Aún, cuando todavía no hemos superado la pandemia del Covid-19 están desesperados por retornar a la vieja normalidad. Quieren más ayuda estatal, sin mejorar la recaudación tributaria e insistir en producir lo mismo de siempre. Efectivamente, la caída de la producción, del empleo, ingresos y de las condiciones de vida de la población han sido severas por lo que se requiere reactivar la economía; sin embargo, hay que actuar con prudencia. Las imágenes de las relajadas reaperturas parciales en Nueva York y en España no son una buena señal ya que una segunda oleada de la pandemia es posible. La precariedad de nuestro sistema de salud y nuestras características estructurales nos colocarían en una situación catastrófica en términos de infectados y fallecidos.
Los argumentos que se esgrimen contra la posibilidad de mejorar nuestra recaudación tributaria son maniqueos. Para ellos todo tipo de impuestos o mayor recaudación son negativos; pero si se requieren más subsidios. La lista comienza en que los diferentes niveles de gobierno son ineficientes al no poder ejercer el gasto que se les asigna presupuestalmente; le sigue la corrupción endémica; los abundantes ahorros fiscales y ahora nuestra capacidad de endeudarnos. Por otra parte, el BCRP y el gobierno estarían procediendo mal al anunciar la duplicación de los fondos y garantías del programa Reactiva Perú. Todavía no se desembolsa el total del monto inicial de S/. 30,000 millones y ya se amplía. No se conoce el destino de esos recursos asignados por la banca con el mal precedente de que no se aplican criterios de priorización sectoriales, financieros y productivos. Tampoco las Mypes son prioridad. Ya es tiempo de trabajar con mayor selectividad y pensando en la diversificación productiva.
Endeudamiento externo desenfocado
Primero fue la colocación de bonos por US$ 3,000 millones que en términos financieros fue exitosa ya que las tasas de interés estuvieron entre 2.39% al 2026 y 2.78% al 2031. La semana pasada, mediante un decreto de urgencia se autorizó una nueva emisión por US$ 4,000 millones señalando que con estos fondos también se buscaría cubrir la reactivación económica y la atención del presupuesto público para el 2020. Grave error; el endeudamiento público externo de acuerdo a las prácticas internacionales se debe orientar hacia gasto de capital (inversiones) o a sustituir endeudamiento externo anterior de mayor costo; nunca para financiar el gasto corriente. Al respecto, no se debe olvidar la amplia disponibilidad de depósitos del gobierno, incluido el Fondo de Estabilización Fiscal, en el BCRP. Al 30 de abril de 2020 este tuvo depósitos netos en el instituto emisor por S/. 62,035 millones (US$ 18,240 millones).
Asimismo, el pasado fin de semana la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó a su directorio la aprobación de una petición del Perú para obtener una línea de crédito flexible por US$ 11,000 millones. ¿Cuándo se informó previamente a los peruanos? Efectivamente, es solo una línea de crédito que se utilizaría en caso de necesidad, pero tiene un costo. Tampoco nos debemos olvidar que el FMI tiene una lógica clara en el diagnóstico y recomendaciones de política cuando se producen problemas en la balanza de pagos en términos de exigir la implantación de medidas de contracción del crédito interno, del gasto público; y de otras directas e indirectas por el lado de la oferta que en general son poco convenientes. La preocupación del FMI por la elevada desigualdad corresponde a su área de estudios económicos, pero no a la dirección de operaciones que actúa conforme al recetario de la economía estándar. Otro peligro para el mediano plazo.
Ya hemos comentado anteriormente que los recursos de la primera emisión de bonos se deben destinar completamente a la mejora de la infraestructura y equipamiento del sector salud. Una red descentralizada de hospitales serían una buena inversión para avanzar en el cierre de brechas en esta área. Por otra parte, se exagera nuestra capacidad de endeudamiento ya que la medición oficial de la deuda pública externa del Perú omite el registro de los pasivos en firme y contingentes a propósito de las asociaciones público privadas concertadas en las últimas décadas. En un informe al cierre de 2017 estas sumaban US$ 39,280 millones equivalentes al 18.3% del PBI (Alarco y Salazar, 2019) que habría que agregar a la información oficial. Por último, si bien las tasas interés de colocación del primer tramo de los bonos fueron convenientemente reducidas, esto también reflejaría un escenario internacional deflacionario y recesivo para el mediano plazo, lo cual no sería positivo para los diferentes sectores productivos locales.
Perú en la cola
La OCDE publicó la semana pasada el informe anual sobre recaudación tributaria en América Latina y el Caribe. La ventaja de dicho documento es que compatibiliza toda la información internacional permitiendo comparaciones entre nuestras economías y los miembros de la OCDE. Por ejemplo, la información del MEF no es adecuada ya que triplica la recaudación al sumar los ingresos del gobierno nacional, regionales y locales, omitiendo descontar las transferencias de un nivel de gobierno a otro.
En el gráfico 1 se muestra que la presión tributaria peruana es de 16.4% del PBI en 2018, frente al promedio regional de 23.1%. Nuestra brecha es de 6.7 puntos porcentuales del producto respecto del estándar regional. El gobierno peruano debería recaudar adicionalmente cerca de US$ 15,000 millones anuales para ponerse a la par de nuestros vecinos. Estamos en la cola del continente y debajo de todos nuestros vecinos directos. El más cercano es Colombia que tiene una recaudación tres puntos porcentuales por encima a la del Perú. Hasta Bolivia con un menor nivel de ingreso per cápita muestra una recaudación superior a la peruana de nueve puntos porcentuales del PBI. Solo le ganamos en recaudación respecto del producto a Paraguay, República Dominicana y Guatemala; y excepcionalmente ese año a Panamá y México.
Es importante observar en el gráfico 2 los niveles de presión tributaria de los países miembros de la OCDE para 2018. El promedio de este grupo es de 34.3% del PBI, 11.2 puntos porcentuales por encima del promedio de América Latina y el Caribe y de 17.9 puntos porcentuales respecto del Perú. Los grupos de poder económico, mediático y los técnicos a su servicio deben entender con estas cifras que no solo se trata de mejorar la eficiencia en el gasto público, sino que se debe incrementar la recaudación tributaria para coadyuvar al cierre de todas las brechas de infraestructura, sociales, justicia, seguridad, entre otras, que están a la vista.
Francia gobernada por Macron tiene los niveles de presión tributaria más altos de la OCDE. Alemania de Merkel no se queda atrás. Los gobiernos conservadores de May y Johnson tuvieron una presión tributaria del 33.5% ligeramente por encima del promedio del grupo. Nuestras economías modelos de Corea del Sur y Noruega están en 28.4% y 39% del PBI respectivamente. La presión tributaria de los EE.UU. es 7.9 puntos porcentuales del PBI por encima de la peruana.
Impuestos a la riqueza regionales
En contra de lo que se señala localmente ya hay diversas experiencias de impuestos a la riqueza y al patrimonio en América Latina. En la Argentina ya se viene aplicando un impuesto al patrimonio neto; también tienen tributos a las ganancias de capital y a las transferencias financieras y de propiedad; aunque no tienen impuestos a las herencias. En este momento estudian un impuesto a la riqueza neta. En el caso de Brasil cuentan con impuestos a las herencias, a las transacciones y transferencias financieras y de la propiedad. No hay impuestos a la riqueza neta. Chile es otra economía que tiene impuestos a las herencias y regalos entre personas. Colombia ya estableció un impuesto a la riqueza neta a la par que mantiene los tributos a las transacciones financieras y de propiedad. Ecuador aplica simultáneamente impuestos a las herencias y a la riqueza neta. Uruguay, a diferencia del resto de las economías aplica impuestos a la riqueza neta corporativas y muy pequeños a las personas naturales.
En el cuadro 1 se muestra cuáles son las principales economías de la OCDE que tienen impuestos a las herencias (y regalos) y a la riqueza neta. En primer lugar, todas tienen impuestos a la propiedad inmobiliaria (prediales) que pueden ser de mayor o menor importancia relativa. Asimismo, pueden aplicar uno, los dos o ninguno de los impuestos mencionados. Las combinaciones son diversas respondiendo a las particularidades locales. Al respecto, Austria, República Checa, Israel y Suecia no los aplican. El grupo conformado por Alemania, Corea del Sur, EE.UU., Japón, Países Bajos y Reino Unido recaudan solo impuestos a las herencias. Solo como referencia EE.UU. recaudó en US$ 28,118 millones y Reino Unido 4,800 millones de Libras Esterlinas en 2017. Aplican ambos impuestos Bélgica, Canadá, España, Francia, Grecia, Luxemburgo y Suiza. Noruega recauda principalmente el impuesto a la riqueza neta.
Es imprescindible qué con base a la teoría, evidencia internacional y el estudio de nuestra realidad se logre alcanzar el nivel de recaudación y justicia fiscal necesaria para las actuales y futuras circunstancias. Hay que crear un nuevo consenso en la sociedad sobre estos impuestos; actuar con rigor, pero sin precipitaciones que los vayan a afectar. Por mientras hemos sugerido una contribución extraordinaria de solidaridad con base a la renta neta imponible de 2019 para personas naturales y jurídicas por encima de determinados umbrales.
Algo más
Una mala noticia de esta semana fue la decisión del gobierno de postergar el inicio en la aplicación de la norma de control de fusiones y adquisiciones empresariales (F&A) hasta marzo de 2021. Al respecto, no se debe olvidar que en los tiempos de crisis se incrementan las F&A afectando negativamente los niveles de competencia con efectos perversos en el ámbito económico; a los cuales se sumarían impactos sociales y políticos negativos si se eleva la desigualdad.