Simulación de impactos y respuesta fiscal ante el COVID-19
Todos los días se difunden proyecciones sobre el PBI cada vez más alarmistas. A fines de la semana pasada la mayor caída estimada para el 2020 era de 4.5%, ahora hay quien señala que esta sería entre 5% y 10% y un colega, sin anotar números afirma que sería similar a la contracción observada en la época de la guerra con Chile. Nadie transparenta sus supuestos, olvidando el peligro de que esta se convierta en profecías autocumplidas que nos perjudiquen a todos. No se aclara si estas estimaciones incluyen los impactos de las medidas económicas que se están implantando; tampoco la inercia y nuevos proyectos previstos desde 2019.
Lecciones del pasado
Las respuestas de J.M. Keynes a la depresión de los años 30 del siglo XX siguen siendo pertinente para hacer frente a las pequeñas crisis de insuficiencia de demanda, fue útil a la crisis financiera internacional 2008-2009 como lo sería para la actual. Sin la política fiscal y monetaria anticíclica otra sería nuestra realidad económica, reconociendo sus límites y restricciones, y la necesidad de otras políticas complementarias a nivel intermedio y microeconómico que ya se han comentado. Se han explicado los impactos negativos sobre el PBI que vienen del exterior y a los cuales habría que adicionar los efectos de la paralización obligatoria y el toque de queda. Sin embargo, no se debe omitir que todas las estimaciones deben considerar los impactos positivos de las políticas anticíclicas.
Simulaciones
La evaluación de los impactos negativos y positivos del escenario base sobre el crecimiento del PBI en 2020 se muestran en el cuadro 1. Se parte de considerar la proyección oficial que incluye la inercia y la cartera de proyectos de inversión públicos y privados principales que se tenía inicialmente prevista. A continuación se restan los impactos negativos por la paralización obligatoria y los asociados a la caída de la demanda externa. Luego se suman los efectos de un mayor gasto público interno equivalente al 0.8% del PBI que con sus efectos multiplicadores totaliza 1.6% del producto. En la última fila se determina de manera gruesa una caída del 0.9% en 2020 respecto del año anterior.
En el cuadro 2 se presentan los impactos directos e indirectos por el COVID-19 y las diferentes respuestas fiscales ante este fenómeno. Se muestra que el escenario base sin respuesta fiscal generaría una caída del producto del 2.5%. Si esta se eleva a S/. 12 mil millones el PBI crecería en 0.7% y si esta es de S/. 16 mil millones generaría un crecimiento de 1.3%. Este último monto correspondería al 85% del Fondo de Estabilización Fiscal solicitado por el poder ejecutivo al Congreso de la República.
Sin embargo, en la segunda fila se plantea un escenario agravado donde la menor demanda externa de bienes y servicios se extiende de uno a dos trimestres provocando una caída del producto de 3.8% sin impulso fiscal. Si este es de S/. 6 mil millones se decrecería en 2.2%; si es de S/. 12 mil millones la caída sería de 0.6%; mientras que si se trata de S/. 16 mil millones no habría caída del producto. Lo que ocurriría con el PBI dependerá tanto de la magnitud como la efectividad del gasto público minimizando filtraciones hacia el exterior para que el multiplicador del gasto no se reduzca.
Algunos peligros
Se acaba de informar que la actividad manufacturera en China se está reactivando, misma que ha generado la elevación de los precios de los metales industriales como el cobre. Es una buena noticia, pero ojalá no la sofoquemos con una sobre oferta de nuestros productores que deprima los precios internacionales. Es claro que la velocidad de la recuperación dependerá de lo que ocurra en el mundo y en particular con nuestros socios comerciales. También será importante el comportamiento de los agentes económicos locales. Si los empresarios, de todo nivel, elevan los precios por mayores márgenes de comercialización y ganancia se reducirá la demanda real y por tanto los efectos expansivos sobre la producción. Asimismo, la reducción de los niveles de contratación de trabajadores sería totalmente contraproducente a nivel agregado al disminuir los ingresos, la demanda y la producción local. Los empresarios no deben olvidar los subsidios y fondos establecidos por el gobierno para evitar esa mala práctica.
Por otra parte, se debe evitar a toda costa tanto que estos programas del poder ejecutivo beneficien a pocas empresas como que la estructura productiva se concentre más afectando negativamente los niveles de competencia. Finalmente, no hay que hacerle caso a los profetas del pánico, quienes con sus estimaciones desbordadas nos dañan a todos.