La construcción del Consenso y el Perú al 2050
Nos llamó la atención la columna del director periodístico del decano de la prensa nacional del domingo pasado. El estudio prospectivo al 2050 que están liderando parece que sería útil para iniciar una buena discusión. Al respecto, en el editorial se mencionó un primer tema clave relativo a la necesidad de lograr consensos como fase previa para definir el rumbo. Coincidimos, porque primero están los acuerdos y no la imposición de una visión desde arriba a cargo de grupos particulares; luego la siguiente etapa es la definición de objetivos, metas, estrategias, acciones y políticas que promuevan la convergencia entre ese futuro deseado colectivamente y la realidad. Por otra parte, lo señalado, coincide en la práctica con quienes pensamos que hay que activar, fortalecer y realizar una reingeniería del Acuerdo Nacional y también con los que proponen que estos acuerdos requieren de una nueva Constitución Política.
Sin embargo, hay problemas de partida en lo que se viene desarrollando desde el decano de la prensa. El grupo de convocados no es plural, alineándose en una perspectiva e ideología particulares, no incluyentes. Este es un mal inicio, que recuerda la democracia ateniense que acotó la ciudadanía a unos pocos. Asimismo, los primeros resultados relativos a las megatendencias globales y los cuatro caminos posibles tienen limitaciones serias. Se observa una perspectiva light cuando en la esfera relativa a los cambios tecnológicos e innovación se omiten los impactos negativos netos que estas pueden tener sobre el empleo y que se señalan en numerosos estudios que hemos comentado en otras oportunidades. En lo económico se ignora la creciente desigualdad económica y sus implicaciones adversas que elevan la polarización social y política. Se está destruyendo el tejido social. No se dice una palabra sobre la gran presión que se ejercerá sobre los Estados; se minimizan los impactos del cambio climático y la degradación del medio ambiente.
Los cuatro caminos posibles: inercial, desarrollado, fragmentado y autoritario tienen problemas. Hay confusiones y sesgos. En el inercial se plantea una tasa de crecimiento del 3.5% anual que parece poco probable hacia adelante. Afirman que el desarrollo social acompaña el crecimiento económico (¿cuál?) y que ocurriría con la elevada desigualdad (¿?). En realidad, la ruta del Perú inercial es la misma que la del Perú fragmentado donde seguimos basados en la actividad extractiva y caemos en el ranking de innovación. Hay un serio contrabando ideológico cuando se plantea que en la ruta autoritaria se llega al gobierno mediante reformas constituyentes y el caudillo se perpetúa en el poder. ¿Acaso todas las reformas constituyentes se asociarían a un gobierno autoritario? Por último, señalar que los trastornos mentales se incrementarían en el escenario autoritario y que en escenario fragmentado se logra un alineamiento con un bloque internacional autoritario (¿?) no tienen asidero alguno.
El director periodístico se equivoca al plantear como único objetivo la convergencia con las economías desarrolladas. En primera instancia no suena mal, pero circunscrita ¿sólo a lo económico? No hay que olvidar que el desarrollo económico sostenible es mucho más que el puro crecimiento económico. Tampoco está mal anotar que se pueden tener avances en la concertación a partir de temas como la lucha contra la corrupción, economía estable, calidad educativa, libertades individuales, formalización, entre otros. Sin embargo, trasluce su maniqueísmo cuando plantea como únicas opciones de referencia económicas al neoliberalismo o al socialismo. ¿No hay acaso posturas intermedias? Referirse también al mercado laboral como un tema para el consenso es convertir a las personas en objetos y orientar la discusión hacia un campo ideológico y técnico muy objetable. Esto no es sorpresa, ya que la posición del diario y la mayoría de sus comentaristas se alinean en la perspectiva neoclásica neoliberal que conceptualiza a los trabajadores como cosas.
Es imprescindible y urgente lograr un nuevo consenso económico social y ambiental. Efectivamente hay que aterrizar en temas concretos; sin embargo, hay que resaltar que al centro están los ciudadanos. La dignidad de la persona, la primacía del bien común, el destino universal de los bienes, la solidaridad, la participación social, una mejor relación con la naturaleza, entre otros, son principios de la Doctrina Social de la Iglesia Católica que nos pueden ser útiles para este propósito.