Neoliberales maniqueos
Se define como maniqueo a quien reduce la realidad a dos principios opuestos. La semana pasada nos sorprendió un editorial publicado en el decano de la prensa nacional donde su autor se preguntaba si el Perú era neoliberal. El título parecía aceptable; sin embargo, desde su primer párrafo afirmaba irresponsablemente que el menor crecimiento y convulsiones de América Latina se debían a la izquierda, que lejos de modernizarse se servía del estancamiento para socavar el orden democrático. En el caso peruano los culpables eran los estatistas y totalitarios que reivindican la Constitución de 1979. ¿Quiénes son y dónde están esos estatistas y totalitarios?, ¿acaso una mejor regulación de los mercados es estatismo?
De partida esa visión de que los problemas regionales son ideológicos es equivocada. Los conflictos en Bolivia, Chile y Ecuador tienen diferente origen, aunque con un denominador común. En Bolivia es un golpe de Estado de connotación racial y neoliberal contra un gobierno que pretendió extenderse en exceso. En Ecuador responde al desvarío de autoridades que se someten innecesariamente al FMI a costa de la población y en Chile parece ubicarse en la elevada desigualdad y la imposición de un modelo que pisotea a los sectores populares y medios de la Sociedad.
El autor se equivoca al señalar que la calificación de neoliberal es despectiva. Esta corriente es un programa intelectual ideológico que pretende la reducción extrema del rol del Estado; es un programa político para amoldar a la Sociedad y al Estado de acuerdo a los intereses particulares; y que comprende diferentes escuelas económicas. Ignora también que el capitalismo del siglo XX y XXI tuvo dos fases: edad de oro (1950-1970´s) y la fase neoliberal de los años ochenta a la fecha. Vuelve a mentir cuando asocia neoliberalismo a democracia. En nuestra región este modelo se ha impuesto con engaños muchas veces o a la fuerza. Bolivia y Ecuador son ejemplos recientes; Chile con Pinochet, la segunda fase del Gobierno Militar en el Perú (donde él sirvió) y los diversos gobiernos mentirosos que hemos tenido después.
La paranoia parece dominarlo cuando imputa a los críticos propuestas de política que nadie plantea. No conocemos a quienes critiquen la independencia del Banco Central o a la prohibición de financiar al gobierno. Tampoco, a los autárquicos que propongan el aislamiento comercial y financiero del país de la economía internacional, a la legalidad de la tenencia de moneda extranjera o que propongan la estatización de empresas privadas, entre otras. No mientan, los economistas críticos estamos a favor de la democracia. Asimismo, solo queremos que los ciudadanos sean el fin supremo y que los intereses privados no vulneren al interés público. Basta de excesos.