Argentina: ¿transición compleja?
Falta tiempo para las próximas elecciones presidenciales argentinas del 27 de octubre. Muchas cosas pueden suceder. Sin embargo, la diferencia entre los resultados obtenidos por la fórmula Fernández-Fernández del 47% respecto al 32% de Macri han sido demoledores. Ninguna encuestadora esperaba tal diferencia, generando que la probabilidad de reelección sea reducida. Desafortunadamente, todavía les queda tiempo para que los “mercados” operen y la desestabilización que siembra miedo entre los electores. Desde el lunes pasado el peso se depreció 30% y la bolsa de valores se derrumbó 38%. El gobierno acaba de dictar otras medidas de política económica y nombrar a un nuevo ministro de economía. Los poderes económicos y mediáticos en Lima están asustados. Dicen muchas mentiras o verdades a medias sobre la historia económica argentina. Se trata de evitar que vaya a cundir el “mal” ejemplo.
Ahora, para los analistas locales, la política económica de Macri tuvo serios errores; fue un modelo sui-generis, nada que ver con lo que establece el recetario neoliberal tradicional. Están equivocados, aunque hay que señalar que efectivamente se cometieron serios errores propios. La reducción del déficit público a través del incremento continuo de los precios y tarifas se acompañó de mercados financieros y de capital totalmente desregulados. A la par, el Banco Central (BCRA) elevaba la tasa de referencia de política monetaria (TRPM) hasta el 63% anual. Ni la inflación se reducía ni la paridad cambiaria se frenaba por la desconfianza a pesar de las dos líneas de crédito del FMI. El estancamiento productivo era la norma. ¿Afirman que hubo gradualismo económico por su preocupación por las personas? Alberto Fernández señaló, luego de esta victoria, que el gran logro de Macri fue crear 5 millones de pobres adicionales.
Los errores históricos que se plantean sobre Argentina son diversos. Efectivamente, a inicios del siglo XX su nivel de ingreso per cápita se ubicaba más cerca de las economías desarrolladas que de nuestra región. Sin embargo, se olvidan los graves efectos de la depresión de los años treinta y las guerras mundiales que obligaron a nuestras sociedades a mirar hacia adentro. La estrategia de sustitución de importaciones o de industrialización dirigida desde el Estado surgió por necesidad a la par de decisiones de política para generar mayor valor agregado, inducir el cambio técnico y la productividad. También las políticas redistributivas del ingreso nacen para romper el statu-quo y ampliar los mercados internos. Un analista del decano de la prensa nacional criticó el mayor poder de los sindicatos durante los gobiernos peronistas. Tiene la razón sobre su mayor peso, pero ello se inscribe en la fase de oro del capitalismo donde se procuraba un equilibrio entre capital y trabajo, no como ahora en la neoliberal. Esa fue la regla a nivel internacional desde los años cincuenta hasta mediados de los setentas del siglo pasado. Los analistas omiten que Argentina ha oscilado entre políticas a favor de los agroexportadores y la industrialización interna. ¿Puede una economía con 44 millones de habitantes mejorar continuamente la calidad de vida de todos sus habitantes exclusivamente con base a las actividades primarias o con un modelo a partir del sector financiero al estilo de Menem?
Las definiciones tradicionales sobre populismo y populismo macroeconómico son resbalosas. ¿Qué tiene de negativo que un gobierno responda a los intereses de los sectores populares, sus principales electores?, ¿acaso no hay líderes personalistas, paternalistas y carismáticos al otro extremo del abanico político?, ¿redistribuir a favor de los más ricos no es populismo? Se olvidan que la democracia (poder ejercido por el pueblo) debe ir de la mano con la política económica. Esto no significa justificar excesos fiscales y monetarios en el manejo macroeconómico; tampoco olvidar que las políticas redistributivas tienen límite, que los controles de precios derivan en mercados negros y que es un grave error pretender manejar el índice de precios al consumidor discrecionalmente o a la fuerza.
Argentina tendrá una difícil transición hacia las siguientes elecciones y al nuevo gobierno. Acaban de dictar nuevas medidas económicas tales como eliminar el impuesto al valor agregado a ciertos alimentos básicos como el aceite, leche y harinas; el congelamiento temporal de los precios de los combustibles, una reducción del piso del impuesto a la renta y pagos extras a beneficiarios de la ayuda social y empleados públicos. Sin embargo, no queda clara la política cambiaria ya que el nuevo ministro de economía señaló que haría todo lo posible por estabilizar la divisa; mientras que el titular del BCRA afirmó que no gastaría reservas en dólares para apuntalar la moneda y que los tipos de interés subirían lo necesario (en la última semana la TRPM subió de 63% a casi 75% anual). La macroeconomía estándar ha fracasado en la Argentina; se trata ahora de diseñar y buscar nuevos caminos. Hay experiencias internacionales previas que se pueden analizar y aprovechar.