¿Miradas económicas fujiapristas?
La decisión de solicitar la cuestión de confianza al Congreso de la República es un parteaguas en diferentes esferas. Se discute en términos políticos entre quienes estamos a favor y los que están en contra de esta iniciativa; con independencia de que las propuestas de reforma sean tan relevantes. En lo económico, en un lado se ubican quienes pensamos que esta coyuntura política interna no tendría serias implicancias negativas y por el otro quienes plantean que el enfrentamiento entre los dos poderes del Estado afectaría significativamente las expectativas y el crecimiento económico. En esta última perspectiva se trata que el gobierno baje la cabeza o negocie.
La lista de analistas económicos a favor de la concertación es larga. La semana pasada destacó el comentario del presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE) quien señaló que el conflicto político y la falta de gobierno efectivo inyectan parálisis económica e incertidumbre con grave perjuicio a la nación. Su diagnóstico como el de muchos parten de que todo iba muy bien antes de estos conflictos, pero eluden toda la problemática económica interna y externa que nos está afectando. En la misma dirección la presidenta de CONFIEP se refirió al ruido político que estanca el crecimiento económico.
La situación económica interna antes de la detonación de los conflictos políticos no iba bien. Durante el primer trimestre del 2019, según el INEI, el PBI sólo creció 2.3% respecto del primer trimestre de 2018, con caídas en pesca de 20.5%, minería 2.2% y manufactura 0.9%. En 2018 el PBI creció 4% anual. Asimismo, la demanda interna creció 1.7% y las exportaciones en 1.6% en 2019, mientras que el producto aumentó por la caída de las importaciones de 0.5%. También el desempeño del gobierno iba mal con una caída del consumo público y la inversión pública del 2.5% y 10.9% respectivamente con relación al primer trimestre de 2018. Entre mayo de 2018 y el mismo periodo de 2019 la RMV real ha caído en 2.9% y el ingreso promedio real del sector privado formal en 1.8%.
Es ridículo leer que nuestras finanzas públicas están relativamente bien manejadas cuando tenemos una brecha en la presión tributaria de poco más del 6% del PBI respecto del estándar promedio de América Latina. Nos falta recaudar un poco más de US$ 14,000 millones anuales. También suena ilusorio que nuestros TLC dan acceso preferencial a los mercados más grandes del mundo olvidando lo ocurrido negativamente en los mercados internos por la acción de la política arancelaria y cambiaria. El presidente del IPE se olvida que la deuda pública se duplica si consideramos los compromisos por asociaciones público privadas. Todo lo anterior omitiendo los procesos de reconcentración del ingreso, menor competencia interna por los procesos de fusiones y adquisiciones y los efectos erosivos de la corrupción.
El entorno internacional se está deteriorando cada vez más. Ya en abril el FMI redujo sus proyecciones internacionales. Mientras que el PBI global creció 4% en 2017, 3.6% en 2018, crecería 3.3% en 2019. El Banco Mundial acaba de publicar nuevas previsiones reduciendo el crecimiento global del 3% en 2018 al 2.6% en 2019 por los menores niveles de comercio e inversiones. Todo esto antes que Trump anunciara la semana pasada una escalada de aumento de aranceles para todos los productos de México partiendo de 5% el 10 de junio y hasta el 25% en octubre. Efectivamente, los precios y cantidades exportadas de nuestros productos mineros han mostrado caídas significativas el primer trimestre de 2019 y las previsiones tanto para el corto como el mediano plazo son en su mayoría hacia la baja. Con precios internacionales a la baja se retrae la gran inversión minera que jala a su vez al resto de la inversión privada. Ante estas circunstancias, la salida no está en producir más cobre o minerales, hay que comenzar a mirar al mercado interno. El reajuste de la RMV puede ser un primer paso a la par que se reactiva la inversión pública.