Cargamontón anti empresas públicas
Las declaraciones del Ministro de Justicia sobre que el Estado debería considerar su intervención en determinadas actividades estratégicas siguen sacudiendo Lima. En realidad, fueron comentarios distorsionados por la prensa, que se originaron en una entrevista sobre la necesidad de reformar el capítulo económico de la Constitución Política del Perú; ninguna afirmación contundente. Sin embargo, el abucheo de los analistas económicos y financieros estándar, gremios empresariales, grupos de poder económico y medios de comunicación fue masivo. Educadamente el Presidente de la República señaló que estos eran a título personal y que el modelo económico se mantenía inalterado. Las reacciones fueron ideológicas, muchas viscerales y los comentarios “técnicos” plantearon un conjunto de mentiras y en su caso medias verdades.
La mayoría de comentaristas neoliberales recusan el concepto de sectores estratégicos; en realidad están cegados por la ignorancia y la ideología. Lo estratégico implica una importancia relativa mayor respecto de otros sectores por diversas razones: interrelaciones sectoriales, impactos, nivel tecnológico, geopolíticas, entre otras. No necesariamente deben estar a cargo exclusivo del Estado. La energía nuclear y los hidrocarburos son oficialmente estratégicos en EE.UU. La energía también es un tema del mismo nivel en Europa. La fabricación de armamento local es una actividad estratégica para Israel como los puertos lo son para el Japón; requieren un tratamiento particular. ¿Se podría discutir en estos tiempos de que el control de la tecnología 5G no es estratégica?
Un segundo grave error es omitir que la contabilidad gubernamental de las empresas públicas es diferente a la de las privadas. No son exactamente comparables ya que en las públicas se resta de los ingresos las inversiones; mientras que en las privadas estas no son un gasto. Una empresa privada rentable con muchas inversiones (superiores a sus utilidades o a la generación de fondos propios) sería deficitaria en la contabilidad pública por requerir de financiamiento externo. ¿Acaso es malo financiar proyectos de inversión? Otro error es comparar empresas públicas con privadas bajo el mismo criterio: ¿Se deben medir por igual en términos de la generación de utilidades? Si esto fuera así no tendría objetivo alguno tener una empresa pública. Generalmente deberían ser autosuficientes financieramente, pero cumplir funciones asociadas a la promoción del desarrollo, satisfacción de necesidades específicas, atender la seguridad energética, introducir mayor competencia en los mercados, entre otras razones.
Los “expertos” se olvidan muchas de las razones por las cuales se crearon empresas públicas. PescaPerú se crea en 1973 para rescatar y ordenar toda la actividad de la producción de la harina y aceite de pescado luego de la mayor crisis de sobre captura de anchoveta. Se critica acremente que el gobierno creara Epaprode (apuestas por pronósticos deportivos) pero en México los gobiernos neoliberales hasta el actual mantienen un equivalente denominado Lotería Nacional que sirve con sus excedentes para financiar programas sociales. También olvidan que el Casino de Mónaco es propiedad de la Société des Bains de Mer, una empresa pública, en la que el gobierno tiene una participación mayoritaria. Esta empresa también es propietaria de los principales hoteles y clubes de la comunidad que sirven a la industria turística monegasca (Wikipedia). ¿Dónde quedó el rol subsidiario del Estado?, ¿qué tiene de estratégica esta actividad más allá de los excedentes que se pueden generar a favor del Estado y la Sociedad??
¿No podrían ser útiles el Banco de la Nación, Cofide y el propio MEF para introducir competencia frente a las elevadas tasas de interés activas y reducidas tasas de interés pasivas del sistema financiero? Tampoco, se debe olvidar que hay actividad empresarial del Estado en la mayoría de las economías de la OCDE. ¿Por qué no mencionan todas las empresas públicas del sector energético comenzando con Enaps de Chile, Ecopetrol de Colombia o Électricité de France (EDF) entre muchas otras? Aún, cuando algunas empresas públicas pierden dinero habría que preguntar porque ocurre esa situación. ¿A quién podrían beneficiar esos resultados negativos en el corto y mediano plazo?
Nadie necesita un nuevo Aeroperú, simplemente hay que fortalecer y reencausar las empresas estatales que tenemos. Tampoco hay que olvidar todas las acciones, abandono y políticas implantadas por nuestros gobiernos neoliberales para hacerlas fracasar. La lista de ejemplos es larga comenzando recientemente con Agrobanco quebrado por los prestamos irregulares a medianas y grandes empresas agrícolas; Enapu desmantelada por la privatización portuaria; Cofide desfinanciada por malos créditos al sector minero; Corpac abandonada ante de los procesos de concesión aeroportuaria; el desmembramiento de Petroperú y el descuido de Enaco.
La conducción de las empresas públicas peruanas es una tarea demasiado importante para el MEF y el Fonafe bajo su mando. No pueden estar bajo la dirección de quien piensa que no sirven; menos aún de personal de tercer nivel que las conduce. Hay que redefinir funciones, tener una visión estratégica de largo plazo, reformar Estatutos, redefinir planes estratégicos y establecer prácticas de Buen Gobierno Corporativo en serio. Tenemos oro en polvo en nuestras manos que no sabemos aprovechar.