Hacia una nueva economía
Estamos en el mes de la Navidad, tiempo de reflexión y de los mejores deseos para todos. 2018 ha sido un año convulsionado para el país, con cambio presidencial incluido. Al inicio, generó poca esperanza; luego a partir del 28 de julio la situación cambió. Ahora, los resultados del referéndum político fortalecen la figura presidencial. Todavía hay mucho por plantear y concretar en esa área, pero también hay que aprovechar el mayor capital político relanzando una nueva agenda económica. La que proponen los poderes económicos y mediáticos es una versión parcializada orientada a satisfacer intereses pecuniarios. Quieren más desregulación cuando se hace evidente que la autoregulación es un sueño, mantener prerrogativas tributarias y una reforma laboral que nos conduzca al siglo XIX.
El Presidente de la República tiene como tarea esencial ayudar a construir un nuevo consenso económico-social que modifique la inercia del neoliberalismo de las últimas décadas. Queremos un país que distribuya los beneficios del crecimiento para todos, no para unos pocos. Que se abandone la perspectiva del chorreo o goteo con agendas orientadas solo a favor de la competitividad. Necesitamos una visión hacia el desarrollo humano y sostenible. Más equidad efectiva y no solo igualdad de oportunidades. Que se considere al trabajador como aportante fundamental superior a los restantes elementos de la vida económica que son instrumentos (no un factor de la producción), Asimismo, que se reconozca que la remuneración debe ser tal que permita al hombre una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual (Gaudium et Spes, 1965).
El sueño de una nueva agenda económica incorpora la necesidad de fortalecer el planeamiento estratégico. Se debe revitalizar y potenciar al CEPLAN enfocándolo en incorporar nuevas prioridades, integrar y dar consistencia a las políticas nacionales, sectoriales y territoriales con horizonte al 2021. Se debe considerar la inversión pública y de las asociaciones pública privadas en el plan alineado a las señales de mercado. Alrededor de este tema es vital proponer una reforma del Poder Ejecutivo para mejorar sus niveles de eficacia y eficiencia. Hay que simplificar, reagrupar e integrar con el objeto de mejorar la capacidad de formulación, implantación y seguimiento de políticas públicas.
La lista de los temas por contemplar puede ser larga. Habría de actualizar la estrategia de diversificación productiva, ahora relegada. Trabajar efectivamente en la reducción de las elevadas desigualdades. Hay que promover desde el Ejecutivo una economía más competitiva; replantear la política fiscal y proponer nuevos roles al BCRP. Es imprescindible recuperar la seguridad energética nacional y aprovechar mejor el entorno internacional.