Ejes para la competitividad
El Presidente de la República se refirió a la Política Nacional de Competitividad en la CADE. Se anotaron elementos generales, pero también cuestionables sobre el tema laboral. Para suerte de todos se ha decidido llevarla a consulta, incluyendo a los gremios sindicales. Solo se conocen los ejes principales elaborados por el MEF, mismos que se emitieron en julio de 2018. Los ejes comprenden: infraestructura; formación y acumulación de capital humano; mercado laboral; comercio exterior y cadenas logísticas; ciencia, tecnología e innovación; instituciones; ambiente de negocios y financiamiento. No aparece el logo de Ministerio de la Producción.
Hay algunas aportaciones relevantes, pero también los sesgos típicos del MEF. En la presentación del documento, la historia comienza recién a inicios del siglo XXI y cuando se habla de las economías asiáticas no hay mención a sus planes y estrategias de desarrollo de largo plazo. En lo positivo, en el capítulo de infraestructura se plantea la necesidad de una planificación de inversiones para cerrar brechas; tampoco hay observación sobre la formación de los recursos humanos. En el mercado laboral se habla adecuadamente de fortalecer la fiscalización laboral y mejorar el vínculo entre la oferta y demanda de trabajo. Sin embargo, se repite el tema sobre la excesiva rigidez del mercado laboral, en particular de los despidos, cuando sólo el 35% de los trabajadores empleados tienen contratos indefinidos y el 65% son a plazo fijo y temporales.
Es meritorio que se plantee un eje sobre ciencia, tecnología e innovación. Al respecto, se destaca la generación y transferencia de conocimientos y la necesidad de impulsar las fuentes de financiamiento. En cambio, en el capítulo de comercio exterior se sobrevalora los tratados de libre comercio; no se miden los sobrecostos en las cadenas logísticas, ni cómo estas se ven afectadas por estructuras de mercado poco competitivas. También el capítulo institucional es pobre, mencionando a la justicia, corrupción, y descentralización, pero olvidándose de toda la institucionalidad que se requiere para promover la competitividad y productividad.
Por último, en la sección de ambiente de negocios se toman indicadores sesgados del Doing Business del Banco mundial. Se olvida que, a pesar del retroceso reciente, el Perú se encuentra en este indicador agregado en mejor lugar que en el ordenamiento del PBI mundial. No se menciona la problemática de tener una economía poco competitiva que opera sin un sistema de regulación para los procesos de fusiones y adquisiciones. En la parte financiera se insiste en los problemas de acceso al crédito para las Mypymes pero no se plantea como eje la problemática de los sobrecostos financieros por elevadas tasas de interés activas.