Verdades mentirosas
Hace dos semanas el director periodístico del decano de la prensa nacional escribió una columna para recordar. Esta iniciaba citando a un filósofo norteamericano quien sostiene que para crear y mantener una cultura avanzada es preciso que no nos dejemos debilitar por el error y la ignorancia. A continuación con base a tres temas sometidos a encuestas de opinión intentó demostrar que los peruanos estamos llenos de creencias e ignoramos la evidencia empírica. Termina anotando que con esta desconexión entre realidad y creencias se pierde optimismo y cohesión sobre un marco de crecimiento y desarrollo que es exitoso. Según él, los peruanos no reconocemos que la pobreza y la desigualdad se han reducido drásticamente; y que la clase media ha crecido notoriamente.
Efectivamente, la información oficial sobre estos tres temas es positiva y optimista; sin embargo, la mayoría de los peruanos tenemos sobre estos una posición entre negativa y neutral. De partida, habría que señalar que sostener que sólo existe una única verdad es arrogancia pura. En las ciencias sociales no podemos afirmar que existe una forma de ver la realidad. No hay que olvidar que hay teorías alternativas para explicar un fenómeno, también sobre cómo medirlo. Aún en las ciencias naturales y físicas la teoría y métodos han evolucionado nuestra forma de ver, entender y medir la realidad. Un ejemplo es lo que ocurrió en el mundo antes y después del microscopio. La línea divisoria entre sujeto y objeto de estudio es difusa.
La información oficial sobre los tres temas mencionados es cuestionable. En el caso de la pobreza el director del decano alude a la pobreza monetaria, no a la multidimensional que incorpora indicadores de salud, vivienda, nutrición, entre otros. La situación de anemia es particularmente dramática (43.6% de los niños menores de tres años). Los umbrales promedio para definir quién es pobre o pobre extremo están fuera de la realidad: S/. 338 y S/. 183 promedio mensual por persona con algunas variaciones regionales. Por otra parte, la desigualdad medida a través del Gini derivado de la Encuesta Nacional de Hogares está totalmente errada al ignorar a los estratos medio-altos y de altos ingresos de la sociedad. Con diversos ajustes metodológicos diversos investigadores de la PUCP y UP han elevado el GINI oficial de 0.34 a entre 0.62 a 0.68.
La medición sobre el tamaño de la clase media en el Perú también tiene problemas. En el documento oficial del BID de 2015 con datos a 2013 determina que el 25.7% de la población es clase media por tener un ingreso entre US$ 10 y US$ 50 diarios y un año después con datos de 2014 afirman que es el 40.1% de la población. ¿Puede una persona con US$ 300 mensuales ser calificado de clase media?, ¿pueden cambiar las cosas tan rápidamente de un año a otro? Con toda esta información hay que preguntarle al Director del decano de la prensa nacional: ¿Quién tiene la razón?