Estrategia minera equivocada
A finales del mes pasado se desarrolló la convención minera Perumin en Arequipa. A la par que se insistió en la importancia de ese sector para la economía nacional, regionales y locales se destacó tanto la mejoría de los precios internacionales como la reactivación de los proyectos de inversión sectorial. El Ministerio de Energía y Minas actualizó el número y valor de esa cartera en 48 proyectos y US$ 51,102 millones en diferentes etapas de desarrollo. El 66.2% de la inversión estimada corresponde a 24 proyectos en cobre, 12.4% polimetálicos, 11.3%% en hierro, 2.4% en oro, entre otros. No se mencionó que el 22.3% de la inversión se ubicaría en Cajamarca donde existen resistencias, ni que el aumento de los precios podría ser temporal, y que la expansión desmedida de la producción, especialmente de cobre, puede ser contraproducente.
Efectivamente, los precios de los metales reflejan mejoras temporales. Sin embargo, de acuerdo a las últimas proyecciones del Banco Mundial hasta 2030 (abril 2017) todas mostrarían tendencias decrecientes en términos reales, destacando las mayores caídas en el zinc, plomo y oro. La mejora temporal se produjo a la par de la depreciación del dólar americano como resultado del deterioro de las expectativas en los EE.UU. por la inadecuada conducción de Donald Trump. En el caso concreto del cobre la demanda mundial ha caído de 0.35 a 0.27 toneladas métricas (TM) por millón de dólares de PBI entre 1950 y 2016 a precios de 2010. La intensidad de su utilización cae al igual que se prevé que el PBI mundial crezca menos en el mediano y largo plazo.
Los problemas se suscitan cuando la producción mundial crece por encima de su demanda. Entre 2012 y 2016 el PBI real mundial creció entre 2.3% y 2.8% anual, mientras que la producción aumentó, a excepción de 2014, entre 3.8% y 7.2% anual generando una caída del 33% en su precio real internacional. No sólo la demanda de cobre crece menos que el producto (bien normal), sino que su precio cae en una mayor proporción como resultado del aumento de su producción (bien elástico), lo que genera que se reduzcan los ingresos de los productores. La inversión y mayor producción de cobre es totalmente contraproducente cuando la demanda es reducida.
Chile está contrayendo la producción y oferta de cobre desde 2014, mientras que el Perú la aumenta olvidándose que esto es negativo. En 2015 y 2016 la oferta mundial aumentó en 0.9 millones de TM, por la elevación de la producción peruana de 1.38 a 2.3 millones de toneladas métricas que se acompañó de una caída en los precios reales del mercado de Londres de 21.5%. Es urgente que se reflexione sobre esta mala práctica, a la par de que es fútil depender de expectativas negativas sobre el desempeño de la economía norteamericana.