¿Tramitofobia sobrevalorada?
Es muy razonable que todos los gobiernos se preocupen de eliminar toda la tramitología y procedimientos burocráticos redundantes que frenen las iniciativas productivas de los particulares. Son pocas las personas que podrían estar en desacuerdo con esa perspectiva. Sin embargo, muchos cambiaríamos de opinión cuando en aras de promover más negocios se vulneran los derechos de los trabajadores o de terceros, se afecta el medio ambiente o las condiciones de vida de la población. La tramitofobia ha atraído la atención de los empresarios y los gobiernos en las últimas décadas. Para ellos, en los últimos años, este fenómeno erróneamente es la causa central de los bajos niveles de inversión privada y del reducido crecimiento económico del Perú. El tema está sobrevalorado y con muchos mitos.
El Banco Mundial prepara todos los años el reporte Doing Business que evalúa la facilidad para hacer negocios. Se establece un puntaje y ordenamiento de todas las economías del mundo con base a diferentes criterios y muchos indicadores. Se considera en cuánto tiempo se inicia un negocio, los permisos de construcción, los de una conexión a la energía eléctrica, el registro de la propiedad, conseguir un crédito, poder realizar operaciones de comercio exterior y el pago de impuestos. Asimismo, los esfuerzos para lograr el cumplimiento de los contratos, la protección de los inversionistas minoritarios y resolver la insolvencia de un negocio (quiebra). La lista comprende temas de responsabilidad directa del gobierno pero también de particulares.
El Perú ocupa la posición 54 de 190 economías en el reporte de 2017 (con información al 2016); en el tercer decil solo superados por México y Colombia en América Latina. Hasta le ganamos a Chile. Esta posición en el Doing Business es superior a la que tenemos en términos del PBI per cápita nominal y el medido en paridad de poder adquisitivo (US$ 11,768) del Banco Mundial en la que nos ubicamos en la posición 90 de 189 y 184 países; exactamente a la mitad del mundo. En los indicadores de desarrollo humano de Naciones Unidas estamos en la ubicación 87. No estamos mal en cuanto a la facilidad para hacer negocios.
A nivel internacional estamos relativamente bien en el registro de la propiedad, trámites para permisos de construcción, en la defensa de los derechos de los inversionistas minoritarios y en conseguir crédito, aunque no se pregunta sobre su costo. Estamos por atrás en conseguir una conexión de la energía eléctrica recordando que aquí se trata de empresas privadas; en lograr el cumplimiento de contratos y resolver la insolvencia donde intervienen las autoridades y privados. Llama la atención que estemos muy rezagados en los trámites de comercio exterior, pago de impuestos y en el inicio de negocios.
Magud y Sosa (2015), funcionarios del FMI, demostraron para 18,000 empresas de 38 economía emergentes durante el periodo 1990-2013 que la inversión en capital fijo depende de manera directa de las expectativas de ganancias (valor de mercado de las acciones respecto del patrimonio contable), directa del financiamiento internacional y nacional, inversa del nivel de apalancamiento (deuda/patrimonio) y directa del nivel de precios externos del país que corresponda. Si los precios de exportación suben, la inversión aumenta. Si caen la inversión es menor. Estos son los determinantes de la inversión que se debe considerar en primer lugar.