Las misiones espirituales: un tipo de turismo que crece en el mundo (y cómo Perú puede aprovecharlo)
Por: Otto Regalado. Profesor Principal de ESAN Graduate School of Business
Viajar siempre ha sido un acto que va más allá de conocer un nuevo destino. Un viaje puede convertirse en una invitación al cambio interno, ya sea para iniciar o finalizar ciclos, o simplemente para cargarse de energías positivas. En un contexto donde uno vive de modo acelerado, entre el trabajo y las responsabilidades personales, los viajes o misiones espirituales se han hecho más comunes.
Según una investigación del Global Wellness Institute, la industria global del bienestar alcanzó una valoración de 6.32 billones de dólares americanos en 2023, lo que representó un aumento del 26% respecto al 2019. A su vez, se estima que podría llegar a los 9 billones en el 2028.
Frente a este panorama, Perú se encuentra adecuadamente situado para atraer una significativa parte de este mercado, siempre que lo realice con responsabilidad y visión.
¿Por qué Perú puede ser un líder global del turismo espiritual?
Primero porque nuestro país alberga prácticas milenarias que han trascendido en el tiempo. Desde los rituales chamánicos en la Amazonía con ayahuasca y el San Pedro, hasta las ofrendas a la Pachamama en los Andes. Somos un país espiritual. Iquitos, Tarapoto o el Valle Sagrado de los Incas en Cusco son puntos clave para viajeros que buscan sanación y autodescubrimiento, y que pueden explotarse aún más.
Una segunda razón es que nuestra biodiversidad brinda un ambiente íntimo y místico para que las personas se desconecten y puedan disfrutar de una mayor tranquilidad y vinculación con la tierra, ya sea en la Amazonía, en las montañas de la cordillera o en los pueblos de toda la costa que tienen al Pacífico en el horizonte.
Otro aspecto por destacar es que, a diferencia de otros destinos espirituales que han sido excesivamente comercializados, aún tenemos autenticidad en nuestras tradiciones y vivencias, lo que posibilita a los visitantes experimentar ceremonias y rituales en su versión más genuina. Esta exclusividad fortalece la imagen de Perú como un sitio singular y único para el turismo espiritual.
Un cuarto aspecto para no perder de vista es que Perú posee múltiples sitios arqueológicos destacados por su energía espiritual, tales como Sacsayhuamán, Marcahuasi y Chavín de Huántar. Estos sitios no solo cautivan a visitantes por su pasado, sino también por su enigmática naturaleza, ofreciendo escenarios perfectos para meditaciones en grupo y reflexiones individuales en ambientes repletos de simbolismo antiguo.
También hay que resaltar la facilidad que tenemos para personalizar las experiencias vinculadas al turismo espiritual. La infraestructura turística del país, que abarca desde hospedajes boutique hasta ecolodges en el corazón de la selva, facilita la creación de experiencias altamente individualizadas. Esto abarca planes de viaje que incluyan ceremonias de plantas medicinales, yoga, seminarios de arte terapéutico y descubrimiento de lugares arqueológicos sagrados, satisfaciendo las demandas particulares de cada turista.
Ahora, para sobresalir en el competitivo mercado internacional del turismo espiritual, Perú requiere una estrategia integral que priorice lo siguiente:
Una normativa clara y que tenga como eje la seguridad. Es necesario que el Gobierno, en sus distintos niveles, y los operadores del turismo colaboren para definir licencias y protocolos que aseguren que las ceremonias y experiencias sean seguras para los turistas. Esto abarca la correcta utilización de plantas medicinales, la supervisión médica durante las ceremonias y la preparación emocional previo y posterior al evento.
Internacionalizar nuestra oferta de turismo espiritual. Se requiere implementar estrategias de marketing orientadas a mercados emisores importantes como Europa, América del Norte y Asia. Por ejemplo, se puede realizar la campaña “Un viaje con propósito” donde se promueva al país como un destino donde cada experiencia tiene un impacto positivo, tanto para el viajero como para las comunidades locales. Aquí se podría mostrar cómo las prácticas espirituales ayudan a preservar la biodiversidad y apoyar el desarrollo económico de las comunidades.
Con su patrimonio histórico, sus impresionantes paisajes y su abundancia cultural, Perú tiene la capacidad de transformarse en un referente mundial en el turismo espiritual. No solo se trata de captar visitantes; se trata de brindarles algo que transforme sus vidas y, simultáneamente, potencie a las comunidades locales. Es momento de seguir apostando por el turismo de nichos.
Según el Dalai Lama: “La finalidad de nuestras existencias es ser felices”. Perú posee los recursos, la cultura y el espíritu necesarios para asistir a miles de individuos en ese trayecto hacia la felicidad y la satisfacción. ¿Hay un lugar más apropiado para encontrarse con uno mismo que en el núcleo espiritual de los Andes o nuestra Amazonía?