le vin de la semaine
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Château Angélus
El vino es historia, trabajo, amor, respeto, medio ambiente, familia y salud. Pero la hermosa Francia quien posiblemente lidera las bases de la viticultura universal. Sus leyes reorganizaron la productividad vinícola de las comarcas y marcaron el antes y después del valor del vino.
A continuación un gran castillo o Château, tuve la oportunidad de probar en algún viaje y que marcó mi sentido religioso por la viticultura.
El viñedo de Angélus está situado en el corazón de un anfiteatro natural, dominado por las tres iglesias de Saint-Emilion. En el centro de este enclave privilegiado, allí donde los sonidos se amplifican, antiguamente se escuchaba el ding de las campanas del Ángelus por la mañana, a mediodía y por la noche. Estas campanadas marcaban el ritmo de la jornada de trabajo en las viñas y los pueblos, ya que las mujeres y los hombres paraban de trabajar para rezar unos instantes.
La oración del Ángelus tiene su origen en el siglo XV: el papa Calixto III, tras la victoriosa batalla del Santo Imperio Romano Germánico sobre el ejército otomano el 21 de julio de 1456, ordenó en señal de agradecimiento que todas las campanas de la cristiandad repicaran cada día por la mañana, a mediodía y por la noche. Esta plegaria tomó el nombre del Ángelus.
La campana que aparece en la botella de Château Angélus simboliza esta historia y este momento de oración.
Stéphanie de Boüard-Rivoal, a la que se unió su primo Thierry Grenié-de Boüard, ambos en representación de la 8ª generación de la familia de Boüard de Laforest, encarna la imagen del presente de Angélus. Tras Catherine Sophie de Boüard de Laforest en 1800 y Eugénie Chatenet en 1900, Stéphanie de Boüard-Rivoal es la 3ª mujer que se pone al frente de esta propiedad, que la ha visto nacer y crecer. La relación que mantiene con Angélus es casi física. Se puede decir que “vive” esta tierra y que de ella extrae el valor y la determinación necesarios para mantener su rumbo. Esta tierra la alimenta desde el punto de vista afectivo y espiritual, y Stéphanie de Boüard-Rivoal se considera un elemento más del conjunto que forma este ecosistema.
Consciente de la importancia de la misión que se le confió en 2012 y de las responsabilidades a las que se enfrenta, se aferra a su deseo de mantenerse digna de los valores fundadores, que acompañan y guían a su familia desde el comienzo de la historia que la vinculan a esta propiedad: integridad, trabajo, humildad y sentido del deber.
En el futuro le corresponderá a ella, respaldada por su primo, la tarea de proseguir la labor de sus padres, sus abuelos y sus antepasados con el único objetivo de servir a la grandeza de Angélus, asegurándose de que este nombre, sinónimo de excelencia e intemporalidad, siga brillando a través del tiempo.
ANGÉLUS, UN CRU HISTÓRICO
A menos de un kilómetro del célebre campanario de Saint-Emilion, en el famoso “pie de pendiente” con una exposición totalmente orientada al sur, Angélus es el resultado de una pasión que escribe desde hace ocho generaciones la familia de Boüard de Laforest.
En 1954, durante la primera clasificación de Saint-Emilion, Château Angélus accede al rango de Grand Cru Classé. Disfruta ya entonces de una gran notoriedad que le ayudará a sortear la crisis de los vinos de Burdeos de 1973 y a abordar la renovación enológica de los años 80. En ese momento, gracias al pasado de este maravilloso cru, pero con la mirada decididamente puesta en el futuro, Hubert de Boüard de Laforest, enólogo titulado por la Universidad de Burdeos, inicia y dirige una ambiciosa e innovadora política destinada a crear vinos de excelencia.
Innovación y medio ambiente
Resultado de una reflexión tanto técnica como medioambiental y estética, esta nueva bodega es completamente moderna y cuenta con las mejores instalaciones.
La edificación de 4.400 m2 ubicada en un terreno de 3,30 hectáreas, semienterrada bajo una cubierta vegetalizada, cuenta con una recepción de la vendimia mediante selección óptica, una sala de cubas de vinificación, una bodega dedicada a la fermentación maloláctica y una bodega de crianza. En un futuro, se prevé completar las instalaciones con una línea de embotellado y etiquetado.
La bodega de vinificación con sus 18 cubas troncónicas invertidas con un sistema de encubado por polipasto y un elevador de cuba funcionan en su totalidad por gravedad.
Un generador de nitrógeno permite proteger los vinos de forma permanente y controlar el oxígeno, tanto durante las vinificaciones, como durante la crianza.
Unos paneles fotovoltaicos permiten la autoproducción de una parte de la electricidad necesaria para el funcionamiento de esta nueva estructura.
El edificio cuenta con la certificación BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method.), equivalente británico de HQE (Haute Qualité Environnementale).Esta bodega estuvo lista para la cosecha de 2019.
Para los amantes de las cepas tintas, su composición varietal promedio de la denominación de origen:
Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon, de barricas nuevas francesas, 24 meses de añejamiento, solo se realizan 100000 botellas al año. Un lujo, un detalle.
De color profundo, con aromas florales frescos envueltos con regaliz, ciruela, mora, café, trufa, cacao y humo. Taninos redondos y suaves dejan una impresión suave en el paladar con marcadas capas de licor de cereza negra y chocolate negro. Un final de terciopelo hermoso y sobrenatural. Lleno de sensaciones que te transportan a paisajes y momentos religiosos.
Tradición, silencio, quietud, medio ambiente.
Este vino como todos las Premier Grand Cru Clase A, debe guardarse mínimo de 8 a 10 años en casa antes de beberse del año que menciona en su etiqueta. Evolución en botella.
Luego al ser descorchado, debemos oxigenarlo por lo menos un par de horas y ser servido a 18 grados. Una buena copa de cata forma parte del respeto que hay que darle a un vino como este.
Sommelier José Bracamonte Marca País
El vino de la semana