"El vino nace y se hace en casa"
Era diciembre del año 1999, me había ganado una beca al Hotel Escuela Santa Brígida, en la isla Gran Canaria, en las costas de Africa, España. La administración hotelera y la sumillería ya estaban hace un buen tiempo en mi vida. Antes de irme del país este vino ya causaba sensación, estaba de moda y muchos de mis clientes ya se sentían compenetrados con este único vino especiado. Recuerdo que llegó un experto catador llamado Jordi a darnos un curso de capacitación de la viña, fueron espectaculares las cepas y la fama que la bodega Torres venía consiguiendo en el mundo. Ya en mi corazón, esta familia de productores que viene conquistando varios continentes, es una de mis vinos favoritos. Es más, recibí el año 2000 bebiendo un Atrium Merlot de litro y medio, maravilloso.
Precio, estilo, nombre, textura, maridaje, todo está como que bien confeccionado para un paladar peruano, exigente y amante de la comida condimentada. El vino español es un referente del buen beber, siempre he amado esta denominación y es nuestra responsabilidad probar todos sus microclimas. Llenas de historias, evolución, variedades de uva y mucho amor por la tierra.
La familia Torres, generación tras generación, ha ido transmitiendo el secreto de la elaboración de sus grandes vinos y el amor a su tierra. Esta tradición y su visión de futuro, han convertido a Torres en una gran empresa exportadora que, en la actualidad, llega a más de 140 países.
La sede central de la bodega de encuentra en Villafranca del Penedès, es la raíz de un gran sueño que ha crecido desde el primer día. Una labor gestada desde España, Chile y California y que sigue dando frutos excelentes.
Hay lugares que parecen destinados a dar los mejores vinos. Enclaves en los la tierra brinda lo mejor de sí. En suelos de condiciones extraordinarias. Con microclimas que favorecen el crecimiento de un determinado tipo de vid.
Es en esas fincas donde se desarrolla una uva de gran calidad, que potencia sus cualidades y da lugar a vinos que se distinguen por su personalidad y estilo excepcionales.
Ellos han apostado por integrar la calidad, el medio ambiente, la seguridad alimentaria, y la seguridad y salud en el trabajo dentro de la gestión de la empresa con el fin de garantizar la elaboración y embotellado de vinos y brandis de primera calidad.
En el año 1954 Miguel Torres, ya buscaba las más preciadas uvas tintas de la región, garnacha y cariñena, para crear un vino diferente, que expresara el auténtico carácter de la tierra. Así nació “Sangre de Toro”, cuyo nombre está inspirado en Baco, dios romano del vino, antiguamente nombrado como “El hijo del Toro”. De Garnacha y Cariñena. Con 91 puntos promedio en ranking, este vino hace fiel compañero a cualquier conocido que tengas en tu vida que le guste llevar la vida con carácter y exigencia, para el que tenga Sangre de Toro.