Superman
En una época en la que un presidente desprecia la diversidad étnica de su país, el cine responde con una versión de Superman que une ingenio y entretenimiento. En la propuesta de James Gunn, el héroe forja su grandeza mediante el trabajo en equipo, la aceptación de su vulnerabilidad y el deseo de parecerse a quienes protege. En otras palabras, busca acercarse a las personas para sentirse parte de aquello que, según coinciden personaje y director, constituye la base de toda sociedad democrática: el bien común.
Superman carece de la oscuridad presente en The Batman o en cualquiera de las dos entregas de Joker, y tampoco se apoya en el humor predecible y agotado de las últimas producciones de Marvel, verdaderos fiascos en su forma más pura. La propuesta de Gunn se sostiene en un equilibrio sólido entre secuencias de acción bien desarrolladas, un discurso político accesible y toques de humor sutiles que evitan caricaturizar a sus personajes.
La nueva entrega del Hombre de Acero, encarnada por el correcto David Corenswet, comienza con un hecho inusual: Superman pierde por primera vez un combate y es rescatado por Krypto, un perro que se zurra en las órdenes, pero que destaca por su valentía. Es el can quien lo conduce a la Fortaleza de la Soledad, en la Antártida. Recuperado, el héroe debe enfrentar una invasión y una posible guerra financiada por fuerzas oscuras —¿alguien mencionó Israel contra Palestina o Rusia frente a Ucrania?— y orquestada en secreto por Lex Luthor, interpretado con gran acierto por Nicholas Hoult.
El conflicto se agrava cuando Luthor difunde un video en el que los padres biológicos de Superman parecen encargarle someter a la humanidad a su voluntad, provocando la desconfianza de Metrópolis y convirtiéndolo, una vez más, en sospechoso de traición —solo Batman parece haber acumulado más episodios de este tipo—. Así, el héroe se ve atrapado entre dos frentes exigentes mientras lidia con sus dudas sobre su lugar en la Tierra. A todo ello se suma su compleja relación amorosa con Lois Lane (Rachel Brosnahan), que aporta un matiz íntimo a la historia.
Gunn propone una reinterpretación de Superman como un héroe resiliente, cuya obstinación por proteger incluso a quienes cuestionan su naturaleza heroica define su carácter. Esta versión del personaje se distancia del arquetipo invulnerable de entregas anteriores o incluso de los cómics: es derrotado en varias ocasiones, pero siempre logra levantarse, revelando una dimensión humana de lucha. La película insiste en su compromiso con la bondad como principio rector del mundo, aunque dicho ideal se ve condicionado por los fracasos del superhéroe. De forma paradójica, la falibilidad inherente a su deseo de acercarse a la condición humana termina cuestionando el sentido y lo viable que puede ser su misión en la Tierra.
Uno de los elementos más atractivos de Superman es la presencia de personajes secundarios que introducen momentos de comicidad. Se trata de un humor que, aunque a veces roza lo absurdo, nunca cae en lo estúpido. En este registro se inscriben las intervenciones del excéntrico equipo Justice Gang —integrado por Green Lantern (Nathan Fillion), Mr. Terrific (Edi Gathegi) y Hawkgirl (Isabela Merced)—, así como la peculiar relación entre el fotógrafo Jay Olsen (Skyler Gisondo) y Eve Teschmacher (Sara Sampaio), pareja de Lex Luthor. Sin embargo, es Krypto, con sus apariciones breves pero eficaces, quien encarna de manera más evidente el ingenio de un guion construido por el mismo Gunn.
La película también explora una faceta más personal de Superman al mostrar su capacidad de amar y temer la vulnerabilidad —una vez más— que ello conlleva. Su vínculo con Lois Lane se presenta con naturalidad, evitando caer en tonos condescendientes o ambiguos. Clark Kent, lejos de ser una figura inquebrantable, aparece como un ser capaz de dudar y de temer entregar por completo sus sentimientos. Esta dimensión emocional no se limita a la tensión entre su papel como salvador de los humanos y su vida personal, sino que enfatiza la necesidad de ser valorado en su propia humanidad por alguien que lo vea más allá del símbolo que representa. Así, este Superman no solo protege y lucha: también sufre, ama y se enfrenta a la fragilidad inherente de todo vínculo amoroso.
Superman será recordada como la película que le devolvió la condición humana a un personaje lleno de oportunidades creativas y de aventuras a prueba de sus propios miedos. Quizá la excesiva solemnidad con la que los habitantes de Metrópolis idolatran a su guardián hace un poco de ruido durante el filme, pero no termina por arruinar el resultado global. Una vez más, James Gunn ha tocado la tecla correcta.

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