Robot salvaje
Uno no elige la familia que le toca. Esta premisa podría ser el núcleo principal de Robot salvaje, una película que se adentra en la conmovedora historia de unos personajes desarraigados que encuentran un propósito y una razón de ser al estar juntos gracias a circunstancias fortuitas. En un mundo donde la soledad y la búsqueda de identidad son temas recurrentes, esta película ofrece una refrescante mirada sobre la importancia de la aceptación y el amor incondicional dentro de una estructura familiar no convencional.
La trama sigue a un robot, un ganso y un zorro, tres personajes que, a primera vista, parecen no tener nada en común. Sin embargo, a medida que avanza la historia, se revelan sus luchas internas. La interacción entre ellos es un solidario esfuerzo de cómo las diferencias pueden unir más que separar, y cómo la compasión emerge en los momentos más insospechados.
Roz, el protagonista, es un robot que accidentalmente llega a una isla habitada por animales. Ninguna de las especies lo acepta al principio, temiendo que sea un monstruo que romperá el equilibrio natural. Roz está programado para cumplir funciones de auxilio y entretenimiento, pero su vida da un giro inesperado cuando, huyendo del acecho de un oso, cae sobre un árbol. Lo único que sobrevive del desafortunado accidente es un huevo de ganso que Roz decide proteger. Al poco tiempo, nace una cría que confunde a Roz con su padre. Un zorro hambriento, que inicialmente solo quiere comerse a la pequeña ave, se suma al desequilibrado grupo para no sentirse en soledad y encontrar el calor de un extraño hogar.
Robot salvaje no solo impresiona por su animación, sino también por cómo aborda temas humanos como la tolerancia, el respeto y el amor. En un contexto de disfunción y caos, los protagonistas encuentran una forma de coexistir y apoyarse mutuamente, recordándonos que las familias no siempre son tradicionales, pero eso no las hace menos valiosas o significativas.
Chris Sanders—también director de Lilo & Stitch (2002), Cómo entrenar a tu dragón (2010) y Los Croods (2013)—vuelve a contar la fábula del patito feo, pero pone en el centro de la acción a un personaje dotado de inteligencia artificial que humaniza sus acciones hasta convertirse en un vehículo de cuestionamientos morales y sociales. Sanders acierta en la construcción de secuencias donde prevalece el humor y la nostalgia. Un equilibrio que muestra a sus criaturas como seres imperfectos, sensibles y resilientes.
Además, Robot salvaje es una película sobre la responsabilidad que significa criar hijos. Por ello, su audiencia natural no está integrada en exclusiva por niños. Padres y madres podrán reconocer errores y virtudes en la manera de formar personas dentro de un mundo competitivo en que nadie se fija en lo que le sucede a su prójimo. El guion logra capturar la esencia de lo que significa ser diferente y aún así alcanzar un extraño sentido de pertenencia, una dualidad que resuena profundamente en el espectador.
En un mundo donde la intolerancia parece estar a la orden del día, esta película es un recordatorio oportuno de que la verdadera fortaleza radica en nuestra capacidad para amar y aceptar a los demás tal como son.