MaXXXine
Es curioso que tres películas producidas en tres años puedan trazar un nuevo camino para el cine de terror. Cuando hablo de terror no me refiero al género representado por esas piezas que colman la cartelera comercial y que están cortadas por la misma tijera, sino a obras que parecen una correspondencia de amor hacia el propio género, quizá el que mayores pasiones puede despertar. Ser un auténtico seguidor del cine de terror es lo mismo que ser un exhaustivo conocedor de su historia.
Ti West tiene alma de historiador y, a la vez, es un fan que deja expuestas sus influencias. Escarba, sobre todo, en el pasado de las piezas setenteras, las analiza, extrae su elixir y lo combina con su entendimiento de lo que debe ser el cine de temática macabra. Es curioso que X (2022), Pearl (2022) y MaXXXine (recién estrenada en salas de todo el mundo) constituyan una sólida unidad de referencia para el futuro del terror. Lo es porque todo ha pasado tan rápido para West que cuesta asimilar, para propios y extraños, el impacto que tiene y seguirá teniendo su trilogía. Cuando seamos conscientes de la trascendencia de estas películas, estaremos rodeados de imitadores moldeados por una fórmula.
Dejemos a West y su impronta. Centrémonos en MaXXXine. El cierre que fue esperado con ansias desde que Pearl alborotó a la crítica es una buena película, pero no tiene la estatura de sus dos predecesoras. Su principal problema es la redundancia de ideas que ya están expuestas en las otras dos entregas. Básicamente, los desequilibrios de una protagonista que se mueve por los mismos pérfidos y retorcidos vericuetos de la psicopatía humana. Eso no desmerece que la película sea entretenida y poderosa desde una perspectiva en que su narración y su estética visual impresionan.
Sin embargo, no es cercana a la novedad. Más bien, goza de la facultad de la complementariedad. Es decir, se aprecia más como algo que es parte de un todo y no como un producto de lectura independiente. Muy distinto a lo que pasa con X y Pearl. Esta característica no hace que la pena máxima suene a sentencia inapelable, pero qué gratificante hubiese sido que tenga más potencia u originalidad. Insisto, MaXXXine entretiene y perfila personajes entrañables (Giancarlo Esposito y Kevin Bacon están perfectos en los roles de abogado castigador y de detective corrupto, respectivamente). Además, alcanza momentos memorables, aunque parece la cara B de las películas hechas en 2022.
A MaXXXine lo que le falta en originalidad le sobra en interpretación protagónica y tensión dramática. Lo de Mia Goth, como Maxine, es superlativo. Ya lo había demostrado hace dos años. En esta nueva entrega estamos ante una mujer fatal sin imposturas que se cree -y siente- dominadora de un contexto salvaje. Goth logra transmitirlo. A Maxine, el mundo del porno le ha quedado corto y ahora va por un rol serio a través de una película de terror. Sí, aquel género vapuleado por años -y que en la década del ochenta produjo cantidades industriales de slashers- es la tabla de salvación, la única vía hacia el estrellato, para Maxine.
La paradoja que instala West está en el sentido de ubicar el salvoconducto de su personaje central en un submundo donde ella pretende ser la reina. La majestad del mundo que nadie quiere gobernar. O al menos que nadie ostentaría con orgullo. Maxine es tenacidad pura. Un metal forjado con las herramientas más duras. En el camino encontrará varios obstáculos. El principal, su vida pasada que remite al evento fatídico que experimentó junto a sus amigos de rodaje en Texas y sus inicios en el cine para adultos (una especie de recordatorio al conflicto básico de X). Un asesino satánico y un investigador carroñero (Bacon) completan la pesadilla de la sensual mujer.
MaXXXine eleva homenajes directos a Hitchcock y su Psicosis, pero también golpea a una década condenada por el puritanismo que la administración de Reagan se encargó de amplificar. La puntería también está puesta en la bestia-engulle-artistas que puede ser Hollywood y en los medios de comunicación que rodean el show business (Elizabeth Debicki en la piel de una obsesiva cineasta que dirige a Maxine asoma convincente). Ti West pone punto final a la trilogía de terror más celebrada de los últimos tiempos por medio de una pieza que no se desdibuja, pero que tampoco descolla. Con todo esto, bienvenido el cine de un realizador que arriesga y no subestima a los verdaderos seguidores del terror.