Guardianes de la galaxia Vol.3
Me gustaría decir que Guardianes de la Galaxia Vol.3 alcanza independencia respecto a la gran cantidad de productos audiovisuales que ha creado el Universo Cinematográfico de Marvel desde hace 15 años, pero es ilógico hablar de una desconexión cuando todo está unido para dar paso al discurso de los multiversos y así alimentar la voracidad del fan service. Y lo digo porque GDLG Vol.3 es una película con identidad. Merece autonomía en relación al mundo de superhéroes compuesto, mayormente, por películas mediocres.
GDLG Vol.3 dialoga con Indiana Jones y Jurassic Park en cuanto a la fórmula que combina el cine de aventuras con la comedia ingeniosa. Y como si fuese poco, no se queda en ese tejido. Salta con destreza hacia la intensidad trágica. Nada de miramientos melodramáticos de papel. James Gunn construye tramas y personajes que trasladan experiencias emocionales potentes a los espectadores, dejando de lado el control que impone el corset de película-acontecimiento que, casi siempre, envuelve a los productos del espectro marveliano. Gunn está inmerso en el mainstream, pero lo recompone. Spielberg sigue siendo una escuela inagotable de creatividad que tiene en Gunn a un discípulo aplicado.
GDLG Vol.3 compensa los momentos de mayor acción con una exploración psicológica coral que repasa culpas, arrepentimientos, miedos y duelos. La secuencia inicial donde Rocket entra en coma -potenciado por un telón musical donde escuchamos Creep de Radiohead- o el segmento de los orígenes semiesclavos del mismo Rocket, entre otros pasajes, mantienen la idea de un aprendizaje constante sobre la dureza de la vida a partir del infortunio. Para lograr dicho efecto, Gunn recurre a personajes que en apariencia portan las credenciales de superhéroes, pero que terminan siendo seres quebrados emocionalmente, perseguidos por traumas que les impiden enrumbar sus destinos. Rocket, Gamora, Nébula, Star Lord, Kraglin, Drax, Mantis o Adam Warlock son seres comunes, imperfectos.
En GDLG Vol.3 todo se complica conforme aparecen subtramas y conflictos secundarios que alimentan la idea central de salvar a Rocket de la muerte. Las situaciones caen en un hoyo de cuestionamientos morales y éticos donde la amistad pone a prueba la convicción de héroes y villanos. Un buen ejemplo de la complejidad que va adoptando la película, especialmente cuando cruza los márgenes del estándar marveliano, son los momentos en que Gunn arremete contra el nazismo. La relación entre Rocket y el Alto Evolucionador (¡gran villano!) revela un cuestionamiento a la insanía de Hitler. Cuestiones como la experimentación biológica para alcanzar la raza superior o el paradigma del antisemitismo van desarrollándose sin un revisionismo histórico de biblioteca, pero sí con una mirada crítica aterrizada y al alcance de todos los públicos.
GDLG Vol.3 es entretenida y melancólica. Está diseñada sobre columnas morales que sostienen la esencia humana desde su estado más vulnerable (sucede con Mantis) hasta la posibilidad de forjar un destino en solitario (sucede con Star Lord). Gunn mira a sus personajes pensando en el futuro con el fin de consolidarlos en una evolución honesta, curados de sus heridas. La carga dramática es el punto de inicio y la ruta empedrada que permite soñar con una vida que sane, una y proponga nuevos retos. Al final de cuentas, desde la película se desprende que el amor, en todas sus variantes, es la solución ineludible.