A quien solía conocer
Para Ally (Allison Brie) los reality shows son iguales a los documentales. La única diferencia es que los primeros sí gozan de la simpatía del público. Esa falsa y recurrente afirmación le sirve para marcar distancia de las incómodas preguntas que recibe acerca del destino de su carrera cinematográfica. Las ilusiones por ser una gran cineasta la llevaron, diez años antes, a abandonar su pueblo natal en el que dejó a su madre, sus costumbres y a su novio Sean (Jay Ellis).
Sin embargo, el sensacionalismo y el mundo telebasura de la que es parte le han generado buenos ingresos económicos y las sonrisas de sus jefes por la buena sintonía de sus creaciones. Todo cambiará cuando la tercera temporada de su reality obtenga poco rating y le cancelen la opción de una nueva entrega. Ally tomará un respiro y no tendrá mejor opción que regresar a su pueblo. La productora de TV encontrará ese espacio que le permita meditar sobre su futuro en la industria, su adicción al trabajo y sus sueños artísticos transformados en confort. Lo que no aparecerá en el radar de la mujer y pondrá de vuelta y media su vida será el reencuentro con Sean.
A quien solía conocer es la segunda película que dirige Dave Franco que después de un auspicioso debut con The Rental -inquietante pieza de terror estrenada en el 2020- incursiona en la comedia romántica con buen pie. Franco acierta al apartarse del tufillo sentimentaloide que ha definido tradicionalmente al género y propone una historia donde sus personajes, sobre todo los femeninos, están cargados de múltiples dimensiones.
Después de que Ally llega a su pueblo y pase una divertida jornada con Sean se dará con una sorpresa: en los próximos días su ex se casará. Entonces, la trama empezará a tensarse en torno a ingeniosas y divertidas escenas de discordia donde Ally y Cassidy (Kiersey Clemons), la jovencita novia de Sean, no se darán tregua. Franco utiliza con inteligencia las diferencias entre ambas mujeres para trazar una línea en común que deja en segundo plano a Sean, un “trofeo” que en otro tipo de comedias sería el gran objeto de deseo y la finalidad argumental del filme.
Así, el triángulo amoroso se transforma en un juego de espejos donde Ally observa que las ambiciones de Cassidy -quiere alcanzar reconocimiento musical y seguir saliendo de gira con su banda de punk- son muy parecidas a las suyas cuando era joven, aunque en el campo cinematográfico. De esta forma, el director regresa al punto central de su película: las expectativas y frustraciones que pueden consolidarse/evitarse en dos generaciones de mujeres libres que no se acomodan a las convenciones del alma estadounidense, especialmente la que se instala en las pequeñas ciudades del interior.
Porque en A quien solía conocer no encontraremos el duelo antagónico que enfrenta a “la buena” y “la mala”. El guion -escrito por el propio director y Brie, esposos en la vida real- delinea a Ally y Cassidy como dos mujeres decididas que no dudarán en lograr sus objetivos así tengan que recurrir a golpes bajos que lindan con la inescrupulosidad. Aquí no hay cabida para Julia Roberts y su amplia sonrisa noventera que tientan a su mejor amigo para que no se case. Lo de Franco está más cerca a Quién #&%! son los Miller que a la glucosa desperdigada en las películas en que a Meg Ryan nadie le hace sombra. La reinvención de un género, al que siempre se le ha visto por el hombro, también está asociado a la mirada un tanto cínica que Franco y Brie vuelcan en sus mujeres.
En A quien solía conocer los personajes secundarios conforman una simpática capa que abriga los momentos más peliagudos que vive el triángulo amoroso. Jojo (Olga Merediz), la madre de Sean; Benny (Danny Pudi), el mejor amigo del novio; y Jeremy (Haley Joel Osment), el hermano de Sean, se turnan funciones que van desde el reparto de ideas juiciosas hasta el pragmatismo más despreocupado, siempre en dirección a lo que significa construir una relación sentimental y dar el paso para establecer una familia. Entre chiste y chiste, el guion suelta ocurrentes argumentos que no se sienten como simples rellenos.
Quizá el único reproche que puede encajar la pieza de Franco es que en el momento clave donde Ally y Cassidy comparten sus temores e inseguridades, causadas por el mismo hombre, el diálogo adopta cierta instructiva que abre una grieta de moralidad solemne. No es clamoroso el error, pero podría hacer que se nos tuerza un poco el rostro.
A pesar de ello, A quien solía conocerse siente fresca y aguda. La ridiculización sobre los reality shows y el desmarque respecto a la idealización de la familia nuclear son dos aspectos claves del filme. ¿Sorprenderá Dave Franco incursionando en otro género? ¿Tocará la tecla correcta como en sus dos primeras apuestas? La expectativa está instalada.