Resurrección
¿Qué tan traumático puede resultar que un fantasma del pasado quiebre la confianza ganada por años en una mujer segura de sí misma? ¿Es posible que la manipulación emocional someta la voluntad de alguien tan decidida como dominante? ¿Puede un episodio nefasto alojarse en los rincones oscuros de los sentimientos como si fuese una bomba de tiempo creyéndose que estaba olvidado?
Resurrección es un viaje delirante que transita por situaciones extremas que, a nivel psicológico, pueden ser perversas y desproporcionadas, pero que desnudan el comportamiento de dos seres castigados, dependientes y patéticos. Margareth (Rebecca Hall) es una mujer autosuficiente que ostenta un cargo gerencial que le permite decidir constantemente. Vive con su hija, Abbie (Grace Kaufman), quien está a punto de cumplir la mayoría de edad y a poco de integrarse a la vida universitaria. Ambas tienen diferencias irreconciliables, aunque se toleran. Mientras que la madre es controladora, la joven es despreocupada. Margareth es metódica y Abbie desafiante. Todo cambiará cuando David (Tim Roth), un viejo amor de la madura mujer, regrese tras muchos años para desatar un infierno de sometimientos retorcidos.
Dirigida por Andrew Semans, Resurrección es un artefacto de entretenimiento que avanza a través de sorprendentes giros instalados en circunstancias extrañas, ambiguas, que obligan al espectador a dudar acerca de los intereses y las culpabilidades de los personajes. Estamos ante un juego de espejos que proyecta emociones lacerantes donde los que sufren también producen dolor y los que desprecian reclaman atención.
En un pasaje de la película, ante la agobiante omnipresencia acosadora de David (tanto física como emocional), Margareth decide liquidarlo. El hombre la persuade con un discurso doloroso y enfermizo que ella no deja de escuchar porque necesita seguir alimentando una esperanza común para los dos. David promete a Margareth darle lo que siempre quiso (el hijo de ambos, aunque éste se encuentre… en el vientre del sexagenario). Es así que el director se instala en una zona fronteriza donde la locura de sus personajes es sobrepasada por elementos fantásticos que encierran valores simbólicos, acordes a una reivindicación femenina alejada de la demagogia complaciente.
Más allá de su estrafalario y retador desenlace, resulta estimulante que Resurrección no siga la ruta de otras propuestas desechables tipo Wonder Woman o Capitana Marvel (por citar dos ejemplos ubicados en las antípodas desde el punto de vista que se quiera analizar) donde se juega a ser mujer empoderada dejando de lado las verdaderas costuras de la esencia humana, tan ambivalentes como entendibles.
No olvidemos que el abordaje y los enfoques de la masculinidad tóxica en el cine tiene variantes que dependen de los tiempos que soplan en la industria, pero, sobre todo, en la sociedad estadounidense. Al final de cuentas, ambas son construcciones culturales que marcan cambios en la percepción de los espectadores respecto a los roles de la mujer y del hombre. Los agentes del poder al interior de la industria del entretenimiento conocen las claves para encaminarse y recibir la aprobación final de quienes ven a las pantallas, chicas y grandes, como la estela de su propia moralidad.
Por esos oscuros callejones, felizmente, no transita Resurrección por más que su defensa de la mujer, en un escenario de vulnerabilidad y descrédito, esté planteada con firmeza, sobre todo, desde la aparición misteriosa de David y las funciones que desarrolla Margareth como amante, madre y ejecutiva.
Por otro lado, y valgan verdades, Resurrección no sería tan potente sin el protagonismo de Rebecca Hall. La facilidad que tiene la actriz británica para inyectarle intensidad a personajes al límite es impresionante. Ya lo había hecho en otras películas como El regalo (2015), Christine (2016) o La casa oscura (2021), producciones que se distinguen por los radicales cambios de ánimo que Hall otorga.
Insisto, el final de Resurrección podría generar desazón o una carcajada de asombro. A pesar de ello, su mirada sobre la subyugación femenina es mucho más transparente y audaz que decenas de películas proyectadas en los últimos años.