37° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Pude visionar, con mucho entusiasmo aunque de manera virtual, un grupo de obras de la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La variedad de las propuestas, sobre todo por los géneros y temáticas, dejan un saldo favorable para el encuentro cinematográfico que está considerado como el único de clase A de América Latina, según la FIAPF. Cabe aclarar que la mayoría de los films que aprecié forman parte de la Competencia Latinoamericana y la Competencia Argentina. Sin embargo, por cuestiones de la plataforma de streaming, quedaron pendientes los visionados de algunos títulos como Saudade fez morada aqui dentro (Haroldo Borges) y Mato seco en chamas (Joana Pimenta y Adirley Queirós). En el siguiente texto podrán conocer tres films que fácilmente integrarían cualquier lista donde se seleccione lo mejor del año. Dos de las películas fueron premiadas -Tres hermanos y Sobre las nubes- y una de ellas se exhibió fuera de competencia – Las bestias-. Al final del artículo he incluido una relación de películas recomendadas.
TRES HERMANOS
Al hermano mayor no le renuevan el contrato de trabajo en un barco pesquero. De vuelta a casa carga nuevas costumbres. La adicción a la cocaína se ha convertido en su más pesada valija. El reencuentro con su ex mujer y su pequeña hija le pasará una factura de rechazo y miedo. El segundo hermano anda metido en negocios ilegales, entre ellos el tráfico de madera. Tras la lectura de unos resultados médicos le diagnosticaron cáncer de testículo. Al operarlo no solo le extirpan un órgano, también vulneran su trastocado orgullo. El hermano menor mata el tiempo escuchando metal a todo volumen y practicando jiu jitsu en un dojo del pueblo. Un día descubre que se siente atraído por su principal oponente de lucha. Algo imperdonable para su conciencia de macho marginal. Los tres hombres tienen intereses comunes: el placer por la caza, la ausencia de las figuras paternas y una tragedia latente que toma fuerza conforme aumentan las lluvias.
Tres hermanos, segundo largometraje de Francisco J. Paparella, es una tromba de masculinidad tóxica contada en forma de thriller que apela a componentes del melodrama a fin de introducirnos en una experiencia incómoda y subversiva. Bajo el contexto geográfico de parajes patagónicos compartidos por Chile y Argentina, el director despliega una trama donde la vulnerabilidad de los hombres no puede ser parte de las discusiones públicas ni algo que lleve a una reflexión meditada. Sentirse débil o ser percibido bajo esa condición por los semejantes es una afrenta que solo puede arreglarse a los puños. Ser un macho patagónico, una demostración fiera de virilidad, encierra prejuicios llevados por la presión de clanes intolerantes, machistas y autosuficientes. La relación entre hermanos está marcada por una hostilidad tan intensa como la falta de comunicación que los atraviesa.
Sería muy simplista decir que Tres hermanos es una película catártica y violenta. La obra que fue distinguida con el Premio Especial del Jurado en la Competencia Oficial ofrece una lectura de la vida rutinaria al límite, lejos de las transformaciones sociales que experimentan las grandes urbes. Aquí no hay sitio para reivindicaciones de minorías. Los espacios emocionales que recorre el film no dan opción para que sus personajes entablen un diálogo reflexivo de camaradería. Los hermanos compiten por ser fuertes y no dejarse vencer por sus vecinos o colegas, pero también confrontan sus propios fantasmas psicológicos, aquellos que se reflejan en sus discutibles apariencias morales.
LAS BESTIAS
Una nueva película de Rodrigo Soroguyen siempre genera expectativas. Después de Que Dios nos perdone (2016), El reino (2018) y Madre (2019) mucho se habló acerca de cómo sería la siguiente obra de uno de los mejores cineastas españoles de los últimos años. Las bestias no defrauda. Por el contrario, es una de las grandes películas del presente curso. Exhibida fuera de competencia en la sección Autores y Autoras, Soroguyen cambia sus habituales tramas urbanas por una ubicada en un pequeño pueblo del interior de Galicia al que llegan Antonie (Denis Ménochet) y Olga (Marina Foïs), madura pareja de esposos franceses que desean cristalizar un proyecto de vida: comercializar vegetales orgánicos que ellos mismos producen. Sin embargo, no todos ven con buenos ojos sus intenciones. La familia vecina integrada por una mujer anciana y sus dos irascibles hijos, Xan (Luis Zahera) y Lorenzo (Diego Anido), harán lo posible por sabotear el proyecto de los extranjeros. Una serie de intrigas y disputas marcarán el camino de una relación tensa que sólo podrá ser resuelta con una acción irracional.
Las bestias juega a los extremos que no se atraen. Aquellos que se repelen y nunca hubiesen deseado cruzarse. Xan y Lorenzo quieren escapar de la pobreza en la que han vivido siempre. Una empresa eólica podría cambiar sus destinos si inicia operaciones en el pueblo. El matrimonio foráneo no está de acuerdo porque entorpece su emprendimiento idealista. Filmada en francés, gallego y castellano, Soroguyen vuelve a lucir sus dotes de narrador a través del choque cultural de dos facciones separadas por su instrucción educativa, la barrera idiomática y la esperanza de un futuro prometedor. La primera parte de la película es extremadamente tensa y se distingue por el duelo entre Antonie y Xan (Zahera merece estar nominado a todo lo que sea posible como mejor actor). Las secuencias en el bar del pueblo son memorables. Todo parece a punto de estallar. No obstante, Soroguyen pone paños fríos cuando llega a los pequeños clímax de discordia para volver a construir un nuevo enfrentamiento entre los dos personajes masculinos protagónicos. El director arma y desarma circunstancias intensas que robustecen el ambiente enrarecido de su película. Esos momentos son los más parecidos a un spaghetti western hecho por Sergio Leone.
Por otro lado, Las bestias goza de una segunda parte menos visceral y más emotiva que tiene como eje a Olga y su hija. Las rencillas familiares o el sentido de las apariencias se van apoderando de la película para profundizar en la figura de un ausente Antoine y su relación con Olga. Este giro no le resta emoción a la propuesta de Soroguyen, quien vuelve a trabajar en el guion junto a Isabel Peña. El cambio de sentido busca entrar en los sentimientos de una mujer que, en cierta medida, estuvo opacada por su esposo; un hombre bueno que siempre la protegió, pero que no la dejó ser. El último trabajo del director ibérico también nos aproxima a la idea de que las pequeñas historias pueden ser huracanes provistos de emociones que se consolidan por medio de un elenco maravilloso.
SOBRE LAS NUBES
A Ramiro le salen muy bien los fetuccinis y sueña con ser cocinero, pero trabaja preparando cualquier platillo de la limitada carta de un bar del centro de Córdoba, Argentina. Siempre recibe llamadas en el móvil, mira la pantalla y nunca responde. Vive solo y se siente solo. Lucía estudió educación y pasa el tiempo laborando en una librería donde por las noches se organizan círculos de lectura a los que asiste con entusiasmo. El reencuentro con un ex novio del colegio no será lo que ella espera. Hernán es un técnico informático que está desempleado. Vive con su hija adolescente que desde su inocencia mira con miopía la desesperación que experimenta el hombre al no conseguir ningún trabajo. Nora es asistente técnica en una sala de operaciones de un hospital. Mientras trabaja, su esposo duerme. Y viceversa. Cuando cenan, uno de los pocos momentos que pasan juntos, miran un programa de televisión sobre animales. Está acompañada, pero sigue sola.
Sobre las nubes es una película gris. No solo por las tonalidades que otorga el blanco y negro de su estética. También lo es por las rutinarias vidas de personajes que persiguen sueños mínimos y casi imposibles. Estamos ante cuatro vidas estancadas por la situación económica de un país donde el trabajo escasea, donde laborar es un medio de sobrevivencia y no una satisfactoria experiencia de vida. María Aparicio -directora y guionista- apela a una contemplación detallada de las acciones cotidianas para recordarnos que la existencia humana es fugaz y sencilla. La delicadeza de su propuesta narrativa no se basa en la debacle económica que arrastran sus personajes, mucho menos de las circunstancias con las que lidian. Aparicio saca a flote las cuatro historias con dignidad, sin artificios. La realizadora formula una contundente crítica al sistema laboral argentino -en realidad, podría ser el entorno de cualquier país- sin necesidad de mayores aspavientos.
Sobre las nubes está construida por capas alternativas de espacios físicos que ponen a Córdoba como una ciudad indiferente por la que vagan sus desesperados habitantes, quienes padecen sus frustraciones en silencio. Los cuatro son invisibles. No obstante, son tan similares a cualquier persona que aprecie las historias mínimas. Son tan semejantes a millones de personas que viven el día a día sin pensar demasiado en el mañana. Esas estampas sencillas y poderosas, a la vez, son ecos de una obra sensible que no precisa de falsas afectaciones para conmover. Por momentos, su registro parece moverse por los senderos del documental y es en esas arenas donde más golpea. Cabe anotar que Sobre las nubes fue premiada como la Mejor Película de la Competencia Argentina -ya había ganado el máximo galardón en el Festival de Valdivia en octubre último- y asoma como una de las mejores películas sudamericanas del 2022.
OTRAS PELÍCULAS RECOMENDADAS
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Carne de Dios – Patricio Plaza.
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El amor vendrá como un incendio forestal – Laura Spinner.
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Político – Francisco Novic.
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Anhell 69 – Theo Montoya.