Cerdita
A causa de su obesidad, Sara (Laura Galán) se ha convertido en el centro de las burlas de un grupo de chicas, entre ellas una ex amiga de infancia. La joven vive con su padre, un parsimonioso vendedor de carne de cerdo; su madre, una mujer controladora que vive pendiente de la vida ajena; y su hermano menor, un púber espabilado que anda pegado al teléfono celular y a la pornografía. Un día, Sara sufre un acto extremo de bullying que tendrá efectos terribles para sus acosadoras, a pesar de que ella no sea quien ajuste las cuentas a nombre propio.
Bajo una premisa que empieza a delinear el drama dominado por la crueldad juvenil, la directora española, Carlota Pereda, transforma una atractiva historia de personajes peculiares en un tratado de venganzas con espacio para el gore y la fatalidad. Cerdita es una película potente que sostiene sus fortalezas desde un discurso corrosivo a nivel de argumento y una narrativa audiovisual de impacto.
Por ratos, la propuesta de Pereda se asemeja al cine de Jeremy Saulnier donde el personaje central puede ser un marginado que solo tiene una oportunidad para redimirse sin importar el precio que pagará por ser aceptado. Por otro lado, si hay algo referencial hacia Brian De Palma, en el trabajo de Pereda, es la intensidad de los actos atroces contra Sara. La humillación que sufre Carrie durante la escena del baile es un festín de burla para los demás jóvenes, mientras que el padecimiento de Sara en la escena de la piscina, donde es cazada “como una ballena”, parece ser el cénit de la satisfacción sádica para sus agresoras.
Parte del atractivo que Cerdita presenta está en la exploración geográfica de sus espacios. La protagonista no vive en un típico suburbio o procede de una ciudad ajetreada. Sara vive en un pueblo del interior de España donde cualquier acontecimiento es la comidilla de grandes y chicos durante varios días. El costumbrismo que plantea la directora apunta a una sociedad de apariencias que se sustenta en la predominancia de victorias pírricas y logros insignificantes. La cultura del chisme y la envidia a más no poder.
El trabajo de Galán también es una de las fortalezas de la película. Interpretar con solvencia un rol adolescente cuando ya se ha pasado las tres décadas de vida no es una tarea fácil. Galán puede proyectar una imagen tan inocente como procaz sin que dejemos de creer en la convicción de los actos de su personaje. Vale anotar que Cerdita se basa en un cortometraje de 14 minutos de la propia Pereda -con actuación de Galán- que ganó el premio Goya al mejor cortometraje de ficción. También ha sido galardonado con el premio Forqué al mejor cortometraje.
A pesar de algunos pocos tiempos muertos que no suman a la historia, Cerdita es una buena película que explora los extremos del bullying, el alineamiento que dicta la aceptación social y los enamoramientos retorcidos entre seres solitarios. Lo mejor: no pretende ser aleccionadora ni moralista y se enmarca en las variantes del terror con astucia.