Argentina, 1985
Se conoce como el Juicio a las Juntas al proceso judicial donde se acusó a los militares que ejercieron el poder de manera represiva en Argentina entre los años 1976 y 1983. Según cálculos de diversas instituciones especializadas en temas de derechos humanos, el número de secuestrados, torturados, desaparecidos y asesinados no es preciso, pero podría superar las 30 mil víctimas.
El encargado de llevar adelante la acusación fiscal contra los dictadores, encabezados por Jorge Videla, fue Julio Strassera, un abogado que junto a su equipo de trabajo, integrado por muchos jóvenes sin mayor experiencia jurídica, recibió amenazas de muerte y presiones de todo tipo. Sobre el proceso legal y la figura de Strassera es que Argentina, 1985 se erige a modo de película que apela a la necesidad de la memoria colectiva de un país que no termina de cerrar sus heridas, pero, especialmente, que reclama justicia.
Bajo los mecanismos del thriller político y el drama judicial, el director Santiago Mitre reconstruye el proceso que lideró Strassera (Ricardo Darín) y todas las dificultades que se le presentaron en el camino. Desde el cuestionamiento de su designación hasta la exposición mediática a la que fue sometido el fiscal, pasando por la tensión que vivió su familia y las relaciones con sus colaboradores cercanos. En ese sentido, Argentina, 1985 funciona como un relato a contrarreloj centrado en las decisiones que debe asumir un “hombre común” frente al peso del poder.
No es la primera vez que Mitre aborda temas políticos o posa la mirada en cuestiones sociales con agudeza. Conocido también por ser guionista de películas como Carancho (2010) o Elefante blanco (2012), el realizador porteño es autor de El estudiante (2011), La patota (2015) y La cordillera (2017), todas nominadas y premiadas en festivales cinematográficos de América y Europa. Todas con un pie en la denuncia y el otro en la visibilización de personajes anónimos que componen un trasfondo de cambios constantes.
A diferencia de los trabajos mencionados, Argentina, 1985 comprende un tema más sensible y polémico que va guiado por la perspectiva de su personaje central. Mitre evita que su película caiga en la mera reproducción de un ejercicio dramático emparentado con la esencia de muchos documentales acerca del tema en cuestión. En cambio, potencia a Strassera rescatando sus debilidades y dudas para luego convertirlo en alguien decidido y crucial.
Las transiciones psicológicas del fiscal no podrían ser posibles sin el brillo de los personajes secundarios que ayudan a entender el complejo contexto que lo condiciona. Así aparecen el fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani); el mentor, Ruso (Norman Briski); la esposa, Silvia (Alejandra Flechner); el hijo, Javier (Santiago Armas), el representante del gobierno , Bruzzo (Gabriel Fernández), entre otros.
En otro sentido, la película está inyectada de una carga humorística que, por momentos, equilibra la seriedad de la trama. Las secuencias más notorias son aquellas en que se elige a los miembros del equipo de la fiscalía o también donde se aprecian los diálogos entre Strassera y su hijo menor. Mitre no es solemne ni circunspecto; descubre los matices de su personaje central mostrándonos a un héroe lleno de incertidumbre que va cuestionando cada iniciativa que adopta. Si bien la postura del director no es lejana a la de las víctimas (imposible no serlo), deja de lado una exploración más profunda del bando criminal. Quizá eso sea lo único que se le puede objetar.
Casi la totalidad de las escenas están narradas con una agilidad deudora del cine policial o de espías. No obstante, algunas donde se muestran los testimonios de las víctimas o el discurso en que Strassera lee su acusación contra los militares, encierran una elevada carga emotiva que Mitre maneja con oficio por medio de expresivos primeros planos y sentidos acompañamientos musicales. Como en sus películas anteriores, vuelve a demostrar habilidad para crear atmósferas de tensión en paralelo a la hondura que distingue al tema.
Argentina, 1985 es una película política con elementos de género que está narrada con un pulso de progresiva intensidad y donde destaca la figura de Julio Strassera. Santiago Mitre nos recuerda que un hombre puede ser el símbolo de una causa justa y el artífice de un proceso que busca hacer justicia para nunca más repetir el terror de una dictadura. Nunca más.