Más dura será la caída
Ese momento en que se termina de ver una película y se siente como un disfrute de emociones donde todo encaja: nada sobra, nada falta. ¿Obra maestra? Con lo fácil que es ahora catalogar así a cualquier película que rema en el sentido -o se hace a la medida- de las corrientes reivindicativas. No, no se trata de eso. Tiene que ver con calzar a la medida de lo que se puede y quiere ofrecer, dándolo todo y asumiendo riesgos. Eso es Más dura será la caída.
Jeymes Samuel, AKA The Bullitts, es un músico y cineasta que conoce las fortalezas y los límites de los géneros, tanto musicales como cinematográficos; sobre todo, los momentos en que mejor se pueden emplear. En Más dura será la caída, Samuel interioriza y procesa los mecanismos del western clásico y del irreverente spaghetti western, para adaptarlos hacia la construcción de una estampa pop donde las evidentes referencias a Leone y Tarantino – y por qué no al clasicismo de Ford- van repartidas en pasajes claves de su historia. Aunque lo mejor de la propuesta de Samuel no está en la mirada que pone sobre los creadores -y recreadores- del género, sino que agrega tópicos actuales de la cultura afroamericana para resolver temas de una trama contextualizada hace 150 años. Samuel se ríe de la Historia y la revisita a través del sarcasmo.
La película tensa la cuerda sobre un argumento que guarda secretos de venganza y filiaciones, unida por lazos paternos ominosos, a la vez redentores, y de vidas paralelas. Nat Love (Jonathan Majors) es un criminal que busca revancha por un hecho ocurrido durante su niñez, algo que lo ha marcado de por vida -literalmente-. Su rival, Rufus Buck (Idris Elba), acaba de ser liberado de prisión y al mando de una temible banda buscará retomar el poder de antaño. Estamos ante una historia de villano contra villano donde, paradoja del planteamiento, uno es el bueno y otro es el malo.
Los personajes centrales de Samuel -quien es creador de la historia y coguionista de la misma- viven al límite, no piensan en el mañana, buscan la trascendencia motivados por la impronta de sus actos vandálicos o las alianzas que otorgan las cofradías, la mitología del salvaje oeste en su cénit. El oficio de productor musical que posee el director le permite potenciar el carácter de su neowesternblack con una serie de canciones que lo encaminan por un sendero de fatalidad recubierto de falso heroísmo. El tema homónimo y principal del filme reza: Better we fall / Our time is borrowed / Live like it’s our last day / There is no tomorrow/ We’ll be reborn / In a beautiful morning. En Más dura será la caída la vida es un estado incierto, pero hay espacio para la esperanza.
La obra de Samuel es tan afroamericana como una película de Spike Lee o un álbum de Kendrick Lamar, pero con menos denuncia social en un sentido combativo, mucho más irónica y hasta cierto punto simbólica -sobre esto último, una de las mejores secuencias es aquella en que Love asalta el banco de un pueblo donde los habitantes son blancos y donde las casas, el saloon, la armería y todo lo que se aprecie, está pintado de blanco-.
El fuego cruzado, que en algunos momentos se resuelve con cuotas gore, silba por el polvoriento desierto al son de canciones contemporáneas, al mismo tiempo que se fortalece con divertidos diálogos que se mofan de los lugares comunes en los que la propia película cae. Samuel no frunce el ceño para decirnos que los afroamericanos siguen siendo señalados o mantienen un sitio de desventaja en la sociedad estadounidense. Más bien lo hace desde la efervescencia y la hibridación del western, la comedia, la acción y el romance. Cada camino sirve para reivindicar, lejos de la elegancia del impostado discurso político, cerca de la calle, del gueto.
Dos puntos más: el reparto y la música. Lo primero, plagado de intérpretes que desde hace algún tiempo destacan en producciones independientes y mainstream. A los citados Majors y Elba, se suman Zazie Beetz, Regina King, Delroy Lindo, Lakeith Stanfield, entre otros. Lo segundo, una banda sonora que hace recordar la efectividad del viejo tándem entre el blaxploitation con el funk-soul. En el caso de Más dura será la caída, rap, reggae, jazz y pop son los géneros que empujan la historia. La ventaja que bien aprovecha Samuel al moverse naturalmente por los estudios musicales y cinematográficos.
Más dura será la caída cabalga cine sin pretensión de gloria. Es tan lúdica como formal y original como clásica. Así como sus villanos pisan fuerte y vaticinan un destino estrepitoso al no medir sus actos, por el lado de Jeymes Samuel se asienta una posición que lo eleva entre las nuevas opciones de un género que está más vivo que nunca.